Dirección: Laura Ripoll, con Manuel Agredano, Yiyo Alonso, Encarna de las Heras, Nuria Mencia, Marina Seresesky, Angel Solo. Teatro: Triángulo (Madrid)
La joven compañía Micomicón lleva tiempo escenificando a nuestros clásicos pero ahora se presenta con un texto que firma y dirige Laila Ripoll: "La ciudad sitiada". Trata de la guerra, de los padecimientos que sufre la población civil y parece que está ambientado en El Salvador, aunque da igual la guerra que trate, pues de eso sabemos mucho estos días. Con tema tan oportuno, se espera una reflexión dramática que supere los reportajes de los periódicos y televisiones acerca de los refugiados albano-kosovares o, incluso, las historias que nos ha narrado de nuestra contienda algún familiar. Pero no, todo queda en un ejercicio bienintencionado.Dudo que "La ciudad sitiada" sea una obra de teatro (aunque ha sido galardonada con el premio Caja España): es una sucesión de narraciones-testimonio,-sin acción, sin apenas diálogos, sin unidad dramática-, que unos actores harto valientes se atreven a recitar ante el público con la pretensión de conmoverlo apelando a su fibra sensible; pero en esto del victimismo, insisto, una cámara de televisión es más eficaz, a no ser que estemos ante monstruos de la escena, que no es el caso. Hay una excepción: Marina Seresesky, que interpreta a una madre que se prostituye para alimentar a su hijo y que sí consigue emocionar. Unos paseíllos ambientados con músicas clásica y popular de Centroamérica pretenden dar unidad a la pieza. Supongo que es obra con predicamento entre juventudes comprometidas con organizaciones no gubernamentales.