Ángel Corella. Foto: Roberto Pérez.
El ballet de Ángel Corella afronta en la actualidad su situación más delicada desde su fundación. Las cuentas no les terminan de salir a sus gestores y por eso se han visto obligados introducir algunas medidas de ajuste. Un ERE de suspensión será la fórmula a la que se acogerán para salir adelante. Los bailarines y el resto del equipo serán contratados a partir de ahora sólo cuando haya funciones en el horizonte. Una medida que va contra la filosofía de compañía estable pero que no han tenido más remedio que adoptar. Ensayarán con cierta antelación, llevarán a cabo las actuaciones concretadas y pasarán después a la reserva.La formación se había trasladado a Barcelona tras romper relaciones con la Comunidad Autónoma de Castilla y León, que era la administración pública que más apoyo económico les brindaba. Pero la subvención recibida cada año fue cayendo en picado, año tras año, hasta que Corella consideró imposible mantener a su ballet a flote tras tantos recortes. Así fue como surgió la posibilidad de instalarse en Barcelona. La Generalitat y la Diputación prometieron ayudas financieras que hasta la fecha no se han traducido en hechos consumados.
La compañía, explica su manager, Matthew Bledsoe, a elcultural.es, acaba de regresar de una gira por Estados Unidos. Han recorrido Nueva York, Detroit y Houston. Este tour por tierras americanas ha dejado las finanzas en un estado raquítico. "La Diputación nos dijo que nos daría la subvención comprometida antes de viajar pero no fue así. Nos han dicho que en el próximo pleno volverán a abordar el asunto para poder aprobarla". Es una historia que se repite con demasiada frecuencia en el ámbito de la cultura española en estas fechas inciertas. En un principio, las autoridades catalanas declararon que el ballet encajaba muy bien con su marca, para exportar por el mundo cultura de calidad por el mundo, pero a la hora poner el dinero sobre la mesa ese impulso de optimismo se ha ralentizado.
El ballet, la única compañía clásica del país, de Ángel Corella lamenta esa situación. De Castilla León salieron ofendidos. "La última consejera de cultura considera nuestro ballet un artículo de lujo. No sé por qué decía algo así, si ella nunca fue a vernos a actuar ni tampoco encontró nunca tiempo para recibir a Ángel", afirma Bledsoe, quien añade: "En cambio, en Estados Unidos le han recibido todos los presidentes que han habido en los 17 años que estuvo allí". Paradojas.
Aun así, no quiere hacer reproches, al menos contra los gestores de lugar donde han ido a parar: "Ángel Corella está muy orgulloso del recibimiento en Barcelona, y es consciente de la situación económica que viven las entidades públicas en España". Confían que en la situación se desatasque en las próximas fechas porque no ellos no tienen ninguna intención de arrojar la toalla: "Somos duros de pelar". En Barcelona actuarán en junio (Teatro Coliseum), en agosto llegan al Festival de Peralada y después volverán a Nueva York, para estrenar Pálpito, de los coreógrafos Ángel Rojas y Carlos Rodríguez.