Ni siquiera una pandemia ha podido doblegar a los incombustibles Les Luthiers. En cincuenta y cinco años de trayectoria han sufrido golpes tan duros como la temprana muerte en 1973 del fundador principal, Gerardo Masana, responsable de la fabricación de los primeros instrumentos. Su desaparición tuvo lugar solo seis años después de la escisión del grupo coral I Musicisti, lo que significó el germen de Les Luthiers. El fallecimiento de Daniel Rabinovich en 2015 y de Marcos Mundstock en 2020 dejan a Jorge Maronna como único sobreviviente de los cuatro fundadores.
Aún en activo, el compositor recuerda en una entrevista con El Cultural cómo Carlos Núñez se incorporó muy pronto en los inicios, siendo una figura fundamental hasta su retirada en 2017, año en que Les Luthiers cumple medio siglo y recibe distinciones tan prestigiosas como el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades. "Este grupo tiene la virtud de tener una gran capacidad de adaptación. Siempre se repone con muchas ganas de seguir adelante y con mucha energía", celebra Maronna.
La Covid 19 sería un escollo más, pero ya están de vuelta. El Palacio Municipal de Congresos de Madrid acoge, desde este jueves hasta el sábado 5 de febrero, cuatro funciones de su espectáculo Viejos Hazmerreíres, la gira por España suspendida en marzo de 2020 que se reanudó el pasado 29 de enero en Burgos. La antología contiene muchas de sus piezás más reconocidas bajo el hilo conductor de Radio Tertulia, mientras que Receta postrera se presenta como la obra de estreno. Se trata de un "vals culinario" que recrea una disparatada discusión entre "dos ancianas cocineras sobre sus recetas de las crepes", según las palabras de Martin O' Connor, el otro miembro de Les Luthiers que participa en la entrevista.
A los instrumentos construidos con artefactos sanitarios —la ducha-calentador, el bidé y el inodoro— en Loas al cuerto de baño, una de sus piezas míticas, se suma la "batería de cocina" en este espectáculo inédito. Esta vez no se trata de percusión, como sugiere el nombre, sino que es un instrumento de cuerda.
Conocidos por la fabricación de instrumentos originales y extravagantes —práctica de la que toman el nombre, precisamente— Les Luthiers no dejan de renovar sus inquietudes musicales. El género por el que más han apostado a lo largo de su trayectoria es el bolero, dicen, y sin embargo Viejos Hazmerreíres cierra con un rap que sucede a una bossa nova y a una cumbia. Por otro lado, la representación de una escena policial con música de jazz en Quién mató a Tom McCoffee demuestra que no hay estilo que se les resista.
"Y si un género de un país determinado no se consigue hacer perfecto en los ensayos, no se hace", asegura O' Connor. "La obsesión de Les Luthiers por respetar los géneros musicales" es una seña de identidad desde sus comienzos, confirma Maronna, que reconoce haber tenido que estudiar la música india para aprender a tocar el sitar, uno de los instrumentos que interpreta.
Humor blanco
El veterano compositor solo cree en "el oficio" como catalizador del talento y como explicación del éxito. Efectivamente, el reconocimiento de público y crítica durante más de medio siglo ha señalado la riqueza musical del conjunto, aunque el humor tiene al menos el mismo protagonismo, y quizás sea el factor que determina la convivencia entre lo culto y lo popular en su propuesta.
Maronna, cuyos recuerdos se remontan a las versiones de obras clásicas que interpretaban los futuros miembros del grupo en el Coro de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires, reconoce lo paradigmático de su caso. Precisamente Les Luthiers nace con las parodias de estas obras, aunque pronto se lanzan a la interpretación de sketches teatralizados. "Lo nuestro siempre fue un humor muy blanco", dice O' Connor, aunque es consciente de que la ofensa está a la orden del día. "Incluso cuando más blanco fue nuestro humor, había gente que se ofendía", asegura, si bien ha sido una minoría poco representativa.
"En los últimos años los movimientos feministas y ciertos colectivos han motivado un replanteamiento en la manera de hacer humor", reconoce. "Nosotros mismos hemos cambiado alguna palabra que antes resultaba inocente y ya no tanto. Por las características de nuestro espectáculo, no demasiadas, pero estamos atentos a eso", dice, porque "Les Luthiers también tiene que atender a esas exigencias". La metáfora de un "péndulo" sirve como conclusión a O' Connor: "En algún momento vamos a encontrar el centro porque se ha cruzado el límite de la exageración. Es cierto que hay cosas que son ridículas".
A Maronna no le preocupa tanto la ofensa como el estilo del humor en el presente. Bajo su criterio, "se está volviendo cada vez más barato y más simple, cayendo fácilmente en la grosería y en los golpes bajos, además de que se abusa de la actualidad con el político de turno". Repasando la evolución de Les Luthiers, reivindica de nuevo el humor blanco en los inicios: "Me parece que cuando empezamos, el humor era más ingenuo".
Se entiende, por tanto, que sus referencias españolas vayan de Gila a Tip y Coll, pasando por Tricicle o el humor gráfico de Forges. Hacia el final de la conversación, se han mostrado muy ilusionados de reanudar la gira en nuestro país, que ha acogido siempre con entusiasmo su desbordante propuesta artística.