Pablo Llorca: "La de cine de autor es una etiqueta incómoda"
El Círculo de Bellas Artes y la Cineteca muestran las películas más recientes del crítico, artista, profesor y cineasta que se tomaría un café con Kafka.
25 febrero, 2024 01:33¿Qué libro tiene entre manos?
Una hormiga es el principio de un nuevo universo (Kriller71 Ediciones), de Kenneth Koch. Sobre su trabajo con alumnos para escribir poesía.
¿Qué le hace abandonar la lectura de un libro?
Darme cuenta de que estoy pensando en otras cosas mientras trato de avanzar.
¿Con qué personaje cultural le gustaría tomar un café?
Kafka. Porque sospecho que él, tan misterioso y elusivo, en el fondo era muy humano.
¿Recuerda el primer libro que leyó?
El primero de Alfred Hitchcock y los tres investigadores.
¿Cómo le gusta leer?
A todas horas, siempre en papel. Cuando más, a primera hora de la mañana. Y el periódico antes de dormirme.
¿Qué acontecimiento cultural le hizo cambiar su manera de ver el mundo?
El nacimiento de internet y la conectividad mundial.
¿Se le queda corto el “cine de autor”? ¿Alguna etiqueta en la que se sienta cómodo?
Etiquetas, no gracias. Es verdad que en buena medida mis películas son de autor, dados los pocos participantes. Pero es una etiqueta incómoda, por su aroma de qualité y y por amaneramiento.
Crítico, artista, profesor, cineasta... ¿Dónde está mejor?
Es un todo. Hago películas y con frecuencia me inspiro en otras ajenas que he visto en mis clases en la universidad.
¿Hacia dónde va el cine? ¿Le preocupa la crisis de las salas?
Soy asiduo casi diario a las salas y prefiero que no desaparezcan, pero seguiré viendo cine si eso ocurre. Soy fiel al DVD y mucho menos a las plataformas.
¿Se ha enganchado a alguna serie?
Tengo problemas con las series: la última que vi (y efectivamente era adictiva) fue The Wire. Me llevó año y medio. Para ver series hay que renunciar a muchas otras cosas.
¿Qué película ha visto más veces?
El mago de Oz (1939), de Victor Fleming.
¿Qué opina de la deriva actual del arte contemporáneo?
Lo que sucede es la fase extrema, aunque no sé si última, de algo que se lleva cocinando mucho tiempo, en concreto siglo y medio. Lo que planteó la fotografía (y después sus derivados como el cine) fue una democratización del arte y una manera de reflejar la realidad que el llamado arte contemporáneo no podía llevar a cabo. Desde entonces, la consecuencia ha sido la lucha fatigosa de ese arte por encontrar un sentido para sí mismo, tarea realmente cansina y que en buena medida ha derivado en algo estéril.
¿Cuál ha sido la última exposición que ha visitado?
Mark Rothko en la Fundación Vuitton de París. Y me pasó lo que he comentado antes. La muestra era apabullante pero me dejó frío. Aunque la última sala, donde sus pinturas negras se relacionaban con los giacomettis, mostraba una belleza difícil de rechazar.
¿Cómo convive un crítico con la crítica?
Ignoro a los mediocres y disfruto con los buenos profesionales, que aportan datos y opiniones a considerar. Es igual que con otros gremios.
¿De qué artista le gustaría tener una obra en casa?
Vivo en una casa con mucha luz y tengo las paredes blancas y desnudas. Pero si tuviera que escoger, una foto de Cartier-Bresson o Elliott Erwitt, o un cuadro de Hockney.
¿Qué montaje teatral le ha impactado recientemente?
Gala, de Jérôme Bel, en el Conde Duque. Maravillosa la propuesta, que acogía a todo tipo de personas que quisieran mostrar sus cuerpos en movimiento. Y maravilloso el resultado.
¿Qué tipo de música escucha y en qué soporte?
Todo tipo, en radio, tocadiscos, cedés, y hasta en casetes.
¿Qué queda hoy de la España de su película Sexo, drogas, rock and roll y política. Instituto Santamarca (1975-1985)?
Siempre van a estar ahí, o sus versiones actualizadas. Lo pertinente es cuánto queda del cuarto elemento, de la política. Y aunque ha resurgido el interés por ella en los últimos quince años, lo cierto es que, comparado con la Transición, el interés es menor.