Accede este miércoles al Teatro del Liceu Tosca, una de las óperas preferidas del gran público y que alberga dos de las arias más célebres de la historia: Vissi d’arte, a cargo de la soprano, y E lucevan le stelle, el Adiós a la vida, en la voz del tenor. Una obra en la que lo truculento es evidente, pero está trabajado de tal manera que en ningún momento deja de brillar un lirismo poderoso, y hasta delicado, una vena melódica muy eficaz y una labor orquestal y vocal no exentas de originalidad. Posee sus puntos fuertes, sus clímax y sus áreas de tensión y relajación.
Todo está combinado con una acción en la que los acontecimientos se precipitan con extrema rapidez y que se desarrollan, junto con las pasiones, sobre un trasfondo político y religioso siempre latente. Parece que Rafael Rodríguez Villalobos, director de la coproducción (Teatro de la Moneda, donde ya se ha estrenado, Liceu, Maestranza y Opera Ochestre de Montpellier), se ha apoyado en esa premisa para su propuesta, sin duda novedosa y original, como casi todas las suyas.
Los personajes de la trama son auténticas marionetas y viven en un mundo de corrupción y despotismo en el que la línea que separa el poder pervertido y el dogma se diluye. Desde esta perspectiva, se dice, “el salto al vacío final de Tosca no solo será físico, sino una salida para mantenerse auténtica y libre. Horror y devastación confrontados con la belleza”.
Los acontecimientos se precipitan con extrema rapidez y se desarrollan sobre un trasfondo político y religioso
Aspectos desde los que una curiosidad y una inteligencia escénica como las de Villalobos pueden extraer muy valiosas y jugosas, quizá también discutibles, conclusiones, no del gusto de todo el mundo. De hecho, la Tosca y el Cavaradossi anunciados en principio, Aleksandra Kurzak y Roberto Alagna, como se sabe, pareja, renunciaron a participar tras conocer los planteamientos escénicos. Fueron sustituidos por Maria Agresta, soprano de voz aguerrida, una spinto corajuda, y por Michael Fabiano, un tenor lírico de buen fuelle y no siempre regular emisión.
Agresta se alternará con otras tres divas, Emily Magee, a la que conocemos sobre todo por sus papeles straussianos, la siempre segura y rotunda Sondra Radvanovsky (dos funciones) y la semidesconocida y joven Monica Zanettin, una voz bien puesta y vibrátil a seguir (una función). Los otros tenores son Joseph Calleja, de emisión irregular, aunque artista, y Antonio Corianò, lírico-spinto de buenos medios y técnica por pulir. Dos buenos barítonos encarnan a Scarpia: Zeliko Lucic, que tiene muy bien trabajado el papel, aunque sus medios ya no son los que eran, y George Gagnidze, flexible y siempre algo histriónico.
[Tosca, cumbre vocal en el Real]
Buenos secundarios: Felipe Bou, Jonathan Lemalu, Moisés Marín (después de su protagonismo en la Norma de La Coruña), Manel Esteve, Milan Perisic (reciente tercer premio del Concurso de Santiago) y Hugo Bolívar (que no es un niño, sino un contratenor; no parece lo más adecuado para el pastorcillo). En el foso, estará el joven director húngaro Henrik Nánási, de quien se habla muy positivamente en los medios líricos europeos. Ha estado varios años en la Ópera Cómica de Berlín.