El tenor Javier Camarena actúa este viernes en el Festival Internacional de Verano de El Escorial

El tenor Javier Camarena actúa este viernes en el Festival Internacional de Verano de El Escorial

Ópera

Javier Camarena: "El público de la ópera rechaza las propuestas que solo buscan el impacto banal"

El mejor cantante del mundo según los Opera Awards de 2021, que acaba de fijar su residencia en Málaga, actúa este viernes en el Festival de Verano de El Escorial

18 agosto, 2022 00:29

A partir de ahora es bastante probable que veamos más a menudo en los escenarios españoles a Javier Camarena, el mejor tenor del mundo según los prestigiosos Opera Awards de 2021. Aunque no para de viajar, el cantante mexicano (Xalapa, Veracruz, 1976) acaba de fijar su residencia en Málaga, donde ha comprado una casa en el acomodado barrio de Cerrado de Calderón.

En los últimos años ha vivido en Zúrich, pero cuando él y su esposa decidieron comprar una vivienda, ella quiso cambiar el frío por el sol y la playa. Y qué mejor lugar que la capital de la Costa del Sol, ciudad con una calidad de vida envidiable y con un florecimiento espectacular en los últimos años.

“A mi esposa y a mí siempre nos ha fascinado España. Barcelona, Madrid… Todos los lugares a los que hemos ido nos han gustado muchísimo”, explica el tenor a El Cultural. “Se me vino a la mente Málaga porque había tenido la oportunidad de cantar aquí en un par de ocasiones. Me gustó la ciudad, el centro, su teatro… Desde hace dos semanas estamos aquí y estamos felices”.

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De momento, la próxima vez para verle (quienes hayan conseguido entradas, porque se han agotado) llega este viernes, cuando actuará en la segunda edición del Festival Internacional de Verano de El Escorial, en el teatro auditorio de la localidad madrileña de San Lorenzo de El Escorial. Acompañado del pianista Rubén Fernández Aguirre, ofrecerá un programa que es “una muy bonita mezcla entre pasado y presente”, explica el cantante.

Con ello se refiere a que incluirá piezas del repertorio belcantista italiano que ha caracterizado su carrera hasta ahora, pero también otras representativas del que está construyendo para los próximos años de su carrera. Entre ellas figuran el aria Ah! Fuyez, douce image de Manon, de Massenet (ópera que estrenará la temporada que viene en el Liceu de Barcelona), y La mia Lezitia infondere de I lombardi, de Verdi.

La segunda parte será más “descontracturada”, explica el tenor. Aquí podrán ver, quienes hayan conseguido entrada (están ya agotadas), canciones del repertorio popular italiano como la Mattinata de Leoncavallo, La Danza de Rossini o L’ultima canzone de Tosti. “Son todas piezas muy interesantes, divertidas, muy movidas”, opina Camarena.

También hay en el programa música latinoamericana. En concreto, La rosa y el sauce, del argentino Carlos Guastavino, y “dos canciones mexicanas preciosas” de Blas Galindo: El arrullo y Madre mía cuando muera. Cerrará el espectáculo una parte dedicada a la zarzuela, con la serenata-jota de El Guitarrico, de Agustín Pérez Soriano, y Te quiero, morena, de José Serrano. En definitiva, “un recital muy completo que se caracteriza sobre todo por las melodías bellas”, remacha el músico.

Pregunta. ¿Cómo define ese cambio de repertorio que está abordando para los próximos años de su carrera?

Respuesta. Es parte de la misma evolución vocal, algo en loq ue he venido trabajando desde hace unos seis años, cuando empecé a incursionar en roles más propios de un tenor lírico, como Nadir en Los pescadores de perlas, Lester en María Estuarda, Arturo en Puritanos. Enfrentar esa ópera me dio pie a pensar en otras óperas como Rigoletto, Lucía di Lamermoor, que son parte ya de mi repertorio habitual, y con vistas al futuro está el repertorio francés, que es el que más me interesa ahora. Para esta temporada haré Manon, también haré próximamente Romeo y Julieta de Gounod, y más adelante Fausto.

