Marzena Diakun: "Dirigir es como pintar, y utilizar un solo color me aburre"
Es su primera temporada como directora titular de la Orquesta de la Comunidad de Madrid. Llega con un amplio bagaje de aventuras en el repertorio contemporáneo, por el que apostará firmemente
20 septiembre, 2021 09:13De la inquietud musical de Marzena Diakun (Koszalin, Polonia, 1981) da prueba el hecho de que hace más de una década, siendo tan solo una veinteañera, ya ‘paseaba’ compositores españoles contemporáneos por Europa con la orquesta Smash Ensemble, fundada por el guitarrista hispanomexicano Bertrand Chavarria-Aldrete. Un detalle significativo. Sobre todo por la dificultad que la música local de hoy tiene para colarse en los programas de los auditorios. No es fácil apostar por novedades desconocidas si se quieren vender entradas.
Diakun, en cualquier caso, siente que es su deber seguir arriesgando en favor de ese tramo reciente del repertorio. Más ahora que ejerce como directora titular de la Orcam, cargo en el que sucede a Víctor Pablo Pérez. Esta temporada será la primera (ha sido contratada para dos) de su ‘legislatura’ al frente de la formación madrileña. En atriles, aparte de darle cancha a autores de aquí vivos como Ramón Paus, Marisa Manchado, Eduardo Soutullo, y Jorge Argüelles, ofrecerá una panorámica del sustancioso legado polaco (Lutoslawski y Szymanowski). Al teléfono desde los montes de Zakopane, en el sur de Polonia, Diakun nos desvela y argumenta las claves de su proyecto para la Orcam.
Pregunta. La naturaleza, la muerte, la religión, el paganismo, la mujer… Son muchos los temas que salen a relucir en los programas de la Orcam este año. ¿Qué pretenden transmitir a la sociedad?
Respuesta. La intención es conectar con los asuntos que están en boga en el mundo, como el feminismo, pero no con una intención combativa sino reflexiva. No se trata de dictar sentencias sino de mover al pensamiento.
P. Por cierto, ¿todos los programas están diseñados por usted o ha heredado algo de su predecesor?
R. Todo es mío, salvo lo que atañe a la Joven Orquesta y el ciclo polifónico del Coro. El sinfónico es 100 % de mi cosecha.
P. Pues tuvo que correr para cerrarlo, porque fue nombrada con poco margen.
R. [Ríe] Sí, la verdad es que fue un poco agobiante pero nos apañamos. Era en gran medida trabajo burocrático, de llamar a los artistas y preguntarles si estaban disponibles para una determinada fecha, y luego esperar sus confirmaciones.
P. ¿Le ayudó el contexto pandémico a armarlos tan rápido?
R. Sí, porque muchos estaban parados y casi todas las instituciones tardaron mucho en ponerse en marcha. Pero me quedé con las ganas de que vinieran algunos, como Gautier Capuçon. Se hizo demasiado tarde.
P. Usted es una gran defensora de la música contemporánea. ¿Qué papel va a jugar esta durante su mandato?
R. Asumo como responsabilidad dar oportunidades a compositores españoles. Ser compositor en esta época es difícil. Las formas son infinitas, se han expandido mucho, pero no resulta sencillo encontrar autores con algo interesante que decir. Creo que el público está más abierto de lo que pensamos a la música contemporánea. Espero confíe en mí y no decepcionarle.
P. Fue elegida por un comité de expertos del que formaban parte, por ejemplo, la pianista Rosa Torres-Pardo, y el director del Teatro Real, Joan Matabosch. ¿Se siente más legitimada por ello?
R. Me siento muy honrada, por supuesto, pero lo más importante para mí es la relación que pueda establecer con los músicos, que son con quienes voy a trabajar codo con codo. Lo fundamental es que me acepten y me apoyen. Esa es mi principal preocupación.
Nueva casa en Hortaleza
P. ¿Y cómo han sido las sensaciones que ha tenido en los primeros contactos con ellos?
R. He ido a algún concierto, en el Auditorio Nacional y en el Teatro de la Zarzuela. Son grandes músicos, hay mucho talento en la orquesta. Además, se da una positiva mezcla de juventud y veteranía. Yo espero transmitirles mis ideas y mi energía. Por otro lado, me gusta mucho la sede donde ensayan [en Hortaleza], mi nueva casa los próximos dos años.
P. ¿Conoce bien Madrid?
R. No, la verdad que no. De España conozco mejor Galicia. Estuve dirigiendo la Real Filharmonía en la Catedral de Santiago. En Oviedo también he estado varias veces con la Orquesta del Principado de Asturias, que es la que más conozco. Sevilla es otra de las ciudades donde me he subido al podio.
P. Entonces Madrid es un lugar por descubrir para usted…
R. Sí, así es. He estado ya en algún museo, como el Thyssen. Y también en la casa de ese magnífico pintor… [intenta rememorar durante tres o cuatro segundos] ¡Sorolla!
