La Academia de Artes Escénicas entregó ayer sus medallas de oro en una ceremonia celebrada en el Hotel Wellington de Madrid. Lo hizo el ministro de Cultura, José Guirao, a la Fundación Antonio Gades y a la compañía Tricicle. En representación de la primera, salieron a recoger el galardón la viuda del bailarín, Eugenia Eiriz, y su hija, María Esteve. Esta última explicó que andan embarcados “en una carrera de fondo para mantener el legado” de su padre.
Algo que hacen no sin dificultades económicas y con cierta desazón por el escaso apoyo de las instituciones públicas españolas. Eiriz, de hecho, aprovechó para reivindicar el tirón que tienen fuera de nuestras fronteras las coreografías de Gades. Informó de que acababan de llegar de Turín, en cuyo Teatro Reggio habían reunido durante una semana a 6.000 espectadores.
Los integrantes de Tricicle (Paco Mir, Joan Gracia y Carles Sans), por su parte, mostraron en el estrado su vis cómica al recoger la distinción. Mir advirtió que nunca habían tenido altibajos en sus largos 40 años de carrera: “Algo así sólo puede ser porque siempre fracasas o porque siempre tienes éxito, que ha sido nuestro caso”. Históricos del humorismo gestual, conciben este respaldo como un “un punto y seguido” en su trayectoria.
La Academia de Artes Escénicas, con cinco años de existencia y en la actualidad presidida por Jesús Cimarro, que tomó el testigo Alonso de Santos, también nombró a varios académicos de honor. Como Antonio Gala, por ser “uno de los principales referentes del teatro español de la segunda mitad del siglo XX”. O Alberto González Vergel, que con 97 años es el director más longevo de nuestro país, cuyo último montaje, La prudencia de la mujer, data de 2009. En su haber, más de medio centenar de obras de teatro y más de quinientas piezas dramáticas realizadas para televisión.
El mismo reconocimiento recibieron dos mujeres. Por un lado, Kathleen López Kilcoyne, pionera de la gestión cultural en el sector de las artes escénicas en España. Desarrolló buena parte de su labor precisamente en Pentación, la empresa de Cimarro, donde acabó ejerciendo como subdirectora. Fue una reivindicación a título póstumo ya que López Kilcoyne falleció el año pasado. Por otro, Josefina Molina, otra fémina que abrió brecha en el panorama cinematográfico español junto a figuras como Pilar Miró. Su elección por parte de la Academia tiene como intención ensalzar también su faceta teatral, muy poco conocida pero meritoria.
Cimarro valoró la labor de la joven institución que preside, señalando que ha conseguido por primera vez unir al disperso gremio escénico. Y, de paso, le lanzó un mensaje a Guirao. “Queremos un pacto por la cultura. Si lo propones en el Consejo de Ministros, nos tendrás ahí contigo”.