El Concierto de Aranjuez se aflamenca, adquiere otros matices, en ocasiones tan sutiles que pasan desapercibidos; en otras, tan evidentes que producen un vuelco en el corazón de la ortodoxia ante la pulsación de una cuerda con timbre arrebatador. Los guitarristas se acercan a él seducidos por el descubrimiento de un universo musical inédito, un ámbito tan liberador como atractivo mediante el cual se abren múltiples posibilidades. Este hecho conlleva el necesario paso adelante, al margen de lo establecido por un género de tanta personalidad como es el flamenco, y adentrarse en distintos y casi siempre deslumbrantes dominios. Primero a tientas y luego dejándose envolver en su totalidad, la obra del maestro Rodrigo llega a formar parte de la naturaleza artística del intérprete y de su realidad expresiva.
Aunque después la han tocado Serranito, Cañizares, José Luis Motón o Daniel Casares, el primero fue Paco de Lucía, con la Telemann Chamber Orchestra y la batuta de José María Gallardo del Rey –que también ejercía de director artístico y preparador del guitarrista algecireño para montar el Concierto de Aranjuez–, con posterior gira de once representaciones por los principales escenarios japoneses. La hermosa aventura culminó un año después, ante la presencia de un nonagenario Joaquín Rodrigo, con dos veladas memorables en el Teatro Bulevar de Torrelodones, en las que, además, se realizaron los registros del disco que se publicó ese mismo año, 1991, con el título de Concierto de Aranjuez de Joaquín Rodrigo, interpretado por Paco de Lucía con la Orquesta de Cadaqués, dirigida por Edmond Colomer. Entre el público, un fascinado Tomatito, que ahora presenta su versión de la célebre partitura con el sello Universal, la Orquesta de la Comunidad de Madrid, la batuta de Víctor Pablo Pérez y la producción de José María Gallardo del Rey, el más prestigioso e internacional ejecutante del Concierto de Aranjuez.
"El Concierto de Aranjuez conecta con la humanidad entera. Yo le aporto mis propios códigos flamencos"
“El trabajo de Gallardo del Rey ha sido imprescindible. Yo, como muchos guitarristas flamencos, no sé música, no puedo leer una partitura y, por tanto, enfrentarme a una obra de esa magnitud es un reto enorme. Tenemos nuestros propios códigos, que son distintos a los de la clásica, pero el conseguir tocar algo de esa grandeza, donde parece que el maestro Rodrigo ha conectado con la humanidad entera, podía parecer un atrevimiento por mi parte, pero luego se convirtió en un desafío personal, y el lograrlo ha supuesto una inmensa satisfacción”, dice Tomatito. Para José María Gallardo del Rey, “de las primeras ideas que surgieron cuando nos pusimos a montar el concierto fue que había que ser fiel a la escritura del maestro Rodrigo, pero donde Tomatito fuera siempre Tomatito, con su estilo, con su sonido maravilloso. Él tiene una frase muy zen, que se me ha quedado grabada: ‘Para qué arreglar lo que no está roto’, y en la obra no hay que arreglar nada. El acuerdo era sacar la mejor versión y respetar escrupulosamente esas notas, aunque sabiendo que la lectura procede de una guitarra flamenca, de un temperamento especial, y eso tenía que reflejarse en el disco”.
Tomatito ha realizado un trabajo ordenado, concienzudo y disciplinado, “pero es tanta la responsabilidad que paso miedo, aunque al final compensa interpretar algo que me llena espiritualmente y me satisface como artista y como flamenco”.