Música

El jardín de Alcina

Herbert Wernicke vuelve a Barcelona con un título de Haendel

7 marzo, 1999 01:00

El director de escena alemán ha invertido el carácter positivo y negativo de los personajes de la ópera para resaltar la soledad de una mujer diferente que vive en un mundo de ficción

El próximo 10 de marzo llega a Barcelona, dentro de la temporada del Gran Teatro del Liceo, la "Alcina" de Haendel, en una galardonada y controvertida puesta en escena del alemán Herbert Wernicke que recibió en 1996 el premio "Opernwelt" a la mejor puesta en escena de Alemania.
Si en 1998 el gran éxito del Liceo en el Teatro Nacional de Cataluña fue "La Calisto" del veneciano Francesco Cavalli, dirigida musicalmente por Rene Jacobs y protagonizada por María Bayo, en una producción también de Wernicke, este año pretende repetirse el acontecimiento con "Alcina", una de las más aplaudidas obras del compositor dentro de las denominadas "óperas mágicas", junto a "Orlando" (1733) y "Ariodante" (1735), que forman tan sólo una pequeña muestra del amplio catálogo del compositor alemán nacionalizado inglés.
Como en otras de sus últimas óperas, "Alcina" (estrenada en 1735 para la temporada inaugural del Covent Garden) tiene un argumento extraído de la literatura caballeresca. En esta ocasión se trata del "Orlando Furioso" de Ludovico Ariosto, uno de los libros más utilizados en la historia de la ópera.
La trama argumental recurre a uno de los lugares comunes de este tipo de literatura: el del caballero hechizado (Ruggiero) por una maga (Alcina) y retenido en un jardín o isla de las delicias del que sólo es rescatado por su prometida Bradamante, que en el más puro estilo barroco aparece travestida de hombre y causando el consiguiente enredo amoroso con Morgana -la hermana de la hechicera-, y todo ello con toda suerte de complicaciones añadidas imaginables.

Licencias escénicas
Qué mejor que una ópera "mágica" para exaltar la imaginación y los recursos de uno de los grandes directores de escena de este final de siglo, que se ha prodigado también de forma frecuente en el repertorio romántico y contemporáneo. En esta producción de "Alcina", que se presenta por primera vez en España, procedente de la Deutsche Oper am Rhein, de Dösseldorf-Duisburg, aparece el anticonformismo del director de escena planteando un giro en el argumento original.
Wernicke invierte el carácter positivo y negativo de los personajes. Si en el original Alcina es una bruja que finalmente es vencida por los personajes "buenos", en esta versión el papel positivo será precisamente el de Alcina. Para el director escénico, este personaje encarna la magia, lo maravilloso, el deseo de vivir y soñar otras vidas más ricas y más intensas; su isla es, de hecho, el mundo del teatro, el reino del arte y la imaginación.
Además, el director se ha permitido diversos cambios y concesiones sobre la obra de Haendel con tal de redondear su apuesta escénica sobre la figura de Alcina. Así ha suprimido el ballet -influencia de la ópera francesa en el compositor-, el coro e incluso el personaje de Oberto. También se han trastocado algunas escenas, cambiándose el orden para potenciar la idea de la soledad de una mujer diferente -la maga Alcina- que vive en un mundo de ficción.

Una escenografía simbólica
La escenografía de esta producción que se verá en Barcelona se basa en un telón de fondo que está cubierto por numerosos símbolos que representan lo desconocido, la magia, el mundo irreal que envuelve a la maga y que dan fuerza a la protagonista. Alcina, en el final propuesto por Wernicke, acaba abandonada, sola, cantando el aria "Mi restano le lagrime", que el director de escena ha colocado al final de la obra para desnudar el escenario y potenciar el drama de la intolerancia frente a la diversidad humana.
La dirección musical de la Orquesta del Gran Teatro del Liceo será ocupada por el especialista italiano Rinaldo Alessandrini, una elocuente batuta que ha roto moldes en la interpretación de las obras barrocas obteniendo grandes resultados en todos sus trabajos. En el aspecto musical de "Alcina" podemos encontrar la decisiva experiencia italiana en el tratamiento de las voces que Haendel aprendió de primera mano con Antonio Caldara y Alesandro Scarlatti, con las correspondientes arias "da capo" que desarrollaron los cantantes superdotados de la época, los célebres "castrati".
A pesar de que hoy en día es imposible reproducir el estilo y las facultades de una tradición vocal irrecuperable, la "Alcina" de Haendel sigue necesitando una muy nutrida nómina de intérpretes que sean capaces de cantar e interpretar sus personajes con maestría. No por nada esta ópera está considerada entre las mejores por la inventiva de su música y por el poderío vocal que requieren los dos personajes principales. La propia Alcina, que Joan Sutherland eligió como caballo de batalla en los años sesenta, será representada por la soprano de Bratislava Luba Orgonasova, que ya es conocida en Barcelona después de su exitoso debut en el Liceo en una versión de concierto del "Mitridate re di Ponto" de Mozart en 1996 y en su recital junto a Ann Murray. Le acompañará la rutilante mezzo búlgara Vesselina Kasarova como Ruggiero, papel que estrenó en 1735 el célebre castrado Giovanni Carestini y que requiere una cantante de buenos medios y destacada técnica.
El papel de la fiel amante recaerá sobre la conocida contralto polaca Ewa Podlés. El resto del reparto está adjudicado a un grupo de jóvenes cantantes españoles de solvente prestigio, entre los que destacan la soprano María José Moreno como Morgana, el tenor Francisco Vas como Oronte y el bajo Felipe Bou como Melisso.