Beyoncé y Jay Z
Ante casi 50 mil espectadores en el Estadi Olímpic de Barcelona, Beyoncé y Jay Z, el mejor matrimonio mal avenido de la historia, se dieron un homenaje a ellos mismos con un show de dos horas y media en el que impartieron una lección de lo que significa ser una estrella en el siglo XXI.
Hacia el final del concierto de ayer en Barcelona hay un momento en el que Beyoncé y Jay Z, parece que ya definitivamente reconciliados, salen al escenario con gafas de sol y actitud de estrella. Por un instante se detiene la música, pero basta con mirarla a ella para que parezca que la hay. Ante casi 50 mil espectadores en el Estadi Olímpic de Barcelona, Beyoncé y Jay Z, el mejor matrimonio mal avenido de la historia, se dieron un homenaje a ellos mismos con un show de dos horas y media en el que impartieron una lección de lo que significa ser una estrella en el siglo XXI. A base de actitud, unas coreografías impresionantes y unas canciones que ya forman parte de la cultura popular, los Carter, como también se hacen llamar,
demostraron al mundo que han hecho las paces y que a la hora de volar alto, no hay quien les alcance. Hay algo mágico, casi irreal, en una pareja que redefine el propio concepto de estrellato devolviendo el fulgor de lo auténtico y misterioso en estos tiempos de salvaje falta de intimidad.
Arrancaron el show con
Holy Grail, una de las mejores canciones de Jay Z, que aparece en su disco de 2013