Patricia Petibon, en el Auditorio Nacional de Madrid.

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  • Patricia Petibon (Loiret, 1970) demuestra en su último disco que el Atlántico es navegable. El proyecto lleva por título Nouveau Monde (Deutsche Grammophon) y en él la soprano francesa aborda una serie de arias barrocas de compositores que, como Le Bailly, Purcell, Rameau, Händel y De Nebra, quedaron fascinados por los misterios de ultramar con motivo del descubrimiento de América. Andrea Marcon y los músicos de La Cetra la acompañan en este "exótico viaje por los sentidos", que incluye también una serie de canciones latinoamericanas tradicionales tomadas de diferentes latitudes. "He planteado este trabajo como si yo misma fuera Cristóbal Colón, como quien se lanza al mar, hacia lo desconocido, con pasión pero también con miedos e inquietudes", cuenta Petibon a El Cultural. "Mi idea no era otra que enfrentar las culturas savantes francesas, inglesas y españolas a la cultura más popular y arraigada de las tradiciones indígenas. Se trata, como dijo Cortés, de una inmersión 'mar adentro' en un nuevo mundo musical. Son muchos los compositores que abrieron ese camino deteniéndose en el descubrimiento de nuevas culturas. Me viene a la cabeza por ejemplo, Rameau con su Découverte des terres...".



    Con Nouveau Monde Petibon da continuidad a la búsqueda iniciada con su anterior trabajo, Melancolía, grabado con la Orquesta Nacional y Josep Pons. "Esta vez quería ir más allá, ampliando el repertorio barroco a Latinoamérica pero sin romper el lazo con Europa. Buscaba la materialización de un instrumentum en el que tuvieran cabida la tradición europea junto al harpa peruana, la cornamusa, la guitarra barroca, las castañuelas y diferentes elementos de percusión populares". En esta ocasión, muchas de las notas del pentagrama había que buscarlas fuera de la partitura, y para ello ha contado con la ayuda de un equipo de musicólogos y especialistas en la materia. "Detrás de mí ha habido mucha gente que ha aportado su inteligencia y su creatividad a cada interpretación. No se trataba sólo de leer lo que otros habían escrito sino de tratar de actualizar el repertorio y sentirlo en el tiempo presente".



    Más allá del rigor historicista, la soprano aspira a lo más difícil: que canciones compuestas al otro lado del Atlántico en el siglo XVII resulten cercanas y familiares en nuestros días. "Es una música basada en la improvisación, en la danza, en los ritmos, que desprende fuertes contrastes, pues pasamos del dolor a la risa en un abrir y cerrar de ojos. No es algo que se entienda intelectualmente, sino a través de las emociones. De ahí su universalidad". La grabación del disco se llevó a cabo en la Iglesia de Bâle, en Suiza, en plena ola invernal. "Fue muy duro", reconoce Petibon. "Tuvimos que interpretar el calor del repertorio rodeados de un frío insoportable... Pero quizá aquello ayudara de alguna forma a acentuar los contrastes".



    Viene la soprano francesa de ofrecer un concierto en el Auditorio Nacional de Música de Madrid organizado por Diálogo, asociación de amistad hispano-francesa. "En la música, compositores franceses y españoles han sido influenciados unos por otros entre finales del siglo XIX y principios del XX. No hay más que escuchar la Carmen de Bizet o la Rapsodia española de Ravel. En ese sentido, me parece que Diálogo contribuye con su proyecto musical a mantener vivas las relaciones culturales entre ambos países". Y confiesa que desde joven se ha sentido atraída por la cultura española. Es más, sueña con interpretar algún día Salud de La vida breve de Falla."En el arte español hay algo trágico, oscuro, digno y terrenal que no deja indiferente a nadie. La música española aúna el belcanto, el cante jondo y la melodía francesa... Por eso despierta emociones tan fuertes e intensas".