Estibaliz Urresola, directora de la película más nominada a los Goya: "El cine hecho por mujeres no es un género"
'20.000 especies de abejas' ha acumulado 15 menciones. Hablamos con la directora de lo que significa cargar con la etiqueta de favorita y de la impresionante trayectoria de su primer largometraje.
6 febrero, 2024 01:45En la gala de los Goya del pasado año, Estibaliz Urresola (Llodio, 1984) pasó una mala noche. Y no porque su cortometraje Cuerdas, premiado en Cannes y los Feroz, capitulara frente a Arquitectura emocional 1959 (León Siminiani), sino porque, después de unos días de intensa actividad para acabar el corte de 20.000 especies de abejas para la Berlinale, enfermó.
“Estaba en el auditorio con un frío tremendo y ganas de meterme en la cama”, asegura. “En Valladolid, en cambio, vamos a estar todos celebrando la película. Soy muy consciente del trabajo que ha hecho cada departamento y ver que recibían el reconocimiento de la nominación fue muy emocionante”.
20.000 especies de abejas, primer largometraje de ficción de Urresola, se asienta sobre un realismo de corte sensible para narrar la historia de un niño (interpretado con magia por la joven Sofía Otero) que se revela contra su identidad de género, provocando dudas y temores entre los miembros de su familia. La película también triunfó en Málaga y se ha desempeñado bien en la taquilla española, situándose como la vigésima más vista de 2023.
Pregunta. ¿Cómo valora el recorrido de la película hasta ahora?
Respuesta. Supera la expectativa más optimista que pudiera tener. La selección en la sección oficial de la Berlinale fue algo determinante porque le dio a la película mucha visibilidad, al igual que el Oso de Plata para Sofía Otero. Fue un punto de partida privilegiado que motivó nuestra presencia en innumerables festivales y la llegada a salas en muchos territorios. Al final, hacemos las películas para que esas historias que consideramos importantes lleguen al mayor número de personas.
['Creatura' y 'Saben aquell' triunfan en unos Premios Gaudi muy repartidos y reivindicativos]
P. ¿Pesa ser la favorita en los Goya?
R. Obviamente, no vamos a ganar los 15 premios, y quizá a alguien le pueda parecer insuficiente si es así. Pero yo a lo que aspiraba era a hacer una película que tuviera sentidos, se comprendiera y fuera emocionante. En un rodaje es fácil sentir que estás perdiendo el norte, pero me di cuenta rápido de que el filme tenía muchos puntos fuertes y que podía hacer que funcionara.
Actuar o jugar
P. ¿Qué le parece que los intérpretes infantiles como Sofía Otero no puedan aspirar al Goya?
R. Estoy en contra del argumento de que los niños no actúan, sino que juegan. Yo he visto a Sofía actuar con todas las letras, incorporando las indicaciones y los matices emocionales que yo le iba dando. Si lo que hacen los niños es jugar, entonces todos jugamos, y tampoco descubro nada porque en otros idiomas se utiliza la misma palabra para jugar y actuar. Pero es cierto que este sistema de premios genera una gran sobreexposición, que es difícil de gestionar incluso para personas adultas.
P. ¿A usted esta sobreexposición le ha pasado factura?
R. Cuesta, porque es algo que transforma radicalmente tu día a día. Llevo un año fuera de casa acompañando la película y las relaciones personales, sentimentales y familiares se resienten.
P. ¿Hay algún Goya que le haría especial ilusión ganar?
R. Siento una especial satisfacción por las nominaciones para dos actores con una trayectoria larga en la industria vasca como Itziar Lazcano, que interpreta a la abuela, y Marcelo Rubio, que da vida al padre.
P. ¿Le sorprendió la nominación a efectos especiales?
R. En una película de ciencia ficción te puedes creer cualquier decorado si aceptas el pacto de verosimilitud, pero quizá no es tan fácil que una simple abeja funcione en una película como esta. Fue un aspecto altamente exigente.
P. ¿Qué opina de la cosecha del cine español de estos Goyas?
R. La foto es muy rica en muchos sentidos: temáticas, lenguajes, idiomas, generaciones de directores, géneros, periferias… Y aquí no hay cuotas ni obligaciones, es la industria la que vota. El año pasado se hacía mucho hincapié en el nuevo talento, pero este año también vemos al sector más consagrado.
P. ¿Hay alguna película de las nominadas con la que conecte de verdad?
R. Creatura, de Elena Martín, es un filme inteligentemente construido que, a partir de una gran capacidad de observación, hace emerger unos mecanismos muy difíciles de detectar por la gran mayoría. Además, está construida con un lenguaje exquisito.
P. Hay una amplia representación de mujeres en todos los apartados...
R. Es bonito comprobar que la paridad está empezando a resultar después de las medidas adoptadas. Ni la ausencia de mujeres era natural, ni tampoco lo es que ahora hayan conquistado sus espacios. Si la ausencia tenía que ver con dinámicas, decisiones y políticas, hacía falta lo mismo para corregirla.
P. Por otro lado, ¿cree que se está encasillando a las directoras en un determinado tipo de película?
R. Sí, hay una tendencia a que hagan un cine intimista, sensible… Ahora hablamos del cine hecho por mujeres como si fuera un género, y no lo es. Es, sin duda, algo limitante, pero creo que forma parte de un proceso natural. Ahora que hemos llegado, se están empezando a generar lazos de confianza, antes era imposible. A partir de ahora, cuando llegue el momento de plantear una película de grandes presupuestos o de ciencia ficción, no creo que se mire el género para la dirección.
P. Su filme lo han visto casi 160.000 personas en cines. ¿Como lo valora?
R. Son datos que hablan de una sociedad que está preparada para una película como esta, con una mirada más comprensiva hacia las diversidades del rasgo humano y capaz de comprenderlas como un valor. Creo que si la hubiera estrenado hace cinco años no hubiera habido el mismo boca-oreja.
P. ¿Qué espera del futuro próximo?
R. Ojalá pueda seguir haciendo un cine que provoque reflexiones y pensamientos acerca de temáticas que de otro modo podrían no formar parte de nuestras vidas cotidianas. Y que esté al servicio de la realidad, con una perspectiva de género, con una mirada que trate de poner los cuidados en el centro, y que se pueda realizar en unas estructuras más inclusivas para todos.