Robert Downey Jr. probó su primer porro de marihuana a los seis años, se lo pasó su propio padre, Robert Downey Sr., director de cine independiente. Al parecer, el consumo de drogas, porros pero también cocaína, se convirtió en una rutina de esta cuanto menos curiosa relación padre-hijo. No es extraño que al recoger su primer Oscar como actor de reparto en la película Oppenheimer, en la que interpreta al odioso Lewis Strauss, jefe comisionado de la Comisión de Energía Atómica de los Estados Unidos, haya recordado su "horrible infancia".
Al principio de la gala, en el tradicional discurso ingenioso, el presentador Jimmy Kimmel, ya había sacado punta a las adicciones de Downey Jr. al recordar los "highest points", o puntos álgidos, de su carrera. En inglés, "high" además de alto también significa colocado. El actor se lo tomó a guasa y más ancho que largo hizo un gesto a su nariz internacionalmente reconocido.
Ya en el escenario, más serio, Downey Jr., que desde Iron Man es uno de los actores más taquilleros y poderosos de Hollywood, dijo que "agradecía el Oscar a su terrible infancia y a la Academia, en este orden", y recordó el papel de su mujer, Susan, coproductora junto a él de muchas películas, y ha finalizado con un chiste en el que recordaba de nuevo su etapa problemática agradeciendo a su abogado de los últimos cuarenta años que se ha pasado "la mitad del tiempo tratando de que me aseguraran y pagando mis fianzas".
Tras triunfar en Chaplin (1992), dando vida al mito, Downey Jr. se convirtió en el chico malo de Hollywood por excelencia. Su momento más célebre es cuando en abril de 1996 fue detenido en Sunset Boulevard en Los Ángeles con heroína, cocaína y un revólver Magnum 357.
Un mes después, lo arrestaron cuando se presentó drogado en casa de un vecino y un año después lo acabaron metiendo en la cárcel cuatro meses cuando no se presentó a un control de consumo de drogas. En 1999, pasó otros 15 meses por lo mismo. Mientras todos estos dramas sucedían, sus mediáticas relaciones con la actriz Sarah Jessica Parker primero y Deborah Falconer después no hacían más que alimentar los titulares.
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En Oppenheimer, el actor da una versión muy distinta de sí mismo y ese personaje pendenciero y de vuelta de todo que también explota en sus muchas apariciones como Toni Stark (Iron Man, el millonario idealista y sarcástico). En la película de Christopher Nolan lo vemos como un hombre mediocre que hace todo lo posible por amargarle la vida a Oppenheimer, poniendo en duda el patriotismo de un científico que dio su vida por Estados Unidos y haciéndole un daño irreparable.