En los Teatros del Canal, con la producción de Escenario Clece, se da paso a una nueva aventura escénico-musical de Albert Boadella, que fuera durante unos años precisamente el responsable de la programación de ese centro. En esta ocasión, el dramaturgo, actor, director y gestor catalán ha escrito, junto a su colaboradora de hace años Martina Cabanas un texto titulado ¿Y si nos enamoramos de Scarpia? que puede tener su gracia y su interés si pensamos en la inventiva demostrada desde hace años con creces y que le permite acercarse, con más o menos guasa y sentido crítico, a los temas más espinosos e incluso resbaladizos.
Nos acordamos de su sorna lírica que enfrentaba a Wagner y Verdi, que profundizaba con sutileza, no reñida con el descubrimiento de nuevas –y a veces discutibles– vías expresivas y caminos no explorados; de su animado retrato de Amadeo Vives; de su desacralización de Picasso; de su visión, buscando una imposible verdad histórica, de Felipe II. Aquí, en unión de la coautora del guion, trata de situar en su justo término el gran problema del feminismo rampante y que se considera exagerado. Han querido hacer, como dicen los dos responsables, un espectáculo que sirva para reflexionar sobre la cuestión sin caer en lo panfletario, con el fin de que cada uno lo lea a su manera. Algo sumamente difícil, creemos, pero quizá valga la pena intentarlo. Seguro que esa pretendida ecuanimidad traerá cola.
El montaje recorre (y desmenuza) fragmentos de muchas óperas: La Bohéme, Carmen, Aida, Otello, La Traviata…
La obra es definida por los libretistas como “una reyerta lírica”. En ella se podrán escuchar las arias más brillantes en la discusión que sobre la escena mantienen un director de orquesta y dos sopranos en el curso del ensayo de una gala lírica. La habilidad de Boadella y Cabanas hace que los argumentos operísticos sean la base del enfrentamiento verbal entre los tres personajes. Argumentos que, según una de las partes en disputa, presentan las féminas bajo un concepto falso y anacrónico. Lo cual es interpretado desde el lado de las damas como una vejación.
Ausencia de Tosca
Se dice en el texto de presentación que la controversia va creando cada vez situaciones más disparatadas. Las razones objetivas y racionales llegan a ser arrinconadas por la emoción emanada del arte y de la belleza. A ese discurso se engarzan, como se dice, fragmentos escogidos ad hoc de distintas óperas: La bohéme, Madama Butterfly, Camen, Gianni Schichi, Aida, Otello, Rusalka, Don Giovanni, La traviata, Los cuentos de Hoffmann, Sansón y Dalila… Se incluyen también pentagramas de alguna zarzuela como La del manojo de rosas y La tabernera del puerto. Curiosamente entre esos títulos no aparece Tosca, en donde tiene protagonismo el barón Scarpia.
Para llevar a buen término el proyecto, que estará en la Sala Verde entre el 6 y el 15 de noviembre, se cuenta con tres cantantes muy sólidos y competentes: el tenor lírico-ligero Antonio Comas, fiel colaborador de Boadella, que tocará también el piano, y las sopranos María Rey-Joly, lírica de excelentes reflejos, adaptable a los más variados repertorios, y, la gran novedad, Carmen Solís, de amplio y bien coloreado instrumento de ancho lirismo, reciente triunfadora en El Caserío de Guridi del Teatro de la Zarzuela. Completan el equipo el director musical Manuel Cobes, el iluminador Bernat Jansà y la asesora artística Dolors Caminal. La propia Cabanas ejerce como ayudante de escena.