En su primera obra biográfica sobre Piotr Ilich Chaikovski (1840-1893), publicada en 1991, Alexander Poznansky se planteó como principal reto combatir los bulos, mentiras y ocultamientos que, reforzados durante décadas por biógrafos, medios de comunicación y organismos oficiales e instalados con fuerza en la imaginación popular, distorsionaban dos aspectos clave en la vida del compositor: su condición sexual y las circunstancias de su muerte. Las transformaciones políticas que se produjeron en Rusia entre 1992 y 2005 permitieron al autor ampliar su estudio mediante la consulta de numerosas fuentes y el acceso a documentos originales que en muchos casos permanecían inéditos.
Esta nueva biografía, sustentada en la abundante correspondencia del músico y que puede aspirar a la consideración de definitiva, ofrece una exhaustiva reconstrucción de su peripecia vital, cuyos acordes de conflicto y contradicción se han extendido a su posteridad: fue condenado tras la Revolución de octubre de 1917 por constituir un fenómeno “totalmente ajeno a la conciencia proletaria” y rehabilitado por decreto gubernamental en 1940. En la Rusia de Putin, denuncia Poznansky, han surgido nuevos enfoques deformadores; por ejemplo, no se puede hablar de su homosexualidad.
Chaikovski nace en Vótkinsk, en los Urales. Es un niño de extrema sensibilidad, creativo y frágil y en el que se manifiestan tendencias melancólicas y accesos misántropos. A los 14 años sufre su primera gran conmoción con la muerte de su madre. Son años de descubrimientos: el alcohol, el homoerotismo, el ballet. Y toma una decisión fundamental: la apuesta por la música. Fue uno de los primeros alumnos del Conservatorio de San Petersburgo y uno de los primeros profesores del de Moscú. Estrena sus primeras composiciones, entre ellas Romeo y Julieta.
El año 1877 registra dos acontecimientos cruciales para Chaikovski: el inicio de su relación epistolar con la rica mecenas Nadezhda von Meck, que se convierte en su protectora y patrocinadora y a la que dedica su Cuarta sinfonía, y su decisión de casarse, por motivos reputacionales y para contentar a su padre, con la joven Antonina Miliukova. El matrimonio fue un desastre.
El apoyo financiero y logístico de Von Meck le permite adoptar unas dinámicas de vida distintas, dejar el conservatorio y viajar repetidamente por Europa. Las cartas que intercambia con su amiga revelan numerosos aspectos de su personalidad y su pensamiento. Apoya la monarquía (con matices), es patriota y antisemita. Y un gran lector.
En sus últimos años, el autor de El lago de los cisnes se convierte en uno de los primeros compositores rusos en dar a conocer (como director de orquesta) sus obras en Occidente, compone las sinfonías Quinta y Sexta y La dama de picas y se produce la misteriosa ruptura con su benefactora. En octubre de 1893 se contagia de cólera y fallece. Su inesperada muerte inspiró todo tipo de especulaciones.