Enrike Solinís, director de Euskal Barrokensemble

Entre viaje y ensayo, contactamos con Enrike Solinís en su único día libre. Nos atiende por teléfono justo antes de salir a la montaña, su otra gran pasión junto a la música, en los alrededores de su residencia en Tolosa. El músico, especialista en la reconstrucción de músicas históricas (aunque la etiqueta le parece un corsé), es especialista en instrumentos de cuerda como distintos tipos de guitarra y laúd, y es el director de Euskal Barrokensemble, conjunto que fundó en 2006.



Gracias al apoyo del Programa para la Internacionalización de la Cultura Española (PICE), de Acción Cultural Española, el conjunto participa este lunes en el festival de música antigua de Praga que dedica su 18.ª edición a las músicas que sonaban en el Palacio de Versalles. En este contexto, Solinís y sus compañeros presentan un programa musical titulado Dantza, en el que interpretarán danzas populares vascas que, pasadas por el tamiz de compositores de la época como Jean-Baptiste Lully o Marin Marais, triunfaron en la corte francesa, especialmente la de Luis XIV. "Nosotros interpretamos esta música al estilo barroco, pero resaltando el color popular que tenían en origen", explica Solinís.



El grupo varía su composición "dependiendo del presupuesto" para cada actuación. En Praga harán una presentación de "pequeño formato", con Solinís a la guitarra barroca, Miren Zeberio al violín barroco, Mixel Etxekopar interpretará el txistu o txirula (flauta de tres agujeros que tiene otros nombres según la región), acompañado del ttun-ttun, una especie de salterio o tambor de cuerdas que son percutidas para marcar el ritmo; Pablo Martín Caminero interpretará el violone (equivalente al contrabajo contemporáneo) y, por último, Daniel Garay tocará varios instrumentos históricos de percusión. Además Solinís tocará también la alboka o albogue, un instrumento de viento con doble caña construido con un cuerno, "un instrumento típico del legado de la cultura árabe en la península".



El programa incluirá danzas populares como Bralea-Pelegria Naiziela, Urruska-Fandangoa y Koumis-Expatadantza, la Sonata en Re de Mateo Pérez de Albéniz, maestro de capilla y organista en Logroño y San Sebastián a principios del siglo XIX. También sonarán obras inspiradas en la tradición vasca, adaptadas por compositores franceses como Jean-Baptiste Lully, Marin Marais, Le Clerc o Claude Gervaise. Muchas de ellas se titulan "bourrée de basque" o "bourrée pour les basques" (bourrée es el nombre francés de un tipo de danza tradicional que a menudo fue estilizada para su adaptación al ballet).



En la última parte del concierto, Euskal Barrokensemble interpretará obras de los españoles Gaspar Sanz (Mariona y Canarios), Francisco Guerau (Chacona) y Santiago de Murcia (Cigras selectas de guitarra y Zarabanda).



Esta mezcla de músicas pretende dejar constancia del ambiente musical de la corte del Rey Sol que, casado con la española María Teresa de Austria, alentó el mestizaje musical entre Francia y España. Además, el programa del concierto hace hincapié en la importancia que tenía la danza en la música instrumental. "Es curioso que la mayoría de los músicos hoy no sabemos danzar, pero esa disociación entre el músico y el danzarín es reciente. En las cortes de Enrique IV de Navarra, de Luis XIII y Luis XIV de Francia, por ejemplo, la danza era muy importante en la vida de la corte y la música y la danza estaban completamente fusionadas". De hecho, como recuerda Solinís, muchas partituras de la época incluían indicaciones gráficas para ejecutar las coreografías.



El trabajo de reconstrucción de las músicas históricas es complicado y deja mucho espacio a la interpretación, ya que sus partituras originales, al contrario de la época romántica en adelante, no daban indicaciones exhaustivas para su interpretación. "El estudio de la llamada música antigua o músicas históricas ha devuelto al intérprete su protagonismo como creador", señala Solinís. Opina que el intérprete durante siglos fue considerado un creador en el sentido absoluto, "pero en una mínima porción de la historia, a partir del siglo XVIII y XIX, se ha creído que el músico era simplemente un médium entre el compositor y el espectador".



Tras su paso por Praga, Solinís y su Euskal Barrokensemble continuarán su periplo divulgando las músicas tradicionales de su tierra y del resto de España. Su próxima parada será la abadía de Conques, en el suroeste de Francia, donde interpretarán Euskel Antiqva, un repertorio de música tradicional vasca que han grabado recientemente en el sello Alia Vox, de Jordi Savall.







@FDQuijano