Johann Sebastian Bach
Una vez superada la perplejidad inicial, la versión de Paul McCreesh nos arrebata por su enorme fuerza, por ese desgarrado dramatismo conseguido precisamente por su tono de cámara, y que nos presenta a un Bach sorprendente, cercano tanto a la desnudez expresiva de Schötz como a los tintes expresionistas.
La realización musical es extraordinaria y ajena a cualquier divismo. Habría que citar, en cualquier caso, a una cantante tan maravillosa como la mezzo checa Magdalena Kozena, que posee la extraña virtud de hacerse notar cada vez que interviene pero sin detrimento del resultado global. Esta opción tan radical podrá convencer más o menos. Pero es muy difícil que deje indiferente. Y conseguir eso a estas alturas con una obra de la que parecía haberse dicho todo me parece que ya es bastante.