Antonio Reyes y Diego del Morao. Foto: José Lamarca

Casa Patas acoge desde este viernes el ciclo Flamenco. San Isidro 2016, en el que el cantaor y el guitarrista se alían para ofrecer su versión más esencial y desnuda. Les acompañan José de la Tomasa, Riqueni, Esperanza Fernández...

Una serie de doce conciertos en el recogimiento de un espacio para no más de noventa personas, con la cálida cercanía de los músicos y acústica natural, sin la megafonía que, a veces, suele falsear o distorsionar el resultado sonoro de voces y guitarras, es la atractiva propuesta de Flamenco. San Isidro 2016, que se celebra en la Sala García Lorca de la Fundación Conservatorio Casa Patas, de Madrid, desde este viernes (6) al 11 de junio. El silencio es absoluto, las expresiones de los artistas al alcance de la mano, la voz del cantaor tan próxima que percibimos todos los matices, nos conmueve el esfuerzo por transmitir un pasaje de su cante, la sutileza de los tonos a veces susurrados, el lenguaje de las manos, el dramatismo gestual de su rostro. La emoción es aún mayor por esa confinidad, por estar frente a quien nos canta sin fosos, sin la lejanía de un escenario que impide la inmediatez o la participación.



"El flamenco se percibe mejor en espacios pequeños. En un estadio, por ejemplo, la energía se diluye y se pierden muchos detalles, así que es necesario compensar esa merma utilizando una potente megafonía, efectos de luces y elementos escénicos espectaculares", dice Antonio Reyes, que participa en el ciclo y ha publicado su disco Directo en el Círculo Flamenco de Madrid, junto al reconocido guitarrista Diego del Morao, grabado efectivamente en directo y en un ámbito intimista. "Ha sido una apuesta, si no arriesgada, al menos acompañada de un gesto de valentía. No sabíamos lo que iba a ocurrir en ese concierto que, después, se iba a convertir en un disco. Era la primera vez que Diego y yo hacíamos algo juntos. Él ofrece todas las garantías, lo mismo que los palmeros y jaleadores Chicharito y Diego Montoya. Pero los cuatro teníamos conciencia de que se trataba de una apasionante y hermosa aventura de la que desconocíamos el final".



Acreditados nombres del mejor cante y las más sobresalientes guitarras componen un cartel único y difícil de repetir para un brillante programa que abre Vicente Soto Sordera, hijo del insigne Manuel Soto Sordera y perteneciente a una casa de músicos gitanos originarios del jerezano barrio de Santiago. Le sigue el esperado concierto como solista de Rafael Riqueni, el guitarrista y compositor sevillano que está a punto de concluir su obra Parque de María Luisa, para continuar con un icono del cante tradicional de Jerez, Manuel Moneo, que le da paso a El Capullo y su personal lenguaje en las formas festeras; Esperanza Fernández, una de las grandes voces femeninas de hoy; Tony Maya, Antonio Campos y Paco Cortés, en una noche dedicada a la música granadina actual; Antonio Reyes y Diego del Morao, dos figuras emergentes, habituales en las programaciones de mayor reputación; el maestro José de la Tomasa, cantaor que encarna el clasicismo en su más alta expresión artística; Carmen de la Jara, personalidad representativa del cante gaditano; La Cañeta de Málaga, que con 84 años tiene la desbordante pujanza de subirse a un escenario y enardecer al público; Óscar Herrero, con un concierto de guitarra asimismo en calidad de solista, y Miguel el Rubio, que clausura el certamen. Y todos ellos acompañados por las espléndidas guitarras de Manuel Valencia, Miguel Salado, Diego Amaya, Miguel Ángel Cortés, Manuel Parrilla, Antonio Carrión, Antonio Soto y Antonio el Ingueta. "La Sala García Lorca", afirma Antonio Reyes, "ha adquirido un considerable prestigio, tanto por el público, entendido y de verdaderos aficionados, como por la originalidad de presentar el flamenco en su versión más esencial y desnuda.