David Peña Dorantes (Lebrija, 1969), quizá sin proponérselo, o tal vez pretendiéndolo pero sin tener en cuenta previamente el resultado, ha revolucionado con Identidad la manera de elaborar una obra que ofrece como desenlace un disco de considerable impacto.
La fórmula acostumbrada de recluirse en el estudio para componer e ir grabando hasta conseguir un producto coherente que se lance al mercado para después apoyarlo con distintas actuaciones, es el procedimiento contrario al que ha llevado a cabo Dorantes, miembro de una ilustre saga de músicos gitanos, entre los que se encuentran su abuela, María la Perrata, su padre, el guitarrista Pedro Peña, su tío, el cantaor Juan el Lebrijano, o su hermano, el guitarrista, cantaor y productor Pedro María Peña.
Identidad se inició con un concierto en la edición de 2020 de la Bienal de Sevilla, y después de recorrer diversos escenarios con un mismo repertorio, que ha ido sometiéndose a un proceso abierto de reajustes y transformaciones, al cabo de algo más de dos años ha desembocado en un título que está ligado a la naturaleza del propio autor.
“Identidad es la excusa perfecta para ofrecer la realidad de un músico cuando se encuentra en el momento de la creación y en directo, en el que se manifiesta el instrumento sin ningún tipo de microfonía, utilizando el sonido de su caja de madera, el de la sala, el de las cuerdas. Todo natural, tan natural como lo que yo escuchaba y vivía en aquellas reuniones familiares”.
De viena a madrid
Dorantes, que clausurará el 3 de junio el ciclo flamenco de la Fundación Juan March, y que ha sido invitado para presentar en octubre Identidad en el Teatro Odeón de Viena, y en noviembre en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, considera que se trata de una experiencia musical, aunque también de una circunstancia vital que ha servido como aprendizaje para transitar por ámbitos inéditos en el universo artístico.
La originalidad del lenguaje de Dorantes es fruto de “seguir manteniendo esa verdad ante el público y decir todo lo que sentía en ese momento: mi soledad ante el piano, aunque el teatro estuviese lleno. Yo anuncié: ‘Este es el último concierto después de un largo periplo, y de ahí va a salir mi próximo disco', aunque no sabía realmente lo que iba a suceder esa noche. Me la jugué. Y eso forma parte también de Identidad, el exponer mi alma al desnudo. Era un riesgo necesario”.
“Me la jugué. Y eso forma parte también de Identidad, el exponer mi alma al desnudo”
Dorantes es el primer flamenco seleccionado por la crítica alemana para los premios que diferentes medios otorgan cada año, en este caso a un disco en el que encontramos seguiriyas, tangos flamencos, alegrías, granaínas, soleares o rondeñas.
También una de sus piezas más conocidas y representativas, Orobroy, un término caló que significa pensamiento, y que aparece en su primer disco, de 1998, aunque en este caso interpretado solo a piano. Y todo ello con el exclusivo y personal discurso que ha superado las estructuras tradicionales para ir a la esencia de la expresión flamenca. "Hay algo más detrás de los patrones y las formas.
Es el espíritu, y esa es la parte más difícil y la que busco, empleando otro tipo de armonías y nuevos sistemas melódicos. Me baso en cosas que he escuchado de pequeño en casa. Se trata de utilizar diseños musicales de mi familia y desarrollarlos, que es lo mismo que hacían ellos”.