Lola (María Rodríguez Soto) disfruta de una vida feliz con su pareja, Bruno (Enric Auquer), hasta que un embarazo inesperado revoluciona todos sus planes.
Aunque Lola siempre ha tenido claro que lo de ser madre no va con ella, ahora se siente cuestionada por las expectativas sociales y se enfrenta a sus temores internos. ¿Cambiará de opinión sobre ser madre en los tres días hasta que llegue su cita clínica para interrumpir el embarazo?
Esta es la historia que plantea Liliana Torres (Vic, 1980) en Mamífera, filme en el que abandona la autoficción de Family Tour (2013) y ¿Qué hicimos mal? (2021) sin dejar de lado un componente autobiográfico.
Una comedia dramática, o un drama con toques de humor, que tuvo una exitosa puesta de largo en el festival South by Southwest (SXSW) de Austin (Texas), donde María Rodríguez Soto consiguió el premio a la mejor interpretación. Hablamos con su directora sobre referencias, clichés, trilogías y tipos de familia.
Pregunta. ¿Qué tal la experiencia en el SXSW?
Respuesta. El SXSW es impresionante, muy diferente de lo que he vivido en festivales europeos, con mucha afluencia de público. De las ocho películas de la competición oficial solo había dos de habla no inglesa, y fue muy gratificante ver la respuesta del público y que nos dieran el premio a la mejor actuación. Allí no hay distinción de género entre masculino o femenino, es un único premio de interpretación. Creo que la película traspasó fronteras.
P. ¿Cuál diría que es el origen de la historia de Mamífera?
R. El origen de la historia está en mi propia voluntad de no ser madre, que es algo que siempre he tenido pero que me ha acompañado de distintas maneras a lo largo de mi vida. El deseo de ser madre es más crucial a los 40 que a los 20, porque existe una mayor presión social.
»Mamífera se ha ido fraguando a lo largo de los años, de vivir experiencias que me hacían sentir extraña o que me señalaban, por las que sentía la necesidad de justificarme. El entorno social, cultural y familiar te empuja y te predispone hacia la maternidad de una forma automática, casi que te premia por ello. Renunciar a ser madre te hace sentir que estás al margen de lo que se supone que deberías ser como mujer.
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P. Se supone que en la actualidad estamos ya preparados para aceptar y no cuestionar otros tipos de familia, entre ellas las que no tienen hijos…
R. En apariencia diríamos que sí, pero a mí a veces me preguntan si tengo familia y sé que en realidad lo que quieren saber es si tengo hijos o no. Lo que suelo responder es “sí, sin hijos”. Esta forma de etiquetar a las familias excluye a muchas personas. Están diciendo: “familia es esto y lo otro son individuos por ahí”. Y, de alguna manera, eso te excluye de la cuestión social. Parece que como no tenemos a nadie a nuestro cargo, tampoco necesitamos ayuda.
P. Lola llega a dudar sobre su maternidad…
R. Lola es una mujer de convicciones firmes que tiene una vida con la que está a gusto al principio de la película, pero toda la presión externa le llega a influir hasta el punto de que se cuestione cosas de manera interna. Quería que el espectador hiciera ese viaje con ella.
P. ¿Cómo supo qué tono quería para el filme?
R. Desde el principio, quería que fuera una película accesible sobre un tema serio. No quería caer en el excesivo dramatismo de algunas películas que tratan el tema del aborto. La experiencia del aborto es algo que nadie desea, pero puede ser mucho más dolorosa por la estigmatización que se sufre que por el hecho en sí. Quería retratar esa experiencia de manera luminosa, con seriedad y honestidad, pero liberándola de ese aura oscura.
P. ¿Por qué decidió que Lola se dedicara al collage?
R. Había dos razones por las que quería que Lola trabajara con collage. Por un lado, buscaba una profesión vocacional que no justificara su deseo de no ser madre. La mayoría de personajes que vemos en pantalla que no tienen hijos son secundarios definidos a través de clichés, desde la señora amargada que vive en la montaña con 15 gatos y que odia a los niños a la que tiene un trabajo super importante y mega absorbente. Lola, en cambio, está a gusto con su vida y no tiene que estar salvando vidas en el Mediterráneo para no querer tener hijos.
»Además, el collage funcionaba para los pasajes oníricos. El collage te permite tomar un elemento de un contexto determinado, recortalo y llevarlo a otro contexto para que adquiera otro significado nuevo, y creo que eso son un poco también los sueños.
P. Pasa de la autoficción de sus anteriores filmes a un drama más convencional, a pesar de que la historia sigue teniendo algo autobiográfico. ¿Por qué?
R. No acostumbro a trazar una línea entre mis películas. Las pienso de una en una, en función de lo que el proyecto me va pidiendo. Mis dos anteriores películas me pedían hibridar el lenguaje e incluir lo que era real dentro de la ficción, pero Mamífera siempre me pareció una ficción completa. No tuve dudas.
P. ¿Cree que las tres pueden configurar una trilogía?
R. Tienen un hilo común, en el sentido de que hablan de las distintas etapas y edades de la vida de una mujer. En Mamífera, por ejemplo, la maternidad está vivida desde un punto de vista muy femenino, muy de género. No sé si es una trilogía, porque mi siguiente película va a ir también por esta línea.
P. En Los días que vendrán (Carlos Marques-Marcet, 2019), María Rodriguez Soto interpretaba a un personaje que se enfrentaba a una situación parecida a la de Lola, pero tomaba la decisión de seguir adelante con el embarazo, que además era real y veíamos incluso el parto en la pantalla. ¿Quería jugar de alguna manera con ello?
R. La verdad es que nunca lo vimos como un juego metacinematográfico. De hecho, al principio teníamos miedo de que nos fuera a la contra. Pero no tuvimos nunca esa idea de jugar con ese espejo, ni tan siquiera lo tuvimos en cuenta durante el rodaje. Son dos películas que parten de lugares muy distintos, pero que tienen a María en común.
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P. ¿Cómo preparó el trabajo entre María Rodríguez Soto y Enric Auquer?
R. Fue un trabajo bastante usual, no hicimos ninguna locura, ni estuvimos improvisando durante días, ni nada de eso. Todo estaba bastante escrito, hicimos un análisis conjunto de las intenciones de los personajes y de lo que querían decir.
»Luego, tuvimos una semana de ensayos, que no es mucho tiempo, pero logramos crear una especie de burbuja en la localización principal. Allí pasamos las horas construyendo poco a poco las escenas, dándoles el toque de intimidad. María y Enric son fabulosos a la hora de mantener el raccord emocional, de repetir escenas altamente emocionales y desgastantes.
P. ¿Hubo alguna película que le sirviera de inspiración?
R. Una película que me gustaba y que me ha servido bastante de referencia es La peor persona del mundo (Joachim Trier, 2022). En principio, no habla de la maternidad, pero es algo que planea todo el tiempo sobre la historia y al final acaba teniendo un peso importante. Y para mí ha sido una influencia en el tono, en la luminosidad, en cómo están en los conflictos expuestos, en el tipo de responsabilidad afectiva que hay en algunos momentos.