El CNDM se vuelca esta temporada con Monteverdi en el 450 aniversario de su nacimiento. Este martes Rinaldo Alessandrini y su ensemble Concerto Italiano recorren una selección de sus madrigales. Después le homenajerán Musica Ficta, Forma Antiqua, Balthasar Neumann...
Es año monteverdiano (450 del nacimiento del compositor cremonés). Ya hemos disfrutado en los últimos meses de numerosas convocatorias protagonizadas por la obra del autor de Orfeo, la que se tiene como primera ópera. Ahora hemos de fajarnos para recibir una auténtica plétora de pentagramas del músico, que van a estar servidos por excelentes intérpretes a lo largo del curso del CNDM, dentro del epígrafe Universo Barroco, que se desarrolla en las salas sinfónica y de cámara del Auditorio Nacional.Destacamos en primer lugar la actuación este martes del Concerto Italiano de Rinaldo Alessandrini, centrado en el mundo del madrigal bajo el título de Madrigales: poética italiana en música; una antología variada espigada de entre los ocho libros que contienen este tipo de composiciones. Alessandrini es ya un veterano, al menos desde finales de los ochenta, en estas lides y con su conjunto ha ido desentrañando, lejos de caducos planteamientos, buscando en todo momento la mayor de las expresiones, estas páginas maravillosas, que explotan y recrean las emociones más puras e íntimas; los dolores más acerbos; las penas y nostalgias del amor; las lamentaciones de la muerte. A través de las técnicas y estilos que aúnan y desarrollan con limpieza el stilo concitato, el canto nervioso y ágil, el manejo estratégico de la sprezzatura, es decir, dando aire y variedad al ritmo, se puede llegar al fondo de versos de poetas como Rinuccini, Petrarca, Agnelli o Marino y calar en estas magníficas partituras.
La forma elegante y elástica de presentarnos todas estas piezas dota habitualmente a las interpretaciones de estos artistas de una gran frescura, una potencia comunicativa y una cercanía únicas, hoy en día difícilmente conseguidas, a no ser por La Venexiana y otras pocas formaciones. Sólo con estas garantías es posible marcar los emotivos contrastes, destacar los acordes disonantes, elaborar los diálogos, realzar los solos y obtener tan mágicos efectos en el canto imitativo.
Al lado de este concierto hemos de situar, en fechas venideras, dentro de la programación de la sala de cámara, algunos conciertos en los que aparecen piezas variadas del compositor, que se incluyen en selecciones con obras de otros creadores más o menos afines. Anotemos los anunciados de Musica Ficta y Ensemble Fontenagra con Raúl Mallavibarrena (2 de noviembre), Forma Antiqua con la elegante Anna Caterina Antonacci, soprano/mezzosoprano (Disprezzata regina, 10 de enero) y con la sobria Sara Mingardo (L'amante segreto, 6 de junio), mezzosoprano. Señalamos asimismo la presencia de la grácil soprano Roberta Invernizzi junto a un trío de laúd, tiorba y viola de gamba (La bella più bella, 11 de abril).
Ya han tenido lugar, por otro lado, las sesiones dedicadas a la segunda y tercera parte de Selva morale e spirituale que han venido ofreciendo los conjuntos Balthasar Neumann y Pablo Heras-Casado, intérpretes ya de la primera la pasada temporada. Las actuaciones se celebraron, respectivamente, en la sala de cámara (7 de octubre) y en la sala sinfónica (8). Disfrutamos de una recreación variada y colorista como lo es la impresionante colección de piezas vocales e instrumentales. Las mismas formaciones alemanas se situarán en el hemiciclo sinfónico (3 de diciembre), esta vez bajo el mando de quien fue su fundador, Thomas Hengelbrock, para interpretar las monumentales Vespro della beata Vergine, integrada en principio por catorce piezas de dimensiones y formaciones diversas, pertenecientes al oficio mariano, que se cierra con un brillante Magnificat.