La bailarina Tamara Rojo. Foto: Antonio Moreno



Hace 14 años Tamara Rojo (Montreal, 1974) puso sus zapatillas en Inglaterra por primera vez. Aterrizaba muy joven en un país nuevo del que no conocía la lengua ni la forma de gestión de las artes. ¿Cómo iba a presagiar entonces que su carrera iba a dispararse como se ha disparado, que se vería convertida en una de las bailarinas más importantes del mundo? En aquellos primeros años en la isla, Tamara bailaba para el English National Ballet, donde alcanzó el estatus de bailarina principal. Allí permaneció hasta el año 2000, cuando como se sabe se incorporó al Royal Ballet, compañía con la que, definitivamente, hizo historia en la danza. 12 años después, con pena pero decidida, Tamara Rojo abandona su puesto de primera bailarina en la prestigiosa compañía para regresar a la que fue su casa británica original, el English Nacional Ballet, del que será directora artística a partir del próximo 29 de agosto.



Aún con timidez -ella también acaba de conocer la noticia- confiesa Tamara desde su domicilio en Londres que lleva años preparándose para la gestión artística, un paso que se adivina como de pura lógica en su carrera. El Consejo Director le había sugerido que se presentara y ella lo hizo "más que nada para aprender" y por el cariño que le tenía a ese Ballet: "Guardo muy buenos recuerdos de mi tiempo con ellos y he mantenido la relación durante estos años como bailarina invitada". Con todo, le ha costado arrancarse, porque lo propio hubiera sido, suspira, quedarse donde estaba a recoger los frutos de tanto esfuerzo y tanto tiempo. Pero enseguida se reafirma en su decisión: "No soy una persona de asentarse. Estos cinco años van a ser buenos para mí". Sobre todo, lo que ha podido han sido sus ganas de compartir con otros lo que ha aprendido durante toda su carrera. Y dice ella: "Quiero crear una visión específica para la compañía, que nació para llevar el ballet clásico más excelente a la nación inglesa. Y seguirá siendo eso, por supuesto, pero se merece una identidad propia y que se hagan cosas específicas para ella, creo que eso es lo que ha gustado de mi proyecto".



Como ella misma interpreta, la compañía ha valorado su capacidad para abrir ventanas en el baile clásico sin corromperlo lo más mínimo. Así lo ha reconocido John Talbot, el presidente del National Ballet, quien mediante un comunicado ha señalado que están muy contentos de darle la bienvenida a la española: "Esperamos que la compañía continúe prosperando como lo ha hecho bajo la dirección artística de Wayne Eagling a lo largo de los últimos siete años. Tamara podrá emplear aquí su fama mundial y su visión creativa para fomentar colaboraciones inspiradoras en todo el Reino Unido y en el mundo. Ella ha demostrado interés por la enseñanza, el desarrollo y el seguimiento de los jóvenes talentos dentro de la compañía y por perfilar las carreras de aquellos bailarines que ya están bailando al máximo nivel".



En sus palabras, esto que dice su nuevo 'jefe' se traduce así: "Hoy día eso del ballet clásico puro es algo muy anticuado. Lo que me interesa es buscar colaboraciones que no sean las más obvias o que no vengan de una tradición necesariamente clásica. Quiero hacer cosas diferentes, trabajar con gente del teatro, con compositores... explorar más allá". Como espejo en el que mirarse tendrá el trabajo de Mikhail Baryshnikov con el American Ballet Theatre, porque "fue muy creativo, trajo grandes coreógrafos...", enumera Rojo, pero especialmente porque, como hará ella, él tampoco dejó de bailar a pesar de que sus esfuerzos se centren en la gestión:



- "Quiero hacer algo parecido a lo suyo. Hay más inspiración cuando un director baila contigo. Las decisiones que tomas para la compañía las vas a sufrir tú también, con las mismas consecuencias, y eso es positivo. Sería un desperdicio no bailar cuando una tiene esta experiencia y esta capacidad. No es cuestión de ser protagonista, porque como bailarina no tengo mucho más que demostrar, lo que tengo que demostrar ahora es mi capacidad para desarrollar talentos".



Está en el sitio adecuado para esto último que comenta. Recae la artista en una compañía de tradición joven, con integrantes recién salidos de la escuela, perfil que ha propiciado también su decisión: "Si pueden hacer lo que hacen, lo pueden hacer mucho mejor", apunta. Todo muy bien, pero no ha sido plato de gusto despedirse del Royal Ballet, especialmente ahora, se apena, que tiene un nuevo e ilusionado director: "A Kevin (O'hare) le ha dado mucha pena pero, bueno, está pensando en invitarme para hacer algo especial en enero, una despedida, aunque como acabamos de saberlo aún no tenemos nada claro".



España, cada vez más lejos

Con este nuevo giro en su carrera, la siempre esperada vuelta a España de Tamara Rojo -uno de nuestros talentos fugados más anhelados- se aleja un buen trecho más, aunque adelanta que estará encantada de llevar a su nueva compañía de gira por nuestro país ("supongo que eso si podré hacerlo", se cuestiona con cierto sarcasmo). ¿Bailar o dirigir aquí? Ah, eso es un imposible: "No es una cuestión de un puesto de trabajo u otro sino de una conciencia política y de una voluntad de cambio con respecto a cómo se llevan las artes. Haría falta que se hicieran proyectos a largo plazo. Si queremos estar orgullosos de nuestras artes tenemos que aprender de países como Gran Bretaña, no digo imitarlos, pero sí mirarnos en ellos".



Un modelo interesante en este sentido es, precisamente, el del English National Ballet, casa financiada por el Consejo de las Artes Inglés pero también muy dependiente de la taquilla: "Eso es positivo porque te hace respetar al público y tenerlo presente, porque uno está aquí para los espectadores, la danza no existe si nadie va a verla. Teniendo en cuenta cómo están las cosas ahora hay que ofrecer algo que el contribuyente quiera ir a ver".



De la nueva España sin Ministerio de Cultura y con el recorte en las artes como pauta, Tamara no quiere ni oír hablar: "José Carlos y otros me cuentan que las cosas están muy difíciles. Lo que pasa es que como no se hizo nada en su momento para, por ejemplo, propiciar una buena ley de mecenazgo, para crear alternativas en caso de que vinieran las vacas flacas, ahora no hay una infraestructura que pueda sostener las artes. Cuando estuvimos bien no se planeó nada, yo lo advertía y me tildaban de agorera. Siempre he dicho que la gente española se merece más, porque tenemos una historia muy difícil, porque hemos luchado mucho y tenemos derecho a esperar más de nuestra clase política", denuncia una vez más. Así que nada de Tamara Rojo en España, aunque en su mano, ya como rectora, está que venga a bailar con su nueva compañía. Que sea pronto.