Cuando hoy he leído que Rafael Banús ha fallecido he tenido que releer la noticia. Solo tenía 57 años y era, en puridad, una buena persona, de las que se hacen querer, por lo que se entiende que sus más cercanos le llamáramos cariñosamente Rafita. Coincidí con él en los inicios de El Cultural, a finales de los 90, donde él primero fue colaborador -creo que lo trajo Luis Iberni, otro que tampoco está con nosotros- y luego pasó a coordinar la sección de música, donde también escribía y hacía crítica musical. Recuerdo los cierres de la revista, aparejados a nuestras conversaciones sobre los contenidos mientras en la máquina del café esperábamos el texto del colaborador remolón que no llegaba. Para mí era un lujo tenerle cerca, era un tipo sensible, trabajador, culto y con criterio, le encantaba sobre todo la lírica, y yo prestaba oídos a sus palabras sabias.
Era de Bilbao y había estudiado Música en el Conservatorio y también Filología alemana. Hablaba varios idiomas, de manera que siempre andaba en alguna traducción de tema musical. Pero como digo era muy trabajador: tenía el programa El fantasma de la ópera en Radio Clásica, escribía para la revista especializada Scherzo, fue corresponsal de las revistas L’opera y Der Opernfreund y autor también de un gran número de programas de conciertos y óperas. También trabajó para varias instituciones, fue coordinador artístico del Festival de Ópera de las Palmas y de la Orquesta Sinfónica de Galicia, y colaboró con otras instituciones como la Fundación Juan March, el Teatro de la Zarzuela, la ORTVE, la Quincena Musical Donostiarra... Casi todos los veranos se dejaba caer por algún festival musical europeo, al de Pesaro nunca faltaba.
Mis últimos encuentros con él tuvieron lugar en óperas y zarzuelas, y era un motivo de alegría verle y oír sus impresiones de la velada, siempre positivas. Pero ya hacía tiempo que no me lo encontraba. Rafa sufría ataxia y se le había agudizado, lo que le incapacitaba para salir y moverse. Un infarto ha sido la causa de su muerte. Su desaparición nos ha dejado muy tristes en la redacción de El Cultural, pero su recuerdo queda indeleble.