Son roles que quiero ir abarcando, pensando no solo en la madurez vocal sino también técnica, porque a diferencia del repertorio de las óperas italianas, que son mucho más francas, temperamentales en cuanto a su interpretación, el repertorio francés tiene más introversión, es más mesurado en cuanto a su expresión, sin dejar de ser completamente apasionado. Es un reto interesante.

En paralelo a este repertorio francés quiero ir buscando paralelismos en el italiano. Seguiré haciendo I lombardi, también con un poco más de frecuencia Rigoletto, el papel de Alfredo de La Traviata, Tamino de La flauta mágica… Son los roles que quiero ir trabajando a corto y medio plazo e ir relegando cada vez más los roles más ligeros y de coloratura que estuvieron conmigo más de 12 años.

"Los bises no son triunfos del tenor, sino de la ópera, que sigue siendo un arte que conmueve y emociona al público"

P. ¿No veremos tantos dos de pecho, como los nueve seguidos de La hija del regimiento que enloquecieron al público del Real y que en realidad fueron 18 por el bis que le pidieron?

R. Sí, sí que seguirá habiendo. Romeo y Julieta tienen dos de pecho, El Elixir también, y en Lucía de Lamermoor hay notas ingluso más agudas. La gente seguirá esperando La hija del regimiento, pero también hay que enseñarle que hay otras obras igual de exigentes y emocionantes.

P. A menudo se resalta de usted el hito de haber sido el único cantante de la historia que ha cantando un bis en tres producciones distintas en el Met de Nueva York. ¿Los bises son el mejor termómetro para medir el éxito de un tenor?

R. No, los bises no son triunfos del tenor, sino de la ópera, que sigue siendo un arte que conmueve y emociona al público. En realidad lo que define el éxito depende de la definición de éxito que tenga cada quién.

P. ¿Y qué es el éxito para usted?

R. El más grande es mi familia. En lo profesional, me siento muy afortunado y feliz de tener este reconocimiento por parte del público, el gusto por mi trabajo, porque al final uno como cantante es intérprete de obras que se escribieron hace cientos de años y cientos de cantantes han interpretado estas líneas melódicas. La cuestión con la parte interpretativa es que tiene que ser tan personal y tan única como lo es uno como ser humano, y si tiene uno esta posibilidad de expresar esta unidad dentro de la música y crear algo en cierto modo distinto, ya sea por la forma en la que dices una palabra o en la que ligas una frase, todo esto hace algo distinto y yo estoy sumamente agradecido con el público que se interesa por mi forma de decir la música y mi forma de comunicarme a través del canto. Ahí sí te puedo decir que siento que ha habido éxito. Que mi propuesta musical, que puede ser o no original, guste al público es una de las cosas que considero parte de un éxito profesional.

P. En el pasado ha tenido algún problema con la voz por la sobrecarga de trabajo. ¿Cómo se la cuida? ¿A qué cosas que son normales para el resto de la gente debe renunciar usted para mantener su voz en perfectas condiciones?

R. No puedo gritar, por ejemplo. La mayoría son cosas que no tienen que ver con mi forma de ser. Nunca he sido mucho de ir de antros, fumar o estar en lugares exageradamente concurridos que me obliguen a hablar muy fuerte. También debo cuidar la alimentación, evitar cosas irritantes para el estómago por el reflujo que pueden generar y que puede lastimar las cuerdas vocales. Aparte de eso, se trata simplemente de combinar bien el trabajo con el descanso.

P. ¿Siente alguna vez miedo escénico? ¿Cómo lo gestiona?

R. La primera vez que fui a un concurso, en Perú, justo antes de cantar se me secaron completamente la garganta y la boca por los nervios. Canté rígido como una estaca y me despacharon a la primera. Ahí me dije que no me permitiría nunca más que los nervios echasen a perder el trabajo realizado durante tanto tiempo. Los nervios son energía dentro de tu cuerpo y yo quise tener la capacidad de canalizar esa energía para que fuera algo que trabajara a mi favor y no en mi contra, transformar el miedo en una emoción positiva para disfrutar en el escenario.

P. Ha contado muchas veces que a los 19 años dio un giro radical a su vida al cambiar la ingeniería por la música, y que tuvo una epifanía viendo un vídeo de Plácido Domingo en Turandot. ¿Cómo lo recuerda?

