Concierto de alto interés, con música del siglo XX, el que pone en cartel la Orquesta Nacional los días 3, 4 y 5 de junio, con el poema sinfónico La sirenita (Die Seejungfrau) de Alexander von Zemlinsky como obra base, escrita a partir del famoso cuento de Hans Christian Andersen. Estrenada en 1905, fue rápidamente retirada de los atriles por su autor. Hasta 1984 no se recuperó y no se editó por el especialista Antony Beaumont.
Obra procelosa, llena de significados, muy característica de un músico que siempre supo asociar estilos heterogéneos en una línea de sutil eclecticismo que no deja detener, sin embargo, aportaciones personales. La composición no puede negar la evidente influencia mahleriana y, en particular, straussiana. Por esos tiempos, su cuñado, Arnold Schönberg, aún estaba trabajando sobre esquemas de un pasado cercano que habían dado como resultado, por ejemplo, una partitura tan fascinante como Pelleas et Melisande. Curiosamente, esta ópera se estrenaría el mismo día y en el mismo concierto.
La capacidad de Zemlinsky para alternar un lenguaje heredero de la armonía tradicional (con eficaces prospecciones que nos llevan a los límites de la tonalidad) favorece un espectro sonoro de variados reflejos y de colorido realmente excitante. El bien administrado y exquisito cromatismo se sublima y alcanza a veces un maravilloso preciosismo por encima del cual triunfa la melodía.
Se requiere una orquesta gigantesca que en este caso dirigirá Cornelius Meister, que también se enfrentará a las otras dos composiciones integrantes del programa: Eldur (Fuego), de la islandesa Jórunn Vidar, de signo nacionalista (1950), y el Concierto para oboe de Richard Strauss (1945), que tocará el primer atril de la Orquesta Nacional, Roberto Silla, un instrumentista entusiasta, trabajador y dotado. Buena oportunidad para que Meister (Hannover,1980), muy activo al frente de algunas de las mejores orquestas europeas, muestre toda su calidad.