Se anuncia una interesante sesión para el domingo 7 de febrero en la siempre sustanciosa programación del Universo Barroco, una de las principales señas de identidad de la actividad del Centro Nacional de Difusión Musical: la recuperación, con todos los honores, en versión de Al Ayre Español de López Banzo, de la zarzuela Júpiter y Semele o El estrago en la fineza de Antonio de Literes, estrenada el 9 de mayo de 1718 en el Teatro de la Cruz de Madrid. Una puesta en escena de la conocida en aquella época compañía de Juan Álvarez. Como era habitual entonces, trata un tema mitológico: los amores de la desgraciada Semele con el dios. Fue recibida con gran alborozo y se mantuvo en cartel durante catorce días seguidos.
Una nueva oportunidad de penetrar en los entresijos del arte del compositor mallorquín (1673-1747), hábil siempre en el manejo del verso hispánico. La mejor prueba es su famosa obra Los elementos. Esta, como Júpiter y Semele, se sostienen en libretos de José de Cañizares, a los que De Literes incorpora el estilo venido de Italia, sinónimo de modernidad. En la pieza hay números para todos los gustos: coros, como el que abre la composición, ¡Venid moradores de Tebas, venid!; recitados variados, parlatos, arias, como la de salida de Júpiter Y tú, imagen fementida; dúos, como el de Júpiter y Cupido En venganza, y en furor; tríos, como el de estos dos y Juno, No desperteys a quien duerme... Y, por supuesto, aires de danza muy variados, así la seguidilla Guapo de la Artesilla. Y hermosos coros como Fugitivo arroyuelo.
Rica instrumentación
Todo respira naturalidad, incluso en los episódicos diálogos, que se alternan a veces sin solución de continuidad con la música danzable. La pieza discurre en un continuo con pocas interrupciones y que se ve salpimentado con soluciones teatrales sorprendentes y giros continuos de la música y de la acción; hasta dar forma a un rico conglomerado de efectos de la mejor ley que llevan la obra en volandas y la hacen entretenida a pesar de las repeticiones. A lo que contribuyen la rica instrumentación y los efectos vocales, con da capos variados y soluciones escénicas sorprendentes, que en esta ocasión habrá que imaginarse, ya que la obra se va a ofrecer en versión concertante.
Para López Banzo y sus huestes esta zarzuela no ofrece especiales problemas por cuanto la grabaron en 2003 e incluso la interpretaron en varios lugares. Se precisa un orgánico instrumental constituido por guitarra barroca, flauta, clave (que tocará el propio director), oboe, percusiones varias, tiorba, violín,viola, violonchelo y violón. Los dos protagonistas son en esta ocasión las sopranos María Espada, pulcra de estilo, firme de emisión, ceñida de expresión (Júpiter) y Sabina Puértolas, más aérea y clara, siempre elegante y espejeante (Juno). A su lado, la mezzo Maite Beaumont, penumbrosa y bien asentada (Cupido). En las partes secundarias, la soprano Lucía Caihuela (Enarreta) y el barítono Víctor Cruz (Sátiro).
Esta nueva aventura de López Banzo y su gente mostrará sin duda de nuevo las virtudes del conjunto en el que, como es lógico, se han producido cambios en estos últimos años, sobre todo desde que hubo que reducir instrumentistas y se dejaron de percibir ayudas oficiales. Pero nunca se ha perdido en estos músicos la calidad, el cuidado estilístico y la afinación. Cada concierto sigue siendo un acontecimiento a tener en cuenta pues Al Ayre Español, en cualquiera de sus formaciones y proyectos, continúa siendo uno de los faros que mejor iluminan en nuestro país el panorama de la música barroca y clásica. Siempre planteando descubiertas para alumbrar nuevos y gozosos territorios.