'Il trovatore' de Verdi baja a las trincheras de la Gran Guerra en el Palau de les Arts de Valencia
- Àlex Ollé ambienta la ópera en el conflicto de 1914. El director de La Fura, con Riccardo Frizza como aliado en el foso, tiene a sus órdenes a Olga Maslova y Antonio Poli.
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Desembarca en el Palau de les Arts de Valencia, entre el 8 y el 22 de diciembre, la segunda ópera de la gran trilogía verdiana de principios de los años cincuenta del siglo XIX, Il trovatore, y lo hace en una ya conocida producción de Àlex Ollé estrenada en la Dutch National Opera de Ámsterdam (2014) y repuesta en la Opéra national de Paris (2016).
Más tarde recaló en el Liceu. La visión del regista traslada la acción a las trincheras de la I Guerra Mundial en una propuesta que se ha definido como “asfixiante, oscura, reflejo de la crueldad y la insensatez del conflicto bélico. Muy en la línea de lo que viene haciendo Ollé en los últimos tiempos, siempre en busca de nuevos significados a través de una no siempre adecuada modernización.
Desde luego los conflictos no faltan en esta obra maestra verdiana, que, según el compositor, debía cantarse “con el Diablo en el cuerpo”. Se trataba de dotar al canto de un realismo, de una verdad, de una tensión desconocidas hasta entonces y que, a muchos años vista, anticipaban algunas de las características de la interpretación vocal de fines del XIX. Ello hace de esta ópera una obra muy especial.
Tengamos en cuenta que debió de ser escrita en bastantes de sus tramos al tiempo que La traviata, composición que va por otros derroteros, en los que la poesía íntima y recogida, el sentimiento elevado a su cota más emotiva son los dueños de la acción. Nunca hasta ese momento lo clásico y lo moderno, lo tradicional y lo nuevo, se habían dado la mano de forma tan perfecta; nunca se había producido una simbiosis tan estimulante, ni se había planteado una síntesis tan jugosa y creadora.
El arte tiene estos misterios. Y el de la ambigüedad es uno de los que lo hacen grande. La dualidad predicada por Verdi es la que impulsa a Il trovatore a ocupar ese curioso lugar en el que concurren también lo vulgar y lo elevado, lo apaciguado y lo violento.
La propuesta de Ollé, que viene de Ámsterdam, es “asfixiante, oscura, reflejo de la crueldad y de la insensatez del conflicto bélico”
El reparto propuesto para estas representaciones valencianas está compuesto por voces muy interesantes. Como la de la rusa Olga Maslova, segundo premio en el Concurso Chaikovski, un auténtico chorro bien encauzado y dirigido, con ciertas resonancias nasales: una spinto con todas las de la ley. Habrá que ver si puede solventar las finuras vocales de Leonora. A su lado el Manrico de Antonio Poli, un lírico-spinto de menor interés. Su canto es más bien plano, poco elegante, aunque la voz tiene cierta entidad. Cantará, como es costumbre hoy en día, la Pira medio tono bajo.
El Conde Luna estará a cargo del excelente barítono Artur Rucinski, buen decidor, elegante, aunque a la voz quizá le falte algo de amplitud para el cometido. Sí es grande y sustanciosa la de Ekaterina Semenchuk, que hará una Azucena bien provista de graves, centro y agudos. Muy racial. Ferrando será el joven bajo Adolfo Corrado, de amplia sonoridad y graves relativos, aquejado de un acusado vibrato. Concertándolo todo, un maestro eficaz antes que inspirado, Riccardo Frizza.