Josep Pons
La mejor Nacional de la historia toca esta tarde en el Auditorio
4 febrero, 2011 01:00El director Josep Pons. Foto: Rafa Martín.
La Orquesta Nacional interpreta este fin de semana la música de 2001: Odisea en el espacio de Kubrick. El Cultural ha hablado con Josep Pons, que hace balance de sus siete años como titular en su penúltima temporada antes de marcharse al Liceo.
Si Josep Pons (Berguedà, 1957) fuera actor de cine haría siempre de poli bueno. "Para apretar ya están los tiempos", se explica el titular de la Orquesta Nacional de España al término de un ensayo. Preparan, junto al Coro de la Generalitat Valenciana, la música de 2001: Odisea en el espacio de Stanley Kubrick, uno de los programas más esperados de su temporada dedicada al cine. Pons recorre los pasillos del Auditorio marcando en el aire el un-dos-tres-un-dos-tres de El Danubio azul de Johann Strauss y, por un instante, la ingravidez de vals anula su condición de director newtoniano, siempre con los dos pies pegados al suelo.
Llegó a Madrid en 2003, después de resucitar a la Orquesta Ciudad de Granada, y heredó una Nacional colapsada por las huelgas y los conflictos internos. Siete años más tarde, la entidad se ha modernizado, ha consolidado su presencia internacional, ha rejuvenecido su imagen y sigue ensanchando los márgenes de su repertorio. "No hay color. Hemos crecido una barbaridad, en todos los aspectos, no sólo el musical. No debemos olvidar que el sonido de una orquesta pasa también por los despachos". Allí se firmó en 2008 un acuerdo entre el Ministerio de Cultura y los profesores de la ONE por valor de más de 700.000 euros anuales. Se acababa así con las reivindicaciones salariales de los músicos a cambio de la cesión total de sus derechos audiovisuales. "Aquella negociación fue clave. Nos permitió engrasar toda la maquinaria interna de producción y, a cambio, en los últimos tres años hemos grabado nada menos que ocho discos".
Naturaleza ecléctica
En sus grabaciones se ocupan de la vanguardia de César Camarero, José María Sánchez-Verdú y Benet Casablancas, recuperan a Ravel, Debussy, Albéniz o Falla y comparten mantel con Estrella Morente y Tomatito, protagonista de Sonanta suite, su último éxito para Deutsche Grammophon, que les ha valido un Grammy. "La ONE ha demostrado que es un conjunto estable a la vez que versátil, una referencia para las orquestas españolas y un espejo donde mirarse". Lo dice a unos pocos meses de que expire el contrato que lo vincula al Auditorio y cuando empiezan a sonar los nombres de los candidatos a la sucesión. Ésta será la penúltima temporada de Pons en Madrid. No habrá prórrogas ni renovaciones. Ya lo ha fichado la Orquesta del Teatro del Liceo para su temporada 2012/2013.
-Hace 7 años se propuso llevar la ONE al máximo nivel. ¿Se irá con los deberes hechos?
-Creo que hemos cumplido todos los objetivos que nos hemos marcado. En sus 80 ó 90 conciertos anuales, la ONE ha estado presente en muchos frentes distintos, con todo tipo de repertorios. Me siento especialmente orgulloso de nuestra reciente aventura discográfica y del progreso con la música barroca. Haïm, Goodwin, Herreweghe, McCreesh, Minkowski o Spering quedaron fascinados con nuestro sonido. Querían traer su propio bajo continuo, y al final invitaron a nuestro chelo Miguel Jiménez Peláez a tocar fuera con ellos.
-¿Algo que envidiar a la ONE de Argenta o Frühbeck?
-La ONE tiene un pasado glorioso. Pero todo eso está en la cuenta del haber, no en la del deber. Hoy es un instrumento de máxima precisión. Nos puede llegar a emocionar la magia de aquella época, pero hay un exceso de mitificación. Si me pusiera a corregir las grabaciones de entonces como corrijo las de ahora, lleno la página. Créame, la mejor versión de la Nacional toca esta tarde en el Auditorio.
-¿Y qué nuevos retos se plantean para el futuro?
-Nuestro objetivo hoy es pulir lo pulido. Siempre se puede mejorar. Piense que las orquestas son como un fórmula 1, y el repertorio es el piloto. Puede ser más agresivo o más suave. Yo sólo soy el mecánico y me limito a ir cuidando el motor para que no se gripe.
-¿Cómo vive la situación de las orquestas de la Radio y Televisión holandesa, las de la BBC o de la Sinfónica de Detroit?
-Es un drama total que esperemos no nos salpique. Europa se equivoca si piensa que saldrá del atolladero recortando en gastos de cultura. Los 5 millones de euros que cuesta al año una orquesta es el chocolate del loro. Con lo que cuesta un caza se pueden levantar dos orquestas.
-También las hay que se mantienen solas...
-No tenemos la estructura jurídica necesaria para funcionar con donaciones y patrocinios. Es un horizonte que está ahí y que hay que ir conquistando paulatinamente. La malograda Ley de Agencias ofrecía algunas herramientas de autofinanciación. Pero lo que de verdad funcionaría es una nueva legislación fiscal que permita desgravaciones.
-¿El eterno dilema de la rentabilidad, o no, de las artes?
-La cultura es rentable cuando contribuye a que la ciudadanía sea un poco más feliz, se cuestione ciertas cosas y contribuya a su crecimiento personal. En cualquier caso, hemos aumentado las ventas en taquilla y la pasada temporada contamos 400 abonados nuevos.
-Sin embargo, este 2011 la orquesta se quedará sin odisea...
-Hemos cancelado la gira por Estados Unidos porque no podíamos asumir tanto gasto en un contexto de reajustes presupuestarios. En los próximos tres años, se van a reducir nuestras operaciones comerciales en un 36%. No nos quejamos. Pero tampoco queremos asumir riesgos innecesarios.
-¿Y qué le gustaría hacer antes de marcharse?
-En la Nacional he cumplido todos mis sueños musicales. He tenido grandes experiencias. Dutilleux, Stockhausen, Henze, Gubaidulina... No pido más.
Quiniela sucesoria
Se cuida mucho Josep Pons de no dar nombres, pero asegura que su sucesor ("o sucesora") no tendrá que ser necesariamente español y joven. "Un director como Gustavo Dudamel sería fantástico. Lo mismo que un veterano como Zubin Mehta". En cualquier caso, la decisión está en manos de Félix Palomero, director general del INAEM y responsable, en su momento, del fichaje de Pons. Según Palomero, desde el Ministerio de Cultura y la Comisión de la ONE se quiere priorizar el proyecto a la persona: "Se está hablando incluso de la posibilidad de crear la figura de un director independiente del musical". Mientras tanto, los 120 músicos de la ONE ya han empezado a hacer sus quinielas. Se repite el nombre de Pablo Heras-Casado, algunos apuntan a Pedro Halffter y, entre Rubén Gimeno, Pablo González y otras batutas pujantes, irrumpe con fuerza la del valenciano Jordi Bernàcer, que acaba de debutar en el Palau de les Arts de Valencia.