No ha necesitado Alban Gerhardt (Berlín, 1969) ver El silencio antes de Bach de Portabella para intuir el potencial subterráneo de las Suites de Bach. "Que conocí y estudié, como la mayoría de los músicos de mi generación, a través de las grabaciones de Pablo Casals". Viene el violonchelista berlinés de interpretar las seis famosas BWV del Kantor en una atípica gira por la red ferroviaria de Alemania, persuadido de los efectos beneficiosos de la música clásica más allá de Mozart, de la frondosidad de las plantas y de la lechosidad de las vacas. "Todo el mundo recuerda la mala experiencia de Joshua Bell en el metro de Washington. A mí me ha ocurrido lo contrario. La gente perdía los trenes para escucharme".
Comparecerá Gerhardt, hijo de un ex violinista de la Filarmónica de Berlín y de una soprano, por cuarta vez en el Teatro Monumental de Madrid (14 y 15 de marzo) a petición de su amigo Carlos Kalmar, "que en estos tiempos tan difíciles ha elevado a la Orquesta de RTVE a lo más alto". No para divulgar aún más el legado de Bach sino para celebrar a Britten en el centenario de su nacimiento a propósito de su Sinfonía para violonchelo y orquesta, que acaba de grabar junto a los músicos de la BBC Scotish Symphony Orchestra y a las órdenes de Andrew Manze. "El repertorio para violonchelo es muy asequible, lo que me permite dedicar mucho tiempo y esfuerzo a cada obra", cuenta en la boca del metro de Antón Martín. "De Britten destacaría su compromiso con la belleza a través de fórmulas intuitivamente atonales".