"Galileo"
El primer hombre moderno
16 enero, 2000 01:00Desde 1976 no se veía en Madrid Galileo, de Bertolt Brecht. Ha pasado mucho tiempo desde aquella versión que entonces dirigió José Osuna y ni siquiera el centenario del dramaturgo, conmemorado el pasado año, sirvió para recuperar uno de los títulos capitales de la dramaturgia de Brecht. Vicente Cuesta, protagonista de esta versión que se representa estos días en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, da varias razones para explicar este olvido: "por un lado, las obras de Brecht tienen grandes repartos y hoy en día resultan difíciles de llevar a escena a no ser desde un teatro público; por otro, desde ciertos sectores de opinión, se difunde la idea de que el teatro de Brecht está hoy superado, que no aporta nada nuevo, cuando yo creo que su teatro está muy vivo. Esta obra goza de gran actualidad porque tiene un espíritu crítico con el progreso mal entendido, con los peligros de la ciencia utilizada contra el hombre y el tema, las convicciones de una persona frente al poder, está hoy demasiado presente".
Galileo exige un gran reparto para interpretar a los 23 personajes que desfilan por esta versión. Santiago Sánchez, el director, ha escogido a dos cabezas de cartel: Vicente Cuesta y Paca Ojea, ambos con un sólido y largo historial profesional. El primero, en el teatro independiente (Tábano) y en la Compañía Nacional de Teatro Clásico. La segunda, como colaboradora de William Layton, Miguel Narros o José Carlos Plaza y que, según Sánchez, "es toda una lección trabajar con ella". El resto de los ocho actores son nombres destacados del teatro del País Valenciano y de Asturias, pues este montaje lo coproducen el teatro Jovellanos de Gijón y Teatres de la Generalitat. "Son actores que conozco muy bien, y entre los que hay gente con mucha veteranía en la profesión como Xuacu Carballido, Juan Mandli, Carles Montoliu o Xus Romero, y otros más jóvenes como Sergio Gayol o Fran Sariego", añade Sánchez.
Con esta puesta en escena, Santiago Sánchez rompe totalmente con la línea de su anterior trabajo, Imprebís (espectáculo inspirado en ejercicios de improvisación que circuló con gran éxito por las salas alternativas), para internarse "en una de los grandes textos que quedaban pendientes y que te reconcilia con el teatro". Pero tampoco es su primera incursión en el teatro de texto, ya que sus trabajos con Boadella, Raymond Cousse o Dario Fo le avalan.
Elementos esenciales
Según explica, la puesta en escena ha intentado rescatar algunos de los elementos esenciales del teatro de Brecht: "He incorporado máscaras, lo que permite a los actores cambiar de personaje fácilmente; he respetado el ritmo de comedia inicial para decantarse en las escenas dramáticas del final, una estructura típicamente brechtiana; y he recuperado la partitura original de Hans Eissler, desconocida en nuestro país y sobre la que el compositor Joan Cerveró ha ideado una orquestación totalmente nueva".
La puesta en escena se apoya en una escenografía sin complejidades que, según el director, "de puro funcional, es bellísima". La ha diseñado Dino Ibáñez, escenógrafo habitual de Boadella, de La Cubana (Cegada de Amor), que ha empleado proyecciones audiovisuales para recrear los 14 ambientes distintos en los que se desarrolla la obra. Su simplicidad es corregida con un lujoso y colorista vestuario que, diseñado por Sue Plummer (colaboradora de National Theatre de Londres), está inspirado en el Renacimiento.
El director ha manejado la tercera versión que Brecht hizo del texto. éste comenzó a escribir la pieza en Dinamarca, a la vez que Madre Coraje, otro de sus grandes textos. En 1941 la estrena en Zurich y posteriormente, cuando se traslada a Estados Unidos, es la obra que elige para que Charles Laughton la interprete. Ambos hacen una segunda versión hasta que Brecht huye del país, perseguido por la Comisión de Actividades Antinorteamericanas. En 1956, decide llevarla a escena en el Berliner Ensemble, el teatro que fundó en Berlín. Comienza la tercera y última versión de la obra, que no pudo acabar, pues falleció mientras la ensayaba. El músico Hans Eissler se encargó de finalizarla.
En la obra, Brecht se inspira en en la vida del científico italiano Galileo Galilei, a quien su insaciable deseo de conocer le llevó a un enfrentamiento a muerte con el poder del Papa, para plantear con un humor y acidez envidiable cuestiones en torno al desprecio de los poderosos por el conocimiento y al interés por ocultar ciertas realidades. Pero también es una metáfora del teatro, al defender que la función de la ciencia debe ser la de abrir las mentes, debe ser capaz de conmover.
Todo gira en torno al personaje de Galileo, que interpreta Vicente Cuesta. Un personaje que, según el actor, es "una especie de sol que todo lo inunda, un animal ingenuo e inofensivo con ganas de conocer la verdad, que ama la vida y el placer de pensar y descubrir". O en palabras del director: "un personaje que no es un héroe, sino un ser humano que está convencido de una realidad y de una verdad".