Imagen de Muerte en Venecia
Muerte en Venecia vuelve al Teatro Real durante los días 18 y 21 de marzo de mano del Ballet de Hamburgo y con la colaboración de la Fundación Loewe. La coreografía la firma el director de la compañía, John Neumeier, una de las figuras más importantes del ballet neoclásico actual, que servirán como complemento a la ópera de Britten, representada en el Real el pasado mes de diciembre.Neumeier, especialista en la creación de ballets narrativos y, con frecuencia, de inspiración literaria, versiona para esta coreografía el clásico de Thomas Mann, transformando el personaje principal, el escritor Gustav von Aschenbach, en un coreógrafo en el ocaso de su vida, sumido en una crisis de creatividad, que viaja a la decadente Venecia para dar un giro a su existencia, donde se verá sorprendido por la belleza del joven Tadzio. Así, el coreógrafo aprovecha el rol del viejo bailarín para hacer una lectura de la danza dentro de la danza, contraponiendo temores y viejos fantasmas del protagonista al deseo y la belleza de la juventud.
Muerte en Venecia, estructurada en diez escenas, con escenografía de Peter Schmidt, que también colabora en el diseño de los figurines con el propio Neumeier, desarrolla la narración sobre la música Johan Sebastian Bach y de Richard Wagner. Las cuatro primeras escenas describen el agotamiento creativo y la desesperación del viejo coreógrafo, inmerso en el diseño de un ballet basado en la vida de Federico el Grande, el descenso desde la fama hacia el agotamiento que le empujan a escapar a Venecia, donde se producirá el inquietante encuentro con Tadzio antes de bajar el telón. Bach acompaña el desarrollo de toda esta primera parte.
El conflicto esencial entre Aschenbach y Tadzio, el amor irrealizable e imposible, las ensoñaciones y desvaríos, los contrastes que embriagan al protagonista, tienen su expresión musical en Wagner a lo largo de las seis escenas que conducen al final irrevocable de la muerte del viejo artista. La música contará con la participación de la prestigiosa pianista Elisabeth Cooper, que interpretará algunos de los fragmentos de la producción, en vivo, desde el escenario.
La estructura coreográfica de la pieza es densa y compleja. Parte de elementos conceptuales definidos, que describen la actividad creativa del protagonista, para avanzar en un cruce de movimientos cada vez más intensos que intentan transmitir al espectador el estado anímico en el que se encuentra Aschenbach, su profundo desasosiego, su búsqueda tras la irrupción de Tadzio en su vida. Neumeier realiza de tal modo el desarrollo de la escena que "al añadirse más y más bailarines, haciendo más y más compleja, incluso confusa, la estructura coreográfica, cada espectador se sintiera abrumado y sobrepasado".