Iván Martín

Desde muy joven Iván Martín ha sabido calibrar con musicalidad el sístole y diástole de una frase, regular la dinámica de un período, atacar una nota y luego medirla y fundirla con la siguiente en un discurso ligado, flexible y elegante, que pone de manifiesto asimismo un buen uso del pedal. Ha hecho siempre gala de un sonido redondo y muelle y ha tenido escasos problemas a la hora de la ejecución, usualmente muy limpia, con pocas máculas y notas rozadas. Esas cualidades podrán brillar en el concierto que se anuncia para el próximo 12 de febrero en el Palau de la Música de Barcelona, en donde el pianista canario va a interpretar páginas de un Beethoven temprano y de un Chopin en sazón. Del primero las Sonatas n° 1 en fa menor op. 2 y n° 8 en do menor op. 13, la célebre Patética. Del segundo los Nocturnos en do sostenido menor. op. Póstumo, y n° 2, en re bemol mayor op. 27, la Balada n° 1 op. 23 y el Andante spianato y gran polonesa brillante op. 22. Todo un festín que combina romanticismo de primera hora con romanticismo de alas desplegadas.



Conocemos la querencia de Martín por la Balada n° 1 del polaco, que suele acometer con respeto escrupuloso a las anotaciones expresivas del inicio. Fraseo delicado y lleno de íntima poesía, que se vierten asimismo en los Nocturnos, música atmosférica y delicada donde las haya. En el Andante spianato es de suponer que el artista haya encontrado a estas alturas el abandono que tan bien va a música tan límpida y melodiosa. Tiende Martín a contrastar mucho los tempi, a practicar una elasticidad agógica (manejo del ritmo) muy acusada y no siempre conveniente. Lo que puede llevar a algún que otro exceso. Pero el pianista, al menos las veces que hemos podido escucharlo en los últimos tiempos, ha aprendido a contenerse y a centrarse. Y lo ha puesto de relieve en sus aproximaciones a las Sonatas del Padre Soler, de quien ha grabado un CD impoluto; y a las de su antecesor Domenido Scarlatti, de algunas de cuyas piezas dio impecable cuenta no ha mucho en el Instituto Italiano de Madrid. Sus versiones de los más clásicos conciertos de Mozart y de los dos primeros de Beethoven poseen una madurez y un refinamiento estilístico realmente raros en músico tan joven.