Witold Lutoslawski
El 25 de enero se cumplirá un siglo del nacimiento en Varsovia de Witold Lutoslawski, compositor que, como otros colegas y compatriotas, comenzó a ser conocido en el resto de Europa a partir de 1958, a raíz de la celebración del primer Otoño de Música Contemporánea de Varsovia.
Son señas de identidad que fueron conformándose a lo largo del tiempo, desde los juveniles años en los que arreglaba canciones y tocaba el piano en un café de Varsovia. La influencia de Szymanowski se aprecia sobre todo en las tempranas Variaciones sinfónicas de 1938. En la inmediata posguerra dio a conocer su semiatonal pero todavía postromántica Sinfonía n° 1. Fue rechazada. Eran los tiempos del maniqueo dictador de Zhdánov, tercer secretario del partido comunista de la URSS: "La disonancia es el enemigo del pueblo". Luego de unos años en los que se refugió de nuevo en el folkore, uno de cuyos resultados es el fundamental Concierto para orquesta, de prodigiosa nervadura rítmica y estilizada construcción, el compositor comenzó a abrir nuevas vías de expresión y buscó otra vez, ahora más firmemente, la atonalidad; y surge la Funeral Music para orquesta de cuerda, en la que empieza a cristalizar su estilo depurado y preciso, que acabaría fructificando por completo, y esto es realmente curioso y sorprendente, tras la escucha, en 1960, del Concierto para piano de John Cage. El propio compositor declaraba que desde ese momento se dio cuenta de que no necesitaba partir del detalle para avanzar hasta el gran todo, sino que podía hacer lo contrario: "Empezar por el caos e ir creando un orden paso a paso". La consecuencia fue Juegos venecianos, obra de una sorprendente y original aleatoriedad para la época.
Ideas que iban a llevarlo aún más lejos, a su Cuarteto de cuerda (1964-65) y a las obras subsiguientes. La subdivisión en dos segmentos, una Introducción y una Parte principal, representa en cierto modo un extracto de las expectativas de los oyentes. Sobre una base clasicista que actúa con enorme sentido de la libertad a través de formas orgánicas de asombrosa plasticidad, todavía se produciría en Lutoslawski un nuevo impulso nacido de una distinta manipulación de los planos armónico y melódico, cada vez más vívidos, que apreciamos, por ejemplo, en la Tercera sinfonía o Chain I (1983). Otro aspecto muy significativo de la madurez de los ochenta fue la adaptación de la técnica aleatoria hacia un mayor control de las relaciones entre los instrumentos ad libitum.
Sony nos brinda una buena oportunidad de aproximarnos a la obra orquestal del autor, fallecido en 1994, con un doble cedé que incluye las cuatro Sinfonías en una brillante versión de Esa-Pekka Salonen y la Filarmónica de los Ángeles. Las dos primeras composiciones de este ciclo aparecen en otra caja, publicada por Brilliant hace un par de años, en compañía de las más importantes del catálogo sinfónico con el propio Lutoslawski en el podio.