"Es preocupante lo que ocurre en Polonia. Desde la cultura estamos luchando para revertirlo"
Aunque la inclinación artística que más le tiró desde siempre fue la música. Ya de niña, cuando se adentraba en un auditorio, su atención se concentraba en la batuta del director. “No sé muy bien qué era lo que me atraía. Supongo que lo veía como una especie de hechicero capaz de darle forma a la música con ese pequeño palo. Pero, para ser más precisos, lo que me encandilaba era el sonido que generaba la orquesta en su conjunto, no el de los instrumentos en particular. Toda esa grandeza, ese colorido…”.
P. Hablando del sonido… ¿Cómo quiere que suene la Orcam?
R. Digamos que no tengo un ideal único. Creo que cada época debe tener el suyo propio. Incluso una misma composición puede contener diferentes caracteres: delicado, sutil, inquietante… La paleta sonora es amplísima porque, volviendo a la pintura, para mí dirigir es como pintar. Utilizar un solo color me resulta aburrido, necesito al menos varias tonalidades para que sienta que la música está viva. Por eso voy tanto a museos, a ver cuadros y esculturas.
P. Dice que Toscanini es un compositor de referencia para usted. ¿Cuáles son los maestros históricos que más le inspiran?
R. Sí, Toscanini es importante, sobre todo su manera de interpretar Wagner, pero no le pondría el primero en mi lista personal. No creo que exista ‘el gran director’ que sea el mejor en todo. Depende del periodo: clásico, romántico… Hay nombres de gigantes como Abbado y Bernstein muy completos, sí. Y también otros asociados a orquestas concretas, como Solti a Chicago y Szell a Cleveland. Con ellas trabajaron durante muchos años estampando así su sello. Así evitaba que las orquestas tendieran a sonar todas igual, como ocurre ahora, que ensayas solo dos o tres días antes del concierto. Deberían ser al menos dos semanas. Otros referentes son Muti, Rattle, Järvi, Jansons… De los antiguos, aparte de Toscanini, está también Furtwängler, pero me molesta mucho la deficiente calidad de sus grabaciones, así que me fijo solo en el tempo y en la interpretación, no en el sonido.
P. Ha tenido muchos maestros a lo largo de su carrera, algunos tan relevantes como Kurt Masur o Pierre Boulez. ¿Quiénes son los que más le han marcado?
R. Aquellos con los que más tiempo he estudiado. Mis dos grandes profesores son Mieczyslaw Gawronski en Breslavia y Uros Lajovic en Viena. Con Boulez estuve en el Festival de Lucerna, trabajando con su propia música. La verdad es que me intimidaba un poco dirigir delante de él. Era alguien estricto y directo, no se cortaba en expresar reproches. Pero también iluminador. Daba instrucciones muy concisas, con tres palabras cambiaba tu manera de ver una partitura. De Masur recuerdo que a otro colega que movía mucho las manos le dijo que no hacían falta tantos aspavientos. A él le bastaba con la mirada para comunicarse con sus músicos. La partitura la tenía en el corazón.
P. Esta temporada tendremos Musique funèbre de Lutoslawski y el Stabat Mater de Szymanowski. Cabe pensar que son compositores con los que tiene un vínculo especial
R. Sí, claro. Lutoslawski y Szymanowski son de los más conocidos. Son compositores que he tenido que estudiar a fondo, no sólo su música sino también sus biografías. Pero yo los escojo por su valor musical únicamente. Mi idea es ofrecer una panorámica de la música eslava, con figuras famosas como Dvorák y otras que han sido bastante olvidadas, como Martinu, que es muy importante para mí.
P. A Penderecki, otro compositor polaco, lo perdimos recientemente. ¿Qué valor tiene su legado?
R. Es uno de los más grandes compositores de Polonia, con una trayectoria muy variada. Siempre tuvo algo interesante que transmitir. Me gustaría hacer la temporada próxima su Pasión según San Lucas, para lo que necesitaremos dos o tres coros. Yo sólo estuve con él una vez, en Varsovia. Me pareció un nombre muy inteligente, muy cálido y muy abierto. Una desgracia perderlo.
Contra el nacionalismo
P. En la última entrevista que nos concedió decía que estaba muy preocupado por el auge del nacionalismo, un fenómeno muy potente en Polonia. ¿Cómo convive con esto?
R. Bueno, es decepcionante que la mayoría de tus compatriotas voten mayoritariamente al gobierno que tenemos. Es muy preocupante lo que está pasando. Desde la cultura estamos intentando revertirlo, para que la educación no se manipule y que la creación artística sea libre. También para que no suframos otro trauma como los que hemos vivido en el pasado. No es fácil pero espero que acabe prevaleciendo el bello ideal de la Unión Europea: pueblos diversos colaborando juntos para mejorar la vida la gente.
P. ¿Y qué puede hacer la música al respecto?
R. Pues, por ejemplo, yo puedo mostrar la belleza de Polonia en España a través de música y viceversa. Un intercambio cultural fundamental. Así es como se empieza a derrotar al nacionalismo.