La música en directo se enfrenta a una gran incertidumbre de cara a los próximos meses. La Federación de la Música de España estima en 1.000 millones de euros las pérdidas directas provocadas por la pandemia en el sector, cifra que asciende a 7.000 millones teniendo en cuenta todos los servicios auxiliares de esta industria. A pesar de la desescalada progresiva del estado de alarma, parece seguro que la mayoría de festivales de este verano tendrán que suspenderse, ante la dificultad que entraña, tanto logística como económicamente, celebrar eventos de esta envergadura reduciendo el aforo y, por tanto, los ingresos. Algunos ya lo han hecho —el último, el de Peralada—, otros han cambiado de fecha, como el Primavera Sound; mientras que otros, entre ellos algunos de los más importantes de este país, como el Bilbao BBK Live, el Mad Cool, el FIB o el Arenal Sound guardan silencio desde que empezó la pandemia, lo que tiene en vilo a artistas, trabajadores y, por supuesto, a miles de usuarios sin saber qué hacer con sus entradas, viajes y alojamientos reservados. El Sónar de Barcelona estaba entre ellos, pero acaba de anunciar esta tarde su cancelación. "Sónar lamenta comunicar que, debido a la crisis global originada por la pandemia de Covid-19, las ediciones 2020 de Sónar Barcelona y Sónar+D no podrán celebrarse, por lo que se posponen a 2021. Tras valorar cuidadosamente todas las opciones, y atendiendo a las normativas gubernamentales, esta decisión ha sido la única posible para garantizar plenamente la salud y la seguridad de todos los asistentes, artistas y equipos involucrados", informa la organización en un comunicado.
Causa de fuerza mayor
Uno de los principales motivos del silencio de muchos festivales que aún no se han pronunciado podría ser que el Gobierno todavía no ha considerado oficialmente la pandemia como causa de fuerza mayor para la cancelación y el aplazamiento de eventos, algo que la Federación de la Música de España (Es_Música) considera “un tema crítico para la supervivencia de la música en vivo”, de cara a la resolución o modificación de los contratos suscritos. “Sin esa herramienta, las cancelaciones serían unilaterales. La causa de fuerza mayor es un salvoconducto necesario para negociar con las agencias de contratación de artistas, los seguros, las instituciones y los propietarios de los espacios”, explica Joaquín Martínez Silva, presidente de esta recién creada entidad que aglutina a asociaciones de todas las ramas de la industria musical —autores, artistas, intérpretes, promotores, organizadores de festivales, representantes, discográficas, salas de conciertos y editoriales—.
Cuando contactamos con algunos de los festivales mencionados para conocer de primera mano su visión de la crisis, todos ellos nos remiten a Patricia Gabeiras, directora de la Asociación de Festivales de Música. Esta abogada experta en propiedad intelectual y vinculada desde hace muchos años al sector de la música —la complejidad jurídica y normativa del sector explica la elección de un perfil como el suyo para desempeñar este cargo en la asociación—, considera que realmente los festivales pueden alegar causa de fuerza mayor para la cancelación aunque el Gobierno no lo haya reflejado expresamente en ningún decreto. No obstante, reconoce que en España los seguros que cubren las eventualidades de los festivales no reconocen la pandemia como motivo para pagar indemnizaciones, mientras que en otros países ese supuesto sí está contemplado.
Si esa declaración del Gobierno no es necesaria, ¿por qué no anuncian ya su decisión los festivales que aún no se han pronunciado? ¿Y por qué otros movieron ficha tan rápido? “La decisión de cancelar afecta a muchas personas; obviamente a quienes han comprado la entrada, pero también a muchos puestos de trabajo vinculados y artistas contratado. Se trata de buscar las soluciones que sean menos dolorosas para todas las partes”, opina Gabeiras. “Hay muchas diferencias entre cada evento. Cada uno tiene diferentes plazos de preproducción, tamaño, proporción de artistas extranjeros. Muchos festivales todavía albergan alguna esperanza de celebrarse si la desescalada sigue el calendario previsto. De momento lo que hay es mucha incertidumbre”.
Flexibilidad para devolver las entradas
Martínez celebra que el Gobierno haya aprobado este martes un decreto con medidas específicas de apoyo para el sector cultural y que aparezca en él la industria musical, “algo histórico que no había ocurrido nunca”, pero al mismo tiempo considera las medidas “positivas pero insuficientes”, y opina que deben ser un “punto y seguido” en la estrategia del Gobierno para ayudar al sector. Una visión agridulce que Es_Música expresó también mediante un comunicado titulado “La música queda relegada en las medidas aprobadas hoy”, en el que critica, entre otras cosas, que haya subvenciones directas para las librerías y no para las salas de conciertos, o que se produzcan deducciones en el Impuesto sobre Sociedades para los rodajes de cine pero no para otros sectores.
“La certidumbre es el oxígeno necesario para poder iniciar la recuperación, y eso se consigue conociendo plazos, aunque sean aproximados”, opina el presidente de la federación, que además es el responsable de los festivales Portamérica y O Son Do Camiño y representante de Vetusta Morla y Xoel López, entre otros artistas.
En la misma línea, Gabeiras celebra las medidas tomadas por el Gobierno como algo “necesario y muy bienvenido”, pero da por sentado que hay que “seguir trabajando para completarlas”, incorporando algunas nuevas y aclarando algunos aspectos de las ya aprobadas, tal como prometió el ministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes.
Otra cuestión fundamental que está ausente en el decreto es la “flexibilización” en la gestión de las entradas ya vendidas. El sector reclama que estas sigan siendo válidas para las nuevas fechas en el caso de los espectáculos reprogramados. En caso de devolución, un derecho inapelable de los usuarios, el sector pide que se le conceda un plazo amplio para reembolsar el dinero a los compradores. “Para ello sería necesario cambiar la normativa de consumo. De las entradas vendidas ya se ha pagado el IVA a Hacienda en muchos casos; si hacemos una devolución masiva, Hacienda no nos va a devolver ese dinero porque está saturada, tardaría meses”, apunta el presidente de Es_Música.
Otras reclamaciones
Del resto de medidas aprobadas por el Consejo de Ministros este martes, Martínez aplaude la línea de financiación abierta mediante una inyección de 20 millones de euros en la sociedad de garantía recíproca Crea SGR, que permitirá avalar a empresas del sector que por sí mismas no han podido ganarse la confianza de los bancos, debido al abismo de incertidumbre económica que se abre ante ellas. “De los 111.000 socios a los que representa Es_Música, más del 95% son pymes y autónomos y lo tienen muy difícil a la hora de pedir un crédito, por eso nos parece muy positiva esta medida”.
También ven con buenos ojos el abono del 30% de actividades contratadas por administraciones públicas que se aplacen e indemnizaciones de entre el 3 y el 6% de las que se cancelen, pero piden incluir también la parte correspondiente a las entidades de gestión —es decir, que cobren los derechos de autor que habrían recaudado—. “En el caso de los autores la crisis va a empezar mucho después, porque ellos cobran la liquidación de sus derechos entre 6 meses y un año después de que se generen”, explica Martínez. “Si se protege a toda la cadena de la música en directo menos a los autores, se estaría cometiendo un agravio comparativo”.
Además de las mencionadas, el sector echa en falta otras medidas. Una de ellas es la creación de una renta básica temporal tanto para trabajadores por cuenta propia y cuenta ajena en modalidad de obra y servicio. También que se extiendan las condiciones extraordinarias de los ERTE que se produzcan durante el estado de alarma a aquellos que se realicen cuando este termine, “pero cuando acabe el estado de alarma vamos a seguir sin poder realizar actividades. Necesitamos que esas condiciones se mantengan mientras dure la inactividad del sector, porque si no, en vez de ERTE habrá despidos masivos”. También reclama que las facilidades de acceso a las prestaciones por desempleo anunciadas para los artistas se extiendan a todos “los profesionales que forman parte de la cadena”, como técnicos especializados dedicados a la producción, servicios de logística, marketing, ticketing, transportes y medios técnicos y personal de salas de conciertos, discográficas, estudios de grabación, editoriales, promotores y organizadores, entre otros.
Otra fuente de incertidumbre es cómo minimizar los riesgos de contagio entre los espectadores a un concierto o un festival. “Lo veo completamente imposible. Podemos poner arcos de seguridad con control de la temperatura corporal, nebulizadores, máquinas de ozono… Hay maneras de minimizar el riesgo, pero eliminarlo del todo es imposible. Podemos tener ideas, pero lo que faltan son protocolos”, admite el presidente de Es_Música. “Eso tiene que venir dado desde la administración”, coincide Gabeiras.
¿Hacia un ocio exclusivamente digital?
Desde que se decretó el confinamiento en todo el mundo, los músicos de todo el mundo se volcaron para ofrecer su talento de manera altruista con conciertos a través de las redes sociales. El más importante de ellos fue el One World Together At Home, una especie de telemaratón de actuaciones estelares grabadas desde casa, amadrinado por Lady Gaga, la OMS y la entidad sin ánimo de lucro Global Citizen. Si tal como apuntan muchos estudios, debemos prepararnos para nuevos brotes de la pandemia cada año, ¿significa eso que el sector de la música en vivo debería prepararse para ser capaz de sobrevivir en internet?
“Se trata de una cuestión que abarca varias líneas de actuación”, opina el presidente de Es_Música. “Por una parte, tiene que ver con la función de la música como elemento tractor e indispensable para la publicidad, el audiovisual, etc. Es un vehículo imprescindible y necesitamos ejercitar la creatividad y ponerla al servicio de la recuperación de otros sectores. En el mundo digital el consumo se produce de una manera diferente y es algo en lo que no solo estamos trabajando, sino que es la única alternativa ahora mismo. Quizá podemos hacer que un concierto con el 25% de aforo permitido sea rentable si tenemos otros ingresos a través del streaming”, apunta Martínez. “En cualquier caso necesitamos certezas acerca de cuándo podremos volver a los escenarios, porque es la única manera de empezar a planificar nuestro futuro. Somos los primeros que tuvimos que parar y seremos los últimos en volver”.