Se dan cita en Madrid, dentro de la programación del CNDM, los días 6 y 8 de marzo, dos importantes partituras vocales de Haendel: una ópera, Amadigi di Gaula (1715), y lo que podríamos calificar como una oda pastoral, L’Allegro, il Pensieroso e il Moderato (1740). Aquella es una de las más destacadas de la primera etapa londinense del compositor con libreto de Nicola Francesco Haym según texto de Antoine Houdar de la Motte.
La verdad es que la historia que se cuenta es más bien confusa. La mayor parte de lo que ocurre se debe a los caprichos de la maga Melissa, que por cierto tiene a su cargo algunas memorables páginas, como la que sirve para presentarla en escena. Una salida imponente bajo la forma de un recitativo acompañado y de un arioso casi jadeante. Su temperamento ardoroso y malévolo se expresa en arias rapidísimas y virtuosas, como la que cierra el segundo acto, con trompeta obbligato. El impresionante dúo con Amadigi del último acto es sin duda la cima de la ópera.
El concierto madrileño va a estar bien servido, ya que el soporte instrumental corre a cargo del excelente grupo barroco Vespres d’Arnadí, que dirige, violín en ristre, Dani Espasa. Las voces son las del contratenor mezzosoprano, tan curtido, Xavier Sabata (Amadigi), las sopranos Nuria Rial, de tan agradables timbre y vibrato (Oriana), Anna Devin, de fácil coloratura (Melissa), y la mezzo Katarina Bradic, de impetuosas maneras (Dardano). A su lado el sopranista Rafael Quirant (Orgando). Recordemos que en el estreno londinense Amadigi fue el famoso castrato Nicolini.
Dos días más tarde hace su aparición el siempre bien recibido conjunto Les Arts Florissants, que en esta oportunidad se exhibirá a las órdenes de su fundador y mentor William Christie en la interpretación de L’Allegro, il Penseroso ed il Moderato. Como es costumbre en ellos, se amoldarán sin problemas al estilo depurado que pide esta lírica y pastoril oda, creada a partir de una obra de John Milton en sus dos primeras secuencias, adaptadas por Jennens, autor del texto de la tercera. Una suerte de oratorio cuajado de maravillosos números que sirven un guión muy poco dramático por el que discurren los distintos temperamentos, reducidos a meras alegorías.
Alegorías encantadoras en las que no se prescinde de la fórmula da capo. Hay piezas tan inspiradas como el aria de soprano Sweet Bird, que podría figurar sin desdoro en una ópera seria. No hay duda de que se evoca a Rousseau cuando se escucha el canto del ruiseñor. A reseñar el número As steals the morn upon de night, andante larghetto para soprano y tenor, introducido por una sublime melodía del oboe, con preciosas volutas de ambas voces, que cantan juntas y por separado. Los jóvenes Rachel Redmond, soprano, James Way, tenor, y Sreten Manolovic, bajo, salidos del afectuoso Jardín de Christie, son los protagonistas en esta ocasión.