Hèctor Parra. Foto: Santi Cogolludo.

Esta tarde el Ensemble InterContemporain estrena en la Cité de la Musique de París una obra de Hèctor Parra (Barcelona, 1976). Caressant l'horizon se traduce como Acariciando el horizonte pero significa muchas cosas más. Algunas aluden a las teorías de Stephen Hawking sobre el origen del universo y otras remiten a aspectos más cálidos de la condición humana. El resultado es una experiencia musical que consigue conjugar la física con lo físico. "He tratado de imaginar cómo sería ser engullido por un agujero negro y vivir para contarlo", explica el compositor a elcultural.es.







El éxito de su ópera Hypermusic Prologue, que estrenó el Liceo de Barcelona hace dos temporadas sobre un libreto de la física de Harvard Lisa Randall, no es sólo el antecedente más inmediato de este encargo de Mécénat Musical Société Générale también una consecuencia directa que confirma la hegemonía del compositor catalán en la vanguardia musical europea. Decir que Hèctor Parra "está de moda" es una cursilada pero no un exceso. La prueba está en el interés que sus trabajos vienen despertando desde hace tiempo en los músicos del Ensemble InterContemporain de Pierre Boulez, el conjunto de cámara más importante de Europa, con permiso de la London Sinfonietta, el Klangforum de Viena y el Ensemble Modern. "El proyecto para componer Caressant l'horizon surgió durante los ensayos de Hypermusic Prologue en Barcelona. Fue todo un orgullo que Hervé Boutry [gerente del Ensemble InterConteporain] me propusiera un trabajo de estas características y que, a medida que avanzaban los ensayos en el Liceo, fuera aumentando el minutaje del encargo hasta llegar a los 35 minutos actuales".



En este tiempo, su relación de "complicidad y simbiosis" con los 31 solistas del ensemble ha llegado al punto de que Pierre Strauch, eminencia mundial del violonchelo y también compositor, concibe su música en los términos de "una lengua materna, que no se ha de obedecer o imponer, sino que se toca tal y como se siente". Por eso Parra asegura que las 12 horas de ensayos han sido fundamentales para que la obra terminara de cuajar. "Mis composiciones son seres vivos que cambian y evolucionan en manos de los músicos. Mi trabajo consiste en elegir un determinado orden genético, pero son los intérpretes los que se encargan de que mi criatura exista en unas determinadas condiciones". Y añade: "Ya no existe, se ha extinguido, el compositor-guardia civil, ése que recela de todo y que obliga a los músicos a respetar escrupulosamente lo que dice la partitura. No concibo esa forma de trabajar. Menos aún cuando lo hago con músicos de este nivel, cuyas ideas pueden convencerte más o menos, pero que siempre están fundamentadas". El propio maestro que se encargará de dirigir el estreno de esta tarde, el italiano Emilio Pomarico, le sugirió algún cambio en la percusión. "Me propuso que el timbalista empleara la parte de madera de la baqueta. El sonido resultó menos enérgico, pero también menos emborronado y más cercano al efecto dramático que buscaba". Reconoce Parra que ésta es la obra más extensa y trabajada de su catálogo y la primera en colaboración con Universal Music, que publicará una partitura que "nos hace prisioneros del tiempo". Tiene previsto, además, incluirla dentro de un cedé monográfico que preparará en las próximas semanas con Ensemble Recherche para el sello WERGO.







Como ya ocurriera en Hypermusic Prologue, pero renunciando en esta ocasión a la voz humana, Caressant l'horizon recurre a una "dramaturgia sonora" que funciona como una grieta entre dos mundos. "Por un lado está la física gravitacional, donde la materia se comprime al máximo y surgen los agujeros negros. Y, por otro, el espacio/tiempo plano donde es posible la vida y en el que se desarrolla y evoluciona el ser humano". No se trata, en cualquier caso, de un pulso entre la física y la biología, "sino de una reflexión sobre la fragilidad humana" en el contexto de un ciclo de la Cité de la Musique en torno a la melancolía y sus derivados existencialistas. La casualidad ha querido que Caressant l'horizon coincida en la "cartelera" parisina con la última cinta de Lars von Trier, Melancolía, con la que comparte un mismo aliento. "Sobre todo en lo que se refiere al abandono de lo colectivo y en el análisis de la angustia que provoca la soledad. La obertura de Tristán e Isolda [de Wagner] que ha empleado como banda sonora comparte esa misma inquietud, una zozobra apocalíptica que remite al individuo, como sucede también en 2011: Una odisea en el espacio de Kubrick".







La partitura de Caressant l'horizon parece una fórmula matemática, una explosión de color que intenta "traducir a sonido las ondas gravitatorias que deforman el espacio tiempo". Las notas colisionan, la orquesta se deforma como si fuera plastilina y, en medio del caos, surgen temas melódicos, como un solo de fagot que recuerda al de la Consagración de la primavera. Está claro que en la cosmología de Parra hay más preguntas que respuestas, pero el compositor no renuncia a cierto grado de resolubilidad: "Lo importante es la ternura, la calidez y la felicidad que late en el fondo de mi música".