Hasta el próximo día 30, una nueva versión del Cascanueces creada por Blanca Li (Granada, 1964) puede verse en los Teatros del Canal que ella misma dirige. El ballet original, estrenado en 1892 con música de Piotr Ilich Chaikovski y coreografía de Lev Ivanov se ha ido convirtiendo a través de generaciones en un símbolo navideño. Hoy es una obra fundamental en el repertorio de las principales compañías de danza, por lo que Li también lo acoge sin reservas.
“El cascanueces es un ballet que me encanta desde que era pequeña”, explica la coreógrafa a El Cultural. Lo vio en Madrid por primera vez y más tarde, viviendo en Nueva York, tuvo la oportunidad de conocer distintas versiones. “Siempre me asombra cómo cada compañía se lo reinventa y me encanta la costumbre que se ha ido creando de representarlo en todas partes por Navidad”, añade. “Me ilusionaba mucho hacer algún día este ballet y la idea de crearlo utilizando un lenguaje tan diferente como es el hip hop me parecía que corresponde perfectamente con el ambiente de El cascanueces y la historia que cuenta”, explica remarcando el contraste que ello supone con el componente tradicional que envuelve a esta obra.
La versión que propone no está enmarcada en un ambiente de época sino en la actualidad, aunque sí respeta el argumento original que ideó Marius Petipa a partir de la narración de E.T.A. Hoffmann. Entre los regalos presentados a los jóvenes en la fiesta con la que se inicia el ballet, habrá dos cascanueces; uno tradicional y otro con forma de robot que interpreta un bailarín de popping –danza que simula el movimiento robótico– y más tarde se convertirá en príncipe; también habrá batalla contra los ratones y un mágico viaje por el país de los títeres.
Esta novedosa revisión de la obra que emplea danza urbana provoca un obvio choque anacrónico con el ballet original. “Me parece que le pega muchísimo y que podía darle una imagen totalmente distinto a una obra muy conocida y que relacionamos con el ballet clásico”, reflexiona la coreógrafa, siempre enamorada de la frescura y la energía que desprende la danza urbana autodidacta.
Afirma que decidió utilizar una mayoría de bailarines españoles para dar oportunidad profesional a unos intérpretes de buen nivel que no siempre tienen cabida en los escenarios: “Hice las audiciones en Madrid y los bailarines vinieron de todas las regiones. Son increíbles, la mayoría participan en competiciones, y ellos son los que han llevado esta obra de gira por Francia y ahora la interpretan por fin en Madrid”. Un conjunto de artistas que rezuma individualidad por su forma de bailar y en el que cada uno de ellos es capaz de incorporar el lenguaje de los otros para compartir momentos coreográficos de grupo muy expresivos.
Es un ballet que apela a su infancia. “Pienso que los adultos tenemos que volver a ser niños porque es ahí donde nos reencontramos con emociones diferentes que ya no somos capaces de sentir. Crear este Cascanueces me ha devuelto a ese lugar de niña, de juego y de sueño…”.
A pesar de insistir en su pasión por la obra, Li reconoce que no le gustan todas las versiones que de él se hacen por ahí. “Sin embargo, sí me gusta mucho la música, me parece increíble. Sólo escucharla tocada por una orquesta ya es un lujo, pero es que además creo que más o menos en cada creación de Cascanueces hay momentos de imaginación muy bonitos, y eso es lo que me encanta”.
Li ha utilizado aquellas secciones de la partitura que le parecen más relevantes, en una interpretación grabada por la Orquesta de la Comunidad de Madrid dirigida por Rubén Gimeno. La selección y dirección musical del espectáculo corre a cargo de Tao Gutiérrez, mientras que el vestuario está firmado por Laurent Mercier. La iluminación es de Pascal Laajili y el video de Charles Carcopino, quien también ha creado escenografía y atrezzo conjuntamente con Li para transportar al público entre el mundo real y el onírico a través de juegos de video y volúmenes.
“Soy muy fiel a mis equipos creativos”, explica la coreógrafa. “Trabajo con gente que me gusta mucho y con la que me entiendo muy bien, así que tenemos mucha complicidad y mucha armonía en el trabajo. Nos completamos tan bien que sé que si yo les lanzo una idea, ellos van a venir con cinco mejores aún”, añade con humor. Explica que todos trabajan “haciendo cada uno lo mejor que sabe y sin tensión, es realmente muy agradable. Les puedo empujar a cualquier locura”.
Diversión y colorismo
Es un equipo acostumbrado a crear en las condiciones más diversas. “Da igual que cuenten con un gran presupuesto o con pocos medios, como en este caso. El decorado lo hicimos con unos cartones que transformamos en un mundo mágico, porque en teoría este espectáculo debería representar un ambiente muy rico… Ese era nuestro desafío”, reconoce. Así nació esta producción, estrenada en febrero por encargo del festival Cités Danse de Suresnes para celebrar su 30 aniversario, y de la que Li aspira a que tenga “una larga vida”. Un espectáculo para toda la familia que la coreógrafa define como “muy colorido y divertido” y del que destaca el momento en el que el cascanueces/robot se transforma en príncipe y el espectador se traslada al mundo de la fantasía. “Espero que el público lo disfrute muchísimo”.