Baryshnikov: saltar más alto que Nureyev
Bailando 'El corsario' comprobamos que el discípulo consiguió lo imposible: superar a su legendario maestro
14 mayo, 2020 17:01Llegó Baryshnikov y mejoró lo que parecía inmejorable. El público creía que nadie podría acercarse siquiera al brío y la perfección de Rudolf Nureyev y fue precisamente uno de sus condiscípulos más jóvenes quien hizo sombra al primer ruso que había deslumbrado a Occidente en décadas recientes. Ambos -Baryshnikov y Nureyev- fueron alumnos del mismo maestro, Alexander Pushkin, en la célebre Escuela Vaganova de San Petersburgo. De él aprendieron Nureyev y Baryshnikov los secretos del virtuosismo y la masculinidad escénica que les sirvieron para desbancar a casi todos los bailarines occidentales en el repertorio académico tradicional, y ambos hicieron del paso a dos de El corsario uno de sus principales caballos de batalla en escena.
En la película Paso decisivo (Herbert Ross, 1977), Mikhail Baryshnikov se interpretó casi a sí mismo bajo el nombre de Yuri Kopeinike y bailó algunos de los solos más famosos de la historia del ballet, entre ellos El corsario. Misha -como se le conoce en los círculos cercanos- demostró con su interpretación que sí se podía saltar más alto, girar incluso mejor que Nureyev y, además, mostrar una austera virilidad tan fascinante como la de su predecesor. El de Baryshnikov era un pirata quizás más comedido que el del indómito Nureyev, pero tenía una técnica todavía más pulcra y una musicalidad milagrosamente más precisa. Misha, decían algunos, tenía además los ojos más azules.
Baryshnikov irrumpe en escena corriendo de entre las bambalinas y se acerca peligrosamente a la boca del escenario, y nosotros contenemos la respiración durante los dos minutos siguientes. Muestra su perfecta colocación durante el salto, su port de bras elegante y vigoroso, unos giros musicalmente perfectos y un sorprendente final que ejecuta con naturalidad en sentido contrario al que hizo las pirouettes anteriores. Pero ¿Baryshnikov es zurdo? No, pero parece querer decirnos, elegantemente, que puede hacer cualquier cosa.