Aladro, teatro al servicio del bien común
El nuevo director de La Abadía presenta la segunda parte de la temporada que coincide con el 25 aniversario del teatro
25 noviembre, 2019 17:02“Estamos buscando una nueva luz”. Así describe la coyuntura actual del Teatro de la Abadía su nuevo director, Carlos Aladro, que sustituyó a José Luis Gómez, fundador y estandarte del centro escénico en los últimos 24 años. Aladro ha presentado hoy la segunda parte de la temporada, totalmente ya de su cosecha. Abarcará desde enero hasta junio y constituye una nueva fase para culminar su proceso de “continuidad sin continuismo”, que es la fórmula que ha acuñado para describir la delicada transición que afronta. Lo cual viene a significar que recoge el legado anterior, lo respeta y lo utiliza para impulsarse en el nuevo paradigma que está urdiendo.
Al voltear los naipes con los que jugará los próximo meses (con seis estrenos absolutos), Aladro ha dicho que las elecciones que conforman la programación no obedecen a “un criterio subjetivo de programador caprichoso". "Esto -ha explicado gráficamente- no es como ir al Rastro y coger los cromos que más te gustan”. El director madrileño ha querido poner de manifiesto que muchos de los artistas que estarán en cartel han llamado a su puerta para ofrecer sus proyectos, cada uno con sus particulares génesis y sentidos. Aunque, un denominador común que los hilvana, a juicio de Aladro, es “la vocación de servicio al bien común y al deseo de construir una sociedad mejor”.
Básicamente, encontramos teatro contemporáneo, creado al calor de los conflictos del presente pero incardinados a su vez en el esfuerzo inherente al ser humano de esclarecer ciertos dilemas morales eternos. Entre los primeros, es representativo Antropoceno (20 febrero), de Thaddeus Phillips, que se centra en la destrucción del planeta por parte del ser humano y en una pregunta cada vez más apremiante: ¿qué planeta estamos dejando a nuestros hijos? También lo es el nuevo trabajo de la Joven Compañía, que continúa con su evocación de Europa en el siglo XX. La primera entrega fue Barro, sobre la I Guerra Mundial. Y la segunda, con la que estarán en La Abadía a partir del 17 de abril, es Fuego, firmada por QY Bazo y dirigida por José Luis Arellano. Todos ellos regresan a los orígenes del nacionalsocialismo, una época, según sus autores, en la que “una generación de jóvenes estaba dispuesta a entregar lo mejor de sí mismos pero sólo les pidió lo peor”.
Entre los segundos, llama la atención dos aproximaciones a la muerte. Una es Quitamiedos (16 de abril), producción de Kulunka Teatro escrita por Iñaki Rikarte, que arma su pieza en el ínterim que va desde que una persona muere hasta que la temperatura de su cuerpo adquiere la del ambiente. En ese trance es cuando se establece "una relación con nuestro ángel custodio" que le da mucho juego a este autor para llevarla a un registro de “surrealismo mágico”. La otra la protagonizarán, a partir del 22 de marzo, Patricia Ruz y Alberto Jiménez. Kapow, según confesión del segundo, parte de un accidente de tráfico que sufrió y que estuvo cerca de tener un desenlace fatal. Esa experiencia al límite ha desencadenado una reflexión sobre una variedad de temas que van desde la identidad de género y su presunta bipolaridad, el miedo, el paso del tiempo, el dolor, lo chamánico, la felicidad…
No acaban ahí los accidentes catárticos en La Abadía. En Deliscuencente Eva (5 de marzo), Javier Lara arranca de otro, concretamente sufrido por tres hermanos que se salen de la carretera. Son seres intoxicados por una educación violenta. Las compañías Babel y Grumelot, unidas en este montaje, se plantean hasta qué punto es posible hacer las paces con nuestro legado educativo para poder así afrontar en mejor posición la formación ética de nuestros hijos.
En este despliegue de creaciones contemporáneas se cuelan también alguna ‘revisitación’ a Shakespeare. Como Lear (Desaparecer) (6 de febrero), de Gon Ramos, nacida en un taller con enfermos de Alzheimer en el que se explora la relación intergeneracional de hijos, padres y abuelos a través de la memoria. Una propuesta ‘orquestada’ por Carlos Tuñón perfectamente alineada en la intención de Aladro de contribuir al bien colectivo. Tuñón, asimismo, volverá al Bardo inglés con Hamlet entre todos (20 de junio). Y procedente del mundo clásico también comparece Noviembre Teatro, la compañía de Yolanda Pallín y Eduardo Vasco, que esta estrenan un texto de nuevo cuño escrito por el segundo, aunque inspirado en un actor secundario español que trabajó a caballo entre el siglo XIX y XX. Esta curiosa figura les da pie para mostrar las peculiaridades (y fragilidades) de la vida de quien elige el teatro como forma de vida.
Además, Eva Rufo, en colaboración con Rakel Camacho y María Morales, ofrecerá su inmersión en la apasionante experiencia de superación de Hellen Keller, la primera sordociega que obtuvo un título universitario en Estados Unidos. Por su parte, Sexpeare estrenará Ronejo, comedia sobre la posibilidad de controlar nuestros sueños y llenarlos de publicidad. Por último, hay que señalar los 25 días de celebración del 25 aniversario de La Abadía que arrancarán el 30 de enero con un ciclo específico. Aladro no ha soltado prenda. Sólo que se titulará Instrucciones y prácticas de vuelo y que la está diseñando Inma Nieto.