R. Estaba ya en el tercer año de la carrera de canto, pero en la vida había escuchado una ópera, nunca había presenciado un espectáculo así. Estudiaba canto porque quería cantar mejor, pero me limitaba a seguir ciegamente todas las indicaciones de mi profesora. Y cuando vi esta ópera todo tuvo sentido. Terminé llorando. También nos pusieron la producción cinematográfica de Payasos, con Plácido Domingo también, dirigida por Zeffirelli. Fue una experiencia arrebatadora.

"Plácido Domingo tiene esta voluntad de seguir adelante con su carrera. Estoy muy contento por el maestro"

P. ¿Podía imaginar entonces que compartiría escenario con Plácido Domingo? ¿Tiene amistad con él?

R. Sí, y no solo con el maestro Domingo. He tenido la gran fortuna de compartir escenario con personalidades que en mi vida habría soñado que compartiríamos escenario, como Cecilia Bartoli, Samuel Ramey, Raimondi, la Kazarova, el maestro Domingo, que tuve la oportunidad de que me dirigiera y cantar con él en Los pescadores de perlas… Tantos artistas que admiré muchísimo y de repente estábamos en el mismo plano terrenal. Ha sido una experiencia maravillosa, de las cosas que más he disfrutado en esta carrera.

P. Y como amigo de Plácido Domingo, ¿se alegra de su vuelta a los escenarios?

R. Sí, por supuesto. Él tiene esta voluntad de seguir adelante con su carrera. La verdad es que sí, estoy muy contento por el maestro, que no ha dejado de trabajar, por otra parte. Antes de todo este problema con Rusia estuvo trabajando mucho en Rusia, en Austria… Él siempre ha sido muy activo.

P. El público de la ópera tiene una edad media muy avanzada. ¿Se está produciendo el relevo generacional necesario?

R. Eso es algo sobre lo que he platicado mucho. En primer lugar hay que decir que el público mayor de la ópera es maravilloso porque es fiel, constante, amante del género, y hoy por hoy es el que lo sostiene, pero urge una gran campaña de renovación de público. No solo hay que apostar por los jóvenes, sino desde la infancia, porque esto no es solo en favor de la ópera, sino de la música y de las artes en general. Hacen falta programas de formación artística que vayan muy de la mano de todas las otras asignaturas que se tienen en el colegio. Porque es tan importante el estudio y la apreciación estética de la música como las matemáticas o cualquier otra materia. Estoy plenamente convencido de que es parte de una formación integral del ser humano. Al profundizar en el estudio de la música desarrollas diferentes partes de tu cerebro. No es que todos vayan a ser Mozarts o Picassos, pero tener esa formación te ayuda a ver el mundo de forma distinta.

P. ¿Cómo se imagina el arte de la ópera en 50 años?

R. Creo que a medio plazo la ópera va a llegar a un punto de vuelta al origen. Ha pasado por diferentes etapas. A principios del siglo pasado llegó a su máximo esplendor, donde la figura del cantante era la primordial y nacieron los grandes divos de la ópera, que reinaban en este terreno. Luego vino el reinado de los directores musicales, que tenían opinión y voto incluso sobre la dirección escénica. Y ahora estamos atravesando el reinado de los directores escénicos, pero estamos llegando a un punto en el que el público cada vez rechaza más enérgicamente todas estas propuestas innovadoras que solo buscan el impacto banal, como mostrar un desnudo, o que alguien mate a alguien, este tipo de cosas.

Por eso creo que en un plazo mediano la ópera volverá a lo que fue originalmente, a sus situaciones de época de acuerdo con los libretos. Porque la sociedad de hoy está tan sobreexpuesta a través de internet, que ya son realmente muy pocas cosas las que pueden crearte un impacto. Por otra parte, hay que confiar en la gente que escribió las óperas, y que tenía una idea conceptual también, con vestuarios elaborados de acuerdo a la época en la que fueron imaginadas. Veremos, porque también hay que tener en cuenta la cuestión económica por la que vaya a seguir moviéndose este arte, que no es nada barato. Quizá veremos lo contrario: propuestas cada vez más minimalistas y conceptuales, pero sin forzar la polémica porque sí.