Para el envite de El ángel de fuego, ese descenso a los avernos de la abyección humana de Prokófiev, Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real, necesitaba gobernando el foso una batuta diestra pero con mano izquierda para guiar a la orquesta, disciplinada y diplomática a un tiempo, con un trayectoria en ascenso pero no en punto demasiado elevado desde el que despachar los compromisos sin jugársela… Todas esas cualidades, y alguna más, las encarna con paradigmática precisión Gustavo Gimeno (Valencia, 1978). Y Matabosch se fue a por él, a proponerle el desafío, que el maestro levantino asumió sin dudarlo, dado su gusto por el universo lírico, por el repertorio ruso y por actitud audaz. Todo cuadraba.
El fichaje puntual para una producción ha devenido en una relación de titularidad plena a partir de 2025 por los magníficos resultados alcanzados durante las funciones que se celebraron allá por el mes de abril. Matabosch habla de “excelencia apabullante” y, respecto a su conexión con la Orquesta del Teatro Real, de “empatía increíble”. Sobre esas hiperbólicas definiciones -que, sin embargo, se adhieren a la realidad- se ha sustentado la decisión de ofrecerle la dirección musical del coliseo madrileño. Gimeno volvió a darle es “sí, quiero” a Matabosch.
Es una apuesta a priori inteligente. No hay maestro español que haya crecido en los últimos años de una manera tan rápida y a la vez medida como Gimeno, que en la actualidad se desempeña como titular de Sinfónica de Toronto y de la Filarmónica de Luxemburgo. Un pie en cada lado del Océano Atlántico, lo cual le da una visión privilegiada del orbe sinfónico. “En Norteamérica se ensaya menos. Los músicos acuden al primer ensayo con mucho trabajo avanzado. Son muy eficaces. En Europa nos lo tomamos con más relajación, algo que también es bueno para la música”, explica a El Cultural. Él es, pues, un todoterreno, un líder flexible con capacidad de adaptación.
[Gustavo Gimeno: "Ahora sí es verdad: cada concierto lo vivimos como si fuera el último"]
Lo cierto es que hace bien poco no había sido profeta en su tierra Gimeno, que pronto dejó su tierra natal para probar suerte como percusionista fuera. Recaló en la Orquesta Real del Concertgebouw, donde sintió la necesidad progresiva de acercarse al podio y vislumbrar de forma holística a sus compañeros. Allí Mariss Jansons le fue poco a poco dando cancha como asistente, y así se fue curtiendo. Proceso de formación en el que también fue determinante su encuentro con Claudio Abbado en la Orquesta del Festival de Lucerna. Durante muchos años fue haciendo su camino lejos de España, con la referencia fija de Luxemburgo desde 2015 y colaborando con prestigiosas formaciones como Filarmónica de Múnich, la Sinfónica de Cleveland, la Staatskapelle de Dresde y hasta la Filarmónica de Berlín.
En los últimos tres o cuatros años, sin embargo, ya ha sí ha sido más asidua su presencia aquí, aliado con la Orquesta de la Comunidad de Valencia y con la Nacional. Cierto es que al ciclo de Ibermúsica también acudía con regularidad con sus huestes luxemburguesas. Pero su desembarco en el Real supone el afianzamiento en nuestro suelo por primera desde que se marchó siendo casi un adolescente. “Me siento muy honrado, afortunado y emocionado. No podría sentirme más feliz”, ha asegurado Gimeno. “En el Real he encontrado cuidado, calidez y eficacia”.
Gimeno no tiene un amplio bagaje en la ópera pero ha dado muestras sobradas de buena mano para el género cuando ha tocado. Su potencial es amplio y con vista al futuro. Y no se arredra ante ningún repertorio gracias a su entusiasmo y su oficio. “No quiero quedarme solo en lo que conozco y en lo que me siento más cómodo”, ha declarado. “Aquí vengo a crecer”.
Matabosch ha aclarado que a su vera, a partir de julio de 2025, tendrá a Nicola Luisotti, que pasa de ser director principal a emérito, un nuevo cargo creado ad hoc para entonces. El otro director principal, Pablo Heras-Casado, saldrá también del Real en esa fecha al igual que Ivor Bolton, director musical al que sustituye Gimeno y que ha dado prueba de su rigor musicológico en los años que ha estado al frente de la Orquesta del Teatro Real y una valiosa ambivalencia en la música antigua y contemporánea. A ambos (Bolton y Heras-Casado) se les terminaba el contrato en la fecha en que arribará Gimeno. Y el deseo del Real es que cada año y media dirijan alguna producción en el Real.