Enrique Morente
La voz que cantó el futuro
24 diciembre, 2010 01:00El cantaor Enrique Morente. Foto: J. Villanueva.
Con la desaparición del cantaor, el flamenco ha perdido un tomo de su enciclopedia. La voz de Enrique Morente fue un laboratorio de vanguardia que investigó en los orígenes del cante.
La gran aventura de Enrique Morente, ese arriesgado y sorpresivo autor de fórmulas revulsivas en oposición a todos los preceptos, se fundamentaba en un impulso de consistencia tan emocionante y turbadora como es el de la complejidad en su acepción más pura y definitoria. Especialista en mantener en vilo al público, ya fuera leal o desafecto, había recogido con minuciosa dedicación la cosecha del clasicismo a través de largas jornadas de investigación, surtiéndose de registros históricos, de testimonios facilitados por viejos artistas, de documentos y referencias con los que construía el armazón literario y estilístico de nombres perdidos en el fondo de los tiempos. En último caso, su interés se dirigía con la misma precisión y empeño tanto a los aspectos musicales como al perfil humano de aquellos que eran objeto de su estudio. Eso le ocurrió con Don Antonio Chacón (1869-1929), al que sometió a un profundo y riguroso análisis, que dio como resultado Homenaje a Don Antonio Chacón. Enrique Morente. Pepe Habichuela (1977). "Los que trataron a Chacón me hablaron tanto de él que me empapé de su música y me enamoré del personaje, porque sus características como individuo y su forma de encarar la vida me resultaron fascinantes. Además, por parte de algún sector se estaba orquestando una campaña de desprestigio, se decían barbaridades que me parecían injustas, y como por destino, o por la razón que sea, me ha tocado ir en contra de la corriente, llegué a la conclusión de que algún cantaor joven debía rescatarlo y reivindicar esa columna fundamental del flamenco, aunque, por otro lado, y siendo su figura tan inmensa, era imposible hundirla".
Con el bagaje acumulado a través de la indagación y la experiencia, con ese patrimonio ya digerido y aprendido, y que con el tiempo llegó a asumir como propio, Morente construyó el futuro. También, por cierto, como tantas veces se repite en las crónicas de este mundo y en cualquier época, sufrió la incomprensión, sobre todo de algunos círculos andaluces que miraban a Madrid, lugar de residencia del cantaor granadino, no sólo con recelo, sino con cierta indignación. Y en Madrid, a finales de los sesenta y principios de los setenta del pasado siglo, comenzaron a surgir las vanguardias, cuyos miembros -andaluces los más destacados-, aun teniendo una sólida formación sustentada en los esquemas tradicionales, proponían una reforma que permitiera iniciar un necesario proceso evolutivo. Ésa fue la generación de Morente, y éste el que llegó más lejos, convulsionando la magnitud expresiva del cante hasta elevarlo a otra dimensión sonora. No cabe duda de que ante los insidiosos mensajes que iba recibiendo de su querida Andalucía se tornó más radical, pero continuó, a pesar de todo, una obra que se expresaba en diversos niveles, tantos como su gran capacidad de inventiva -y de trabajo- le permitieron, no dudando en utilizar desde estructuras del rock más ardoroso hasta espacios propios del lenguaje de la música contemporánea, aunque sin dejar jamás, y en los momentos más inesperados -y esperados por el público- sus conciertos de flamenco clásico, de los que fue un maestro insuperable.
¿Y se ha perdido Enrique Morente alguna vez en esa búsqueda?, le pregunté en 1985. "Muchísimas veces me habré perdido; me he caído y me he levantado. El camino es así: uno se cae, se levanta, se pierde en la oscuridad, pero luego te rehaces y continuas el camino". ¿Y hacia dónde caminas ahora? "No sé", me contestó riéndose. "Quiero estar a caballo entre la tradición y el futuro. La meta, aunque no me agrada la palabra, es que me gustaría estar cantando con la misma sinceridad de siempre y sintiendo lo que canto. Cuando hay sinceridad y sentimiento, cualquier camino es bueno". ¿Es ésa una situación arriesgada? "Sí, crear una cosa que no esté hecha siempre es un riesgo".