Hilary Hahn
La instrumentista norteamericana, una de las más cotizadas en los auditorios mundiales, suma a su técnica interpretativa sobre el escenario una dimensión intelectual, capaz de alumbrar ambiciosos proyectos musicales. Ahora acaba de lanzar un nuevo álbum, In 27 pieces, que agrupa encores encargados a compositores contemporáneos, incluido Antón García Abril, cuya pieza, Tres suspiros, se estrenará en España el jueves, 8, en el Auditorio Nacional.
Con los años el concepto se expandió al territorio sinfónico y camerístico. Orquestas y solistas suelen llevar hoy en su cartuchera una serie de encores para las tardes de éxito, que no tienen por qué ser meras repeticiones de pasajes acometidos durante la actuación previa. En estas propinas echan el resto, desplegando su virtuosismo. Hay una cierta inercia a asociarlos a ejercicios de mera pirotecnia musical pero la violinista Hilary Hahn (Virginia, EE.UU, 1979) ha decidido dignificarlos en un nuevo álbum: In 27 pieces (Deutsche Gramophone).
Todas las piezas son encores, un tipo de composición que le apasiona y que cultiva en sus giras por medio mundo: "Son ingeniosos, emotivos y desafiantes. Los más grandes músicos de la historia han recurrido a ellos. De hecho, la mayoría de los que interpretamos hoy los violinistas fueron moldeados por nuestros predecesores". El legado de encores es amplio y variado. Pero Hahn estaba preocupada por su futuro. Veía que su producción se había estancado entre los compositores vivos. Así que decidió imprimirle un nuevo impulso por sus propios medios. "Me instalé frente al ordenador y empecé a buscar toda la música contemporánea que me habían recomendado últimamente. Pasaba horas clickando enlaces que me llevaban a los repertorios de sus creadores, pertrechada de té y chocolate, hasta que empezaba a amanecer. Devoraba todos los samples disponibles online. Quedé fascinada por la riqueza de fuentes y estilos. Cuando una pieza me enganchaba, sentía un deseo visceral de colaborar con su autor".
Tras esa prospección en la red, Hahn dio el segundo paso: ponerse en contacto con todos esos músicos que le habían tensado las fibras sensibles. Escribió cartas, mandó mails, hizo llamadas telefónicas y les planteó su propuesta: escribir para ella un encore. "Uf, qué nervios pasé. Era como pedirle una cita a un chico. No sabía cómo iban a reaccionar. A la mayoría no les conocía de nada". Pero el prestigio de la joven instrumentista estadounidense, que con cuatro años ya empuñaba un violín y con sus 33 actuales tiene a la espalda una carrera discográfica jalonada por 14 discos y dos Grammys, operó como un cebo imposible de obviar. En total, 26 compositores se comprometieron a participar. El plantel lo redondeó con un vigesimoséptimo, que se impuso en un multitudinario concurso (más de 400 aspirantes) abierto por Hahn en Youtube.
Las nuevas partituras iban llegando a sus manos a cuentagotas. "Me hacía una ilusión tremenda cada vez que abría una. Todas suponían un reto: me exigían aprender un lenguaje desconocido, cada uno con su propia gramática. Todas las piezas tienen su carácter y su significado único. Es muy difícil determinar un denominador común que las agrupe, más allá de su concisa estructura: la única directriz que les di es que estuvieran diseñadas para violín y piano, y que no sobrepasaran los cinco minutos. Las hay que son más líricas, como las de Oshima y Silvestrov. Otros compositores, Turnage o Bates por ejemplo, han incorporado elementos del folk norteamericano, como el bluegrass". El resultado es un escaparate de la composición contemporánea, en el que también concurre nuestro Antón García Abril, invitado por Hilary Hahn a tomar parte en su original y ambicioso experimento. La violinista, una de las más cotizadas en el mercado de los auditorios internacionales, se prendó del compositor español escuchando su disco Canciones de Valldemosa, grabado por la mezzosoprano Zandra McMaster y el pianista Alessio Bass.
García Abril le escribió Tres suspiros. "A mí no me gusta componer piezas sueltas sin pertencia a una obra mayor. Así que en realidad lo que le compuse es una pequeña sonata, dividida en tres partes. Ella ha incorporado al disco la tercera", explica a El Cultural García Abril desde Viena, en cuya Musikverein (Sala Brahms) se han interpretado sus Siete canciones de amor. Pero en el concierto que Hilary Hahn ofrecerá este jueves (8 de mayo) en el Auditorio Nacional, dentro del ciclo Series 20/21 del CNMD, acometerá el tríptico al completo, con el sello unitario que le estampó García Abril. En el recital madrileño, al que llega respaldada por el pianista Cory Smythe, su cómplice también el disco, colocará sobre los atriles un ramillete de fantasías firmadas por Schoenberg, Schubert y Telemann, aparte de una sonata para violín y piano de Mozart, aún por determinar.
A García Abril esta colaboración sólo le ha deparado alegrías. No dudó en aportar sus pentagramas al proyecto de Hahn por las credenciales que la avalaban, a las que se suma un código profesional estricto y acaso en peligro de extinción: "Tiene la gentileza de pagar religiosamente los encargos de su propio peculio, sabiendo que cualquiera de nosotros trabajaríamos con ella gratis et amore". El maestro turolense, además, acaba de rematar tres partitas alumbradas también a instancia de la inquieta violinista. "Me explicó convencidísima: ‘Si Bach tiene tres partitas, tú también deberías tenerlas'". Otra prueba de su talante visionario y de su decidida voluntad por agitar los resortes de la música contemporánea.