Antón Álvarez Alfaro, alias C. Tangana (Madrid, 1990), ha completado lo que parece una metamorfosis musical y mercadotécnica definitiva. La gran estrella del pop del momento en España comenzó en el rap “puro” para pasar al trap, luego se acercó al reguetón y al pop urbano latino, y desde allí ha ido abrazando cada vez más las raíces de la música popular tanto española como latinoamericana. Es una estación de destino inmensa: un espacio que acoge a 500 millones de hablantes de un mismo idioma y un tiempo que abarca más de un siglo de historia.
El trayecto lo ha hecho canción a canción, lanzadas como marca ahora la norma: de una en una cada poco tiempo, para no apearse nunca del candelero. Por eso de su nuevo disco, El madrileño, lanzado este viernes, ya conocíamos la mitad de las 14 canciones que lo componen. Varias de ellas han estado ya en el número 1, han batido récord de escuchas en plataformas digitales y el disco ve la luz ya con el estatus de éxito absoluto, acompañado además por una campaña de promoción como no se veía hace mucho tiempo en el panorama discográfico español, que incluye, además de ese goteo de canciones y videoclips de los últimos meses, píldoras de making-of del proyecto en Spotify y hasta un luminoso en el Hotel Riu Plaza España (el edificio España de toda la vida), en cuya suite presidencial rodó el vídeo de “Tú me dejaste de querer” y donde ha concedido entrevistas ataviado con pijama y pantuflas de Dolce & Gabanna. Todo con aires de estrella de otra época, pero haciendo uso de la artillería pesada de las tecnologías y redes de hoy. Y un videoclip para todas y cada una de las canciones del disco.
En las entrevistas que concede C. Tangana se nota que bajo la pose de gánster y la ropa cara hay mucho más que chulería: un tipo inteligente, con olfato y, por supuesto, una “ambición desmedida”, como cantaba junto a Niño de Elche en "Un veneno" —remezclada para el disco con la participación de José Feliciano—. Antón Álvarez pretende dedicarse a la música toda la vida, y no se ve haciendo trap a los 45 años. Por eso, tras su viraje estilístico hay, además de crecimiento musical, una jugada estratégica para llegar a todo tipo de públicos.
Para este trabajo, C. Tangana se ha rodeado de leyendas de la música de España y Latinoamérica. Colaboran en su disco el guitarrista y cantante cubano Eliades Ochoa, una de las estrellas del Buena Vista Social Club; en Brasil recluta a Toquinho, otro grande de la guitarra y la canción de autor; de más al sur, pero afincados desde hace décadas en Madrid, ficha nada menos que a Jorge Drexler y a Andrés Calamaro, que además componen juntos por primera vez para este disco de C. Tangana. La rumba toma protagonismo en dos de las mejores canciones del álbum, no reveladas hasta el día de su lanzamiento: “Ingobernable”, con los Gipsy Kings, y “Los Tontos”, con Kiko Veneno. En “Tú me dejaste de querer”, su mayor éxito de los últimos meses, Niño de Elche y La Húngara.
C. Tangana tenía un disco casi terminado en el que pretendía regresar al rap, pero un periplo por América del Sur en 2018 cambió sus planes. Se dio cuenta de que quería sumergirse en la música folclórica de la que se iba empapando. Metió el proyecto en un cajón, ante el espanto de su discográfica (Sony), y poco a poco empezó a armar lo que sería El madrileño. Buena parte de la culpa la tiene Santos Bacana, un realizador audiovisual residente en Los Ángeles, invadido por la nostalgia de lo español a miles de kilómetros de su tierra de origen. C. Tangana y él, ambos de la misma quinta, han fundado la productora Little Spain, responsable de la dirección creativa del proyecto y de los videoclips del disco. La primera muestra de su nuevo rumbo fue la canción “Un veneno”: “En verano de 2018, pensar hacer un bolero cubano como el que hice con Niño de Elche era una locura extravagante”, cuenta C. Tangana. “Santos me anima a hacerlo y me ayuda a escribirlo y desde entonces digo que “Un veneno” es la primera canción que he escrito en mi vida”.
La vocación de unir rumba con ritmos latinos se plasma en “Muriendo de envidia”, junto a Eliades Ochoa. “Cuba es un momento muy importante del disco porque me permite traerme las cosas de América Latina que a mí me gustan y que no suenen a un tipo cualquiera intentando imitar músicas de otros lugares que no ha vivido”, asegura el músico madrileño. “Lo que yo tenía en mente era intentar que El Pescaílla, que suena españolísimo, pudiese cruzar hasta cuba”. Dicho y hecho. Y todo ello con toneladas de referencias a la fama, el dinero, las mujeres y las drogas. Qué se habían pensado.