Un recital de Mitsuko Uchida
La temporada de la Orquesta Nacional, en la que no faltan los nombres señeros, da cabida este fin de semana a la pianista japonesa Mitsuko Uchida (1948), sin duda una de las artistas más interesantes del actual panorama, que ha venido desarrollando, sin prisas, una carrera muy bien asentada en valores sólidos derivados de un severo estudio de los pentagramas. Son ya famosos sus acercamientos a Mozart, Beethoven, Schubert, Schumann o Brahms, a los que ha ido aproximándose con segura determinación y sobre los que, en plena madurez, tiene mucho que decir.Uchida se acerca a la música de manera serena, con un discurso en el que todo está soldado y ligado con naturalidad, amalgamado a partir de una muy refinada sonoridad. Es amiga de rotundos acordes, nada camerísticos, plenos y redondos, aunque su pianismo es ligero como una paloma, elástico, sabiamente contrastado, de dicción variada y llena de sentido. Todo suele estar en su sitio sin acaramelamientos inoportunos. El estilo es límpido y poético. De esta manera nos coloca en el umbral de la silenciosa y callada efusión, que sirve también como directora. En ella no hay blanduras ni dengues, sino larga preparación, análisis, sensibilidad y, como consecuencia, limpio fraseo. Su apariencia física engaña: pese a su delgadez y su aire místico, posee una energía y un vigor incuestionables.
Como tendrá ocasión de demostrar una vez más, de seguro, en la interpretación del Concierto n° 3 de Beethoven, obra en la que confluyen magistralmente los vectores de un radiante clasicismo y de un discurso en el que aflora ya un fogoso romanticismo. En el podio de la ONE estará su titular, David Afkham, que ofrecerá en la segunda parte la Sinfonía Patética de Chaikovski, obra de la que la joven batuta puede sin duda extraer expresiones alejadas del pathos a veces un tanto forzado y sentimentaloide de tantas versiones. La pianista solamente intervendrá este viernes y el sábado. Y el domingo se celebra una nueva sesión de Descubre.