Imagen de la representación Por los ojos de Raquel Meller, en la Sala Tribueñe.

"Raquel fue y es tonadillera destacadísima que marcó un buen trecho de la historia del cinematógrafo y el teatro español, francés y de las dos Américas; tanto con sus cantables de sesgo cosmopolita como en los números de raigambre española". Palabra de Hugo Pérez, director de Por los ojos de Raquel Meller, un homenaje en forma de musical a la artista natural de Tarazona. Desde hace años forma parte del repertorio del Teatro Tribueñe, con gran éxito de público y crítica.



Esta obra, que se ha repuesto de nuevo en esta sala en los meses de junio y julio (las próximas funciones podrán verse en los próximos 1, 6, 7 y 8 de julio), ha servido para devolver a Raquel Meller una pizca de la enorme popularidad que gozó durante los años 20 y 30 del pasado siglo, tiempo en que arrasaba el cuplé y la Meller era una de sus figuras más renombradas. Este género unió a intelectuales, aristócratas y pueblo llano en los cientos de salones y cafés de las grandes ciudades, donde se cantaba a diario.



Hugo Pérez narra la peripecia biográfica de la cantante, que saltó de un taller de costura anónimo de Barcelona a los escenarios de medio mundo. Su voz, frágil pero nítida, su dicción perfecta y su naturalidad expresiva, establecieron con el público ese raro hipnotismo, esa comunicación espiritual que sólo han logrado unos pocos intérpretes: Carlos Gardel, María Callas o Frank Sinatra. Convertida en mito, Raquel Meller impuso constantemente su personalidad arrebatadora. Como cantante o como actriz de cine (y ocasionalmente de teatro), podía ser a la vez cautivadora y arisca, genial e insoportable, la quintaesencia del 'temperamento español'.



Ahora también la Biblioteca Nacional se ha sumado al esfuerzo por rescatar del olvido tan apasionante vida, que se agotó hace exactamente hace 60 años. Hasta el 30 de septiembre mantendrá abierta la muestra El mito trágico de Raquel Meller (1888-1962). En la exposición se pueden contemplar - y escuchar, mediante auriculares - los históricos discos de gramófono que Raquel Meller grabó entre 1912 y 1946, y que hoy son el único testimonio vivo de su arte irrepetible. Entre ellos están sus primeras grabaciones de La violetera y El relicario, de 1918, que no se han vuelto a publicar desde entonces.



También se exponen las partituras de las canciones que ella estrenó y numerosos libros, fotografías, tarjetas postales, ilustraciones, caricaturas y artículos de revistas y periódicos, todos procedentes de los fondos de la Biblioteca Nacional de España. Como pieza de honor figura el extraordinario retrato de Raquel Meller que Joaquín Sorolla pintó en 1918 (cedido amablemente por el Museo Sorolla).



Durante el tiempo de la exposición, en varias conferencias -con audición de sus grabaciones fundamentales- se estudiará la vida y el arte de Raquel Meller, su estilo interpretativo y su aportación a la canción y la música popular de España. Además, se proyectarán algunas de sus más aclamadas películas, como Carmen y Violetas imperiales.