¿Qué libro tiene entre manos?
Las guerras de nuestros antepasados, de Miguel Delibes, un empeño por volver a las lecturas de la infancia y constatar las realidades del momento, realidades nada virtuales pero sí virtuosas: el triunfo de la libertad, de la democracia y del derecho a la educación para todos.
¿Qué le hace abandonar la lectura de un libro?
Que peque de dogmatismo, de altanería retórica, de erudición innecesaria y de desprecio por la verdad.
¿Con qué personaje le gustaría tomar un café mañana?
Ya no quiero ver a nadie, me conformo con quedar con los amigos que me dan paz, Javier, Ana, Belén, Paco…
¿Recuerda el primer libro que leyó?
No, si exceptúo el obligado en mi tiempo, que era el catecismo. También recuerdo El Quijote leído a la fuerza sin entender nada y ahora lo devoro cada verano.
¿Cómo le gusta leer, cuáles son sus hábitos de lectura?
Siempre llevo un libro de papel en el bolsillo. No me gusta que me lo lea nadie. La lectura es para la vista, que ella comparte con sus otros sentidos.
Cuéntenos la experiencia cultural que cambió su manera de ver la vida.
Yo viví toda mi infancia en torno a la torre de mi pueblo. Construida en ladrillo, llevó a decir a Lorca que tenía duende. Cuando llegué al colegio interno, no podía soportar el desarraigo y abrí el libro de historia del arte por la página de Arte mudéjar y ahí estaba mi torre señera. La miraba y lloraba como solo llora un chaval.
'A vueltas con Lorca' está conformada por ‘retazos’. ¿Qué saca a relucir exactamente?
“Sacar a relucir” me encanta. Reluce su vida y su obra. Sus miedos, sus obsesiones, el amor y la muerte como contrarios compatibles, la poesía como bálsamo, como fiesta. La libertad y sus amenazas: la represión. Y un poeta que fue oráculo de sí mismo.
También invoca a Lope y a Cervantes. ¿Cómo los conecta con el universo lorquiano?
Lorca bebe de sus fuentes, ellos se asomaron al espejo de la noche existencial, recogían la sabiduría del pueblo, el cante, hablaron de la mujer con el alma del respeto, sabían de la envidia, conocían a los truhanes, a los señores, a las criadas y las celestinas, al amor como fuerza vital esencial.
Lorca nunca caduca por…
Porque es fiesta, vida, capaz del milagro de hablar de todos hablando desde su piel, manantial… Porque tenía un inmenso corazón panorámico, por sus contradicciones que nos igualan a él… Y me quedo corto.
¿Le importa la crítica, le sirve para algo?
Me importa demasiado, por desgracia. Los críticos buenos son necesarios, pero con ellos van los otros y a todos consideramos por igual, una ocurrencia dicha de cualquier manera puede destrozar tus mejores sueños.
¿Cuál es la última exposición que ha visitado?
La última, última, Las edades del hombre en mi pueblo, en Sahagún.
¿Qué obra teatral le ha impactado últimamente?
¿Para bien o para mal? Ja,ja,ja. Impactar es una vivencia que siento en ocasiones con el público tan silencioso y recogido después de la pandemia.
¿Se ha enganchado a alguna serie?
No puedo hablar de cine, no me sale bien hacerlo. Y series no veo ninguna.
¿Le gusta España? Denos sus razones.
Me encanta su vida, su gente, su pasado y su presente, su luz, la fiesta, la siesta. Y lamento sus problemas irresolubles. De no ser por esos atavismos sería la potencia de vida para el mundo, un país que irradiaría una luz que iluminaría a todos los pueblos de la tierra.
Una idea para mejorar la situación cultural del país.
¿Una idea, de todas? ¿Una solo? Inversión en cultura, más que en todo lo demás. Cultura y salud y justicia, esas son las tres patas básicas que han de sostenernos y esas son las más débiles según mi criterio, por lo de siempre, por lo de siempre, por lo de siempre.