Un elenco de altísimo nivel se vuelve a congregar para contar el caso de la inhabilitación del juez Baltasar Garzón en 2012 a raíz de su intento por juzgar los crímenes de la dictadura franquista. El pan y la sal, obra escrita por Raúl Quirós y producida por Teatro del Barrio en colaboración con el Teatro Español, Teatre Lliure y Teatro Central de Sevilla, se representará del 20 al 23 de septiembre en la sala principal del Teatro Español, en Madrid.
El espectáculo, dirigido por Andrés Lima, es una lectura dramatizada con un elenco de primer nivel formado por José Sacristán, Gloria Muñoz, Mario Gas, Natalia Díaz, Alberto San Juan, Ramón Barea, Laura Galán, Ginés García Millán y Emilio Gutiérrez Caba. Nuria Espert participará también en las funciones del 20 al 22, siendo sustituida por María Galiana el 23 de septiembre.
La obra se basa en el juicio al exmagistrado de la Audiencia Nacional por prevaricación en 2012, a raíz de una querella interpuesta por el sindicato Manos Limpias, que alegaba que Garzón se había excedido en su jurisdicción al querer impartir justicia sobre los crímenes del franquismo, denunciados en 2006 por varias asociaciones de recuperación de la memoria histórica. "Al escribir esta obra no quería azuzar la dialéctica entre rojos y azules. Tampoco colocar en primer plano a Garzón. Lo que pretendo es revitalizar el debate sobre la dignidad de las víctimas del franquismo, que tienen todo el derecho a saber y recuperar los restos de sus seres queridos", explicó a El Cultural Raúl Quirós con motivo de su estreno en el Teatro del Barrio en 2015.
El pan y la sal inaugura ahora la temporada del Teatro Español, dedicada a la memoria "con ánimo de ayudar a rescatar del olvido y del silencio acontecimientos, procesos y
circunstancias de nuestra historia reciente".
En palabras del director Andrés Lima, el motivo y la causa de este montaje es: “Reconocer a
las víctimas, tratar de que puedan honrar a sus padres o a sus abuelos desaparecidos;
ayudar a la exhumación, a desenterrar, a reconocer para que esto pueda sanarse de
alguna manera y para evitar que se repita el pasado, para que seamos capaces de hablar
con voces no condenadas al eco perpetuo de la estupidez y la desgracia. Cuando está de
verdad viva, la memoria no contempla la historia, sino que invita a hacerla”.