Exorcismo, rito y terapia
David del Puerto
Mi trabajo se desarrolla muy bien en este estado, ya que escribir música es una actividad interior. Pero el encierro más fértil es el voluntario: el del coronavirus nació de algo tan grave que la ‘felicidad creativa’ estaba rebajada por la preocupación, además de las perspectivas económicas y profesionales tras la pandemia. Mi trabajo como profesor se mantiene al 100%: las clases online funcionan y disfruto de una cierta ‘normalidad’. No me resultó un drama prescindir de unas cañas en una terraza, pero sí me agobiaba no poder dar una vuelta fuera de Madrid... Me consolaba esa sensación de disponer de mi tiempo, que fluye mucho más lento que en la vida ordinaria, dándome la ocasión de bucear en su corriente para pescar mi música. Así he ido componiendo un cuarteto de guitarras para Wolfgang Weigel, un dúo para viola y guitarra y estoy acabando una zarzuela en colaboración con Jesús Rueda y Javier Arias, con libreto de J. M. Sicilia, para la Fundación El Instante y la OCRTVE. Aparte de encargos, una obra íntima, surgida del sentir más espontáneo de mi familia y yo: un réquiem, sobrio –3 voces y 3 instrumentos–, en el que combino textos del Oficio de difuntos con fragmentos bíblicos en latín y castellano: música que nace del presente: exorcismo, rito y terapia. Por desgracia, en esta época ha habido más cancelaciones que proyectos, pero puedo anunciar para este otoño la zarzuela antes aludida. Se repondrá mi ópera Lilith, luna negra. Estaba programada por la Fundación March para noviembre pero se retrasa a marzo de 2021. Lilith también irá en verano al festival LittleOpera de Zamora. En agosto de 2021, un nuevo cuarteto de cuerda, encargo del Festival de Stresa, en Italia. En septiembre, en Turín y Milán, la reinstrumentación del Requiem de Mozart encargada por el festival MiTo 2020, pospuesto a 2021. Está pendiente otro estreno truncado: el segundo libro de Cantos de Quirce, que completa mi ciclo sobre poemas de Paco Quirce.
Refranes, razón viral y palíndromos
Tomás Marco
He llevado el encierro con paciencia y trabajando. Al fin y al cabo, componer necesita cierta reclusión. He podido terminar Sueño dela razón viral, un audiovisual con electrónica y música vocal e instrumental virtuales. Lo colgué en Youtube para todo el que quiera verlo y oírlo libremente. Y he terminado los clips con electrónica que se insertan entre los cinco movimientos ya compuestos de Human Tides (Mareas humanas) para mezzo, percusión y cuerda, una obra sobre las migraciones, para el Festival de Varna (Bulgaria) que se hará, si se puede, en septiembre. También una versión audiovisual de una pieza electrónica de hace unos años, pero muy poco difundida, Memorial para un doble 11, sobre los atentados de 11 septiembre y 11 marzo en Nueva York y Madrid. Con otra tercera versión de la misma que incluye un saxofón en vivo.
Ahora estoy esbozando Refranes y palíndromos, obra teatral que no es ópera sino del estilo de mi primer teatro musical. Y un libro: una historia de la creación operística desde 1900, que empiezo después de años de recopilar material. Ojalá podamos tener pronto una vida musical más o menos normal.
Canciones de cuna para soñar despiertos
Ana Silva
Las palabras que definen mi estado son trabajo, reflexión, introspección y concentración. Una actividad como la composición ayuda a que el reloj camine sin darte cuenta y, normalmente, me autoimpongo el enclaustramiento cuando estoy trabajando. En estas semanas he estado volcada en una pieza para clarinete y piano, y he empezado un trío de viento con piano y una canción lírica para soprano y piano.
“Ojalá salgamos de esto siendo más conscientes de nuestro poder para crear buenos momentos para otros”
En el horizonte tengo la presentación de Feliz desahucio, un corto al que he puesto música, preciosa historia que habla del desahucio infantil. Además, varios conciertos del espectáculo músico-escénico Añadas, canciones para soñar despierto: un ciclo con piezas pianísticas en torno a las canciones de cuna asturianas (añadas), en el que participamos un grupo de ocho artistas asturianas, entre escritoras, diseñadoras, instrumentistas y compositoras. El estreno de Existencia, ciclo de canciones paramezzosoprano y piano sobre textos de mujeres poetas. Y varios con-ciertos pospuestos (crucemos los dedos), en los que se interpretarán Dos canciones para mezzo y guitarra y el quinteto de viento Cardinales.
Mi esperanza es que salgamos reforzados, siendo más conscientes del valor de ‘lo pequeño’ y de nuestro ‘poder’ para crear buenos momentos para otros. ‘Sueño’, por un lado, con que la Administración impulse verdaderas políticas culturales y considere la cultura como imprescindible; y por otro, desde los propios profesionales del sector, las ideas que me vienen son ‘unidad’ y ‘colaboración’. Creo que la pandemia ha servido para encontrarnos de frente con todas esas grietas y precariedades que ya estaban ahí y que ahora nos azotan con prisa.
Max Aub en la ópera
Jesús Torres
Llevo muchos años en aislamiento para poder componer por lo que el confinamiento no fue un sacrificio. Lo singular de la situación es que está siendo terriblemente dolorosa para mucha gente y el futuro que se nos presenta no te hace ser optimista. Los artistas creadores no somos personas que vivimos alejados dela realidad; nos está afectando como a todo el mundo. También es verdad que la historia de la música del siglo XX –y lo que llevamos del XXI– es la descripción de una gran crisis, así es que estamos habituados a ellas. Yo desde mediados del año pasado estoy inmerso en la composición de mi primera ópera –Tránsito–, sobre la obra de teatro homónima de Max Aub; una bellísima historia de amor que se desarrolla en el exilio republicano en México. Se estrenará en las Naves de Matadero durante la próxima temporada del Teatro Real, en coproducción con el Teatro Español.
Otro objetivo para el futuro es estrenarlas obras canceladas: Altera bestia, para la Semana de Música Religiosa de Cuenca del pasado abril; Sortilegio, para el flautista Emmanuel Pahud, encargo del CNDM; o Spes, que acabo de terminar para ser estrenada en streaming próximamente por el Trío Arbós, entre otras obras de cámara. También compondré dos nuevos encargos orquestales para la Sinfónica del Principado de Asturias y la Sinfónica Ciudad de Zaragoza.
Réquiem colectivo
Consuelo Díez
Los compositores estamos muy acostumbrados a estar en casa muchas horas trabajando, que es la única manera de sacar adelante una obra. Muchos días de mi vida los he pasado así, sin salir, concentrada en la tarea, así que éramos personas preparadas para el enclaustramiento. Yo en este periodo me he centrado en dos obras, una para conjunto de cámara, encargo de Asier Puga, director dela Orquesta de Cámara de Zaragoza-Grupo Enigma, con destino al Festival de Ensembles que se realizará en otoño. Las piezas se interpretarán en varias ciudades españolas, lo que convierte este proyecto en algo muy atractivo. Y otra para violonchelo solo, encargo del Festival de Música Española de Cádiz de este año, de la mano de su director, Manuel Ferrand, que se estrenará allí en noviembre. Además, estoy con el proyecto de una ópera de cámara, que no tiene fecha de estreno.
“Espero que volvamos a disfrutar cuanto antes de la música en directo, que es donde está su magia”
Por otro lado, lamento que no haya podido ser el reestreno de Karunamaya, a cargo de Sonor Ensemble, ni el estreno de un réquiem realizado entre varios compositores, para el que yo compuse el Introito y el Kyrie. Pero confío en que volvamos cuanto antes a disfrutar de la música en directo, que es donde está su magia.
Nostalgia del encierro
Fernando Buide
Más que escribir música nueva, he pasado mucho tiempo descubriendo o revisitando obras de una gran cantidad de autores. Aunque tengo unas ganas enormes de regresar a la normalidad, sé que en un futuro echaré de menos estas semanas en las que he tenido tiempo para mí mismo.
Ahora trabajo en dos piezas para voz y orquesta sinfónica basadas en sendos poemas chinos de autores de la dinastía Tang. Forman parte de un proyecto para el festival de verano de Suzhou. Una escrita para soprano y otra para barítono y tenor. Además, tengo entre manos otro proyecto sinfónico y una obra de cámara con un instrumental muy dispar pero incluyendo órgano, voz y percusión. Tendrá la colaboración de un artista visual con quien desarrollaré el concepto de la obra. Estoy deseando redescubrir la música en vivo, regresando a un concierto para experimentar la sensación de compartir una vivencia colectiva. Si la música nos ha acompañado en la soledad, ahora la necesitamos para recuperar nuestros lazos humanos.