Ensayo de Mozart y Salieri, de Rimski-Korsakov. Foto: Dolores Iglesias/archivo Fundación Juan March
El tenor Pablo García López y el bajo Ivo Stánchev subirán al escenario de la Fundación Juan March, a partir de este sábado, Mozart y Salieri, la obra de Rimski-Kórsakov integrada dentro del Teatro Musical de Cámara.
Todo parece estar a punto, pues, para dar a conocer esta original tragedia breve, en la que se cuenta de manera fantasiosa el envenenamiento a manos del envidioso Salieri del compositor salzburgués. En el imaginario diálogo se ventilan interesantes cuestiones artísticas, humanas, sociológicas y musicales que Rimski-Kórsakov nos cuenta con una hermosa paleta de colores empleando un recitativo dramático de corte melódico en la línea utilizada por el rompedor Dargomiski, a quien la obra está dedicada.
Mozart y Salieri es, como nos dice en el magnífico programa de mano la musicóloga Marina Frolova-Walker, "una obra cuidadosísimamente calculada e irónica que no puede tomarse al pie de la letra si queremos comprender por qué la escribió Rimski-Kórsakov, que pretendía hacer un homenaje a Dargomiski, aunque realmente subvierte el enfoque de este compositor. El estilo declamatorio resulta manifiesto de inmediato. Bruscos acordes, que surgen de fórmulas de recitativo clásicas, interrumpen el flujo como rotundos signos de puntuación". Lógicamente, estos efectos no podrán ser apreciados en la versión con piano, que en todo caso nos dará la clave para seguir la evolución de la línea vocal, la armonía general, el contraste entre los timbres del bajo y el tenor protagonistas, los acentos tan justamente colocados y los retazos melódicos que en ocasiones subyacen como elemento de cohesión conectados con la forma arioso y que facilitan la escucha; y entre los que se cuelan determinados motivos de obras de Mozart, como el aria de Zerlina Batti, batti, de Don Giovanni, un tema del ballet Les petites riens o el comienzo del Requiem. Todo ello imbricado en unos versos al estilo de Shakespeare que nos trasladan la verdadera dimensión trágica de la historia.
Es muy interesante lo que comenta Rita Cosentino, autora de la puesta en escena: "Pushkin había basado su argumento en un comentario publicado por un periódico vienés que decía que, durante una representación de Don Giovanni, se oyó un silbido. Todos los presentes volvieron sus cabezas con curiosidad e indignación para ver de quién se trataba, y vieron cómo un Antonio Salieri perturbado abandonaba la sala precipitadamente consumido por la envidia. El escritor ruso alegaba en su defensa contra los críticos de su obra que ‘el envidioso que era capaz de silbar a tan maravillosa música compuesta por Mozart también era capaz de envenenar a su creador'. La frase no carece de exageración pero, ¿podría el sentimiento de la envidia llegar tan lejos, contener tan poderoso tánatos, como para cometer un asesinato?" He ahí la cuestión que se dirime en el fondo de la historia, y lo hace ofreciendo sus múltiples luces y planteando una muy atractiva paradoja: ante la eliminación del rival, la derrota del envidioso es devastadora. "Y ese es el padecimiento que podríamos imaginar" -nos dice Cosentino- "de un Antonio Salieri dilatado en el tiempo, que, luego de haber 'borrado' a Mozart de la historia, ha quedado solo, blasfemando contra sí mismo, contra sus fantasmas y contra el mundo hasta el final de sus días. Hay algo de la construcción temporal de la acción dentro de la obra que nos permite imaginar esto: un después. La muerte de Mozart sucede fuera del texto, en un después imaginado pero implícito dentro de la obra, y es en ese después en el que aparecen todas las preguntas y en las que se construye la presente propuesta escénica".
Un despuésm, que hay que imaginar también tras las últimas palabras de Salieri en la ópera, que tratan de despejar sus dudas y, en cierto modo, justificar su acción, de acuerdo con la traducción del ruso realizada por Amelia Serraller Calvo, que es la seguida en estas representaciones: "¡Hasta la vista! ¡Dormirás eternamente, Mozart! Pero, ¿y si él tiene razón y no soy ningún genio? 'El genio y la maldad son incompatibles' No es cierto: ¿y Buonarrotti? ¿O acaso es un mito del populacho zafio e insensato, y el artífice del Vaticano no fue también un asesino?"
Para las representaciones previstas se cuenta con mimbres de primera categoría. En el piano estará el emprendedor Borja Mariño, músico avezado, fantasioso, que se mueve en distintos frentes. Sobre la escena, ya se ha dicho que ideada por Cosentino, se moverán el bajo búlgaro Ivo Stánchev (Salieri), de recio y sonoro instrumento, que lleva años circulando por nuestros escenarios, y el tenor cordobés Pablo García López (Mozart), voz aireada y fluida, alumno de Juan Luque. Habrán de cantar unas partes que estrenaron el gran Fiodor Chaliapin y Vassili Chkafier. Rafael Rivero será el asistente de Salieri y enterrador y Fran Parrado el mendigo ciego violinista. Celeste Carrasco está el frente de los vídeos. Antonio Bartolo de la escenografía y Gabriela Salaverri de los figurines.