Un robot, coprotagonista de esta versión de Las tres hermanas.
Robots, androides e Inteligencia Artificial para proyectar a Chéjov hacia el futuro. El Grec, que abre sus puertas el 1 de julio, apuesta por Las tres hermanas, dirigida por el japonés Oriza Hirata.
No es de extrañar que esta versión del clásico agote todos los superlativos de "libre" en los intentos por definirla. La trama se sitúa no en la Rusia provinciana de la obra original sino en una pequeña aldea japonesa del futuro donde la familia protagonista sufre las consecuencias del cierre de una fábrica de robots. Moscú ya no está en los sueños de la pequeña de la casa, aunque puede que Tokio sí. El espectáculo forma parte de la iniciativa experimental Robot Theatral Project, de la que son máximos exponentes el renovador de la escena nipona Oriza Hirata y el ingeniero y profesor de la Universidad de Osaka Hiroshi Ishiguro. Ambos han firmado con anterioridad propuestas tan arriesgadas e interesantes como Sayonara. Ahora vuelven junto a los nueve intérpretes que forman el reparto. Hay un robot en escena y, además, una de las tres hermanas de la tragedia chejoviana es -oh, cielos- un androide de perfecta forma humana. El director japonés está convencido de que Anton Chéjov "disfrutaría mucho de la obra si pudiera verla".
Para Hirata, los asuntos de los que trata Las tres hermanas no tienen nada de decimonónicos, de modo que fundir el texto original con la tecnología de última generación no es en absoluto revolucionario: "No pienso en los textos de Chéjov como si fueran clásicos -explica a El Cultural-. En el argumento de Las tres hermanas se habla mucho de trabajo y ése es un asunto en el que los robots tienen mucho que aportar". Es posible que también los espectadores del montaje, que podrá verse tres días -a partir del 2 de julio- en el Mercat de les Flors, tengan mucho que decir con respecto al clasicismo de la propuesta: los cambios sociales, la desesperanza, el desempleo, la muerte... todos estos asuntos, nada exclusivos del siglo XIX, dan sentido a la conocida definición de Italo Calvino según la cual un clásico es aquel texto que "nunca termina de decir lo que tiene que